jueves, 15 de septiembre de 2011

El experto y su pastelera madre

Se me ha averiado el coche. Cuando pongo la llave en el contacto se empiezan a encender las luces del cuadro de mandos sin orden ni concierto. El coche arranca pero no pasa de cuarenta kilómetros por hora.

He conseguido llegar hasta “Talleres Curro Jiménez”, aunque es verdad que el nombre no me tranquiliza. Sale a atenderme un muchacho con un mono blanco impoluto con más pegatinas que el de Fernando Alonso. ¿Ni una mancha de grasa?

- Ahora le atiende el experto.

El experto es un mozalbete imberbe con otro mono que parece el del comandante de la nave “Soyuz”, pero sin casco. Se presenta diciendo que es “Manager advisor environement proactive terminator” de la marca de mi coche. Tampoco me tranquiliza.

-Vamos a ponerlo en la central de diagnosis…

Lo conectan a una máquina que me recuerda la monitorización de mi mujer cuando dio a luz a la mayor, que hasta me entran ganas de darle la mano al coche y acariciarle la frente. En la pantalla hay leds parpadeantes de todos los colores, que parece la “feria choquetín”.

-Esto puede deberse a una diáspora estratificada de los convertibles mononucleicos. Por sobrecalentamiento del revestimiento sideral de la escolopendra de distribución.

Y yo que creía que el arameo era una lengua muerta…

Mira en el bloque del motor y, con un destornillador más fino que el filete de un asilo gira un cuarto de vuelta un tornillo diminuto que yo no hubiese distinguido jamás.

-Acelere…

Acelero y el coche vuelve a hacer lo mismo.

No se desanima. Mira repetidamente el panel de la máquina.

-Puede ser de los pseudoescafoides laterales, que no engranan con la vibradora rotuliana y acotan el recorrido de los torreznos.

Juraría que ha dicho torreznos. Le miro muy serio. Pero no se inmuta.

Saca una llave inglesa como la del “Madelman gasolinero” y aprieta una tuerca ínfima del parasol del asiento del acompañante.

-Inténtelo de nuevo.

Como parecía previsible, el espejo de cortesía que mi mujer usa para comprobarse el maquillaje no tiene ninguna influencia en el funcionamiento de un motor de explosión situado un metro por delante.

-Pues esto es muy raro. Voy a consultar en Internet, en la página de la playesteison, que hay muchos comentarios jugosos.

Se va a su despacho y me quedo al lado del coche, con aire abatido, como Calimero en un concurso de belleza canina. Se me acerca un mecánico mayor, con un mono chorreante de aceite.

-¿Le importa que le eche un vistazo, ahora que no me ve el manager?. Es que si me ve me regaña. Dice que soy un fósil de la mecánica.

-Por favor…

Se agacha y mira debajo del coche. Luego palpa con las manos en el interior del capó, imagino que comprobando las abrazaderas de los manguitos.

-Pierde compresión, luego le falta combustible o aire.

Se da la vuelta y se agacha en la parte trasera. Se incorpora sonriente y me muestra una bolsa de plástico renegrida.

-Algún gracioso se la ha metido en el tubo de escape. Acelere para que el motor revolucione.

Acelero y el coche responde con alegría, aunque no tanta como la que siento yo.

-No sé como darle las gracias…

En ese momento reaparece el experto…

-Sin duda, es una degeneración por sobreexposición del sistema térmico, que genera un flujo intermitente de iones radicales. Vamos a ponerle aloe vera en la junta de culata, para lubricar la disgregación de los componentes caucasianos. Es la típica disyuntiva klingorn-ferengi. Un clásico.

-Ya. Pues nada. ¿Le debo algo por el diagnóstico?

-No, la analítica es gratuita. Pero la avería es grave.

-Pues nada, si es tan amable desconecta mi coche del polígrafo, que me lo llevo.

Le doy cincuenta euros al hombre mayor, ante la estupefacción del “ingeniero”. Pero me parece un pago insuficiente. Así que, mientras saco el coche marcha atrás, no puedo evitar dedicarle a gritos al “experto” algunas palabritas.

-Lechuguino, cenutrio, mangarrán, pisaverde, zangolotino, tuercebotas, tronchavigas, zascandil… ¡Qué no tienes ni puta idea, capullo!

Como dice la publicidad, reparar el coche, cincuenta euros…La cara de aquel botarate y la sonrisa del viejo mecánico… ¡No tienen precio!

3 comentarios:

  1. De esos hay muchos ahora: de los electrodomesticos, de la informatica.

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  2. ¿A quién no le ha pasado algo similar en estos tiempos de coches electrónicos y vhs con más mandos que un avión de pasajeros?
    J.L

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  3. SI TUVIERAS UN FIAT SUPERMIRAFLORI QUE FUNCIONA SIN ACEITE....
    Sergio

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