viernes, 1 de abril de 2011

Inmerso entre olas de mar y de sentimiento

Armamos una buena nave y no habría galerna que nos hiciera sentir perdidos.
Arrebujados frente al timón compartíamos el mismo rumbo a pesar de las derrotas.
Las lágrimas de lluvia yacían ya secas y abandonadas en nuestros rostros como surcos de amargor.
Inmersos entre olas de la mar, tan blancas de espuma como mis sentimientos, navegábamos unidos.
Sus manos firmes y delicadas reposaban sobre mi pecho como jarcias que sujetaran mis locos latidos, siempre avizor a los errores de mis impulsos, midiéndolos como pies mide una sonda que rastrea el lecho marino.
Su morena piel pegada a mi cuerpo, brillo canela de arena y sal, entibiaba los húmedos y fríos instantes.
El alborear de sus ojos aleteando como argénteas gaviotas a través de la bruma, colmaba mis anhelos.
Su voz rumorosa y felina runruneaba ardientes promesas que hacían sonar las sirenas en mis puertos.
El cascabel de su risa titilando en mi oído como soplo de viento salado, hinchaba mis velas de ilusiones.
Su alma sabia, llena de eternidades amando me arrastró hacia ella y yo,  naufrago de esas eternidades,  rendido, me entregué a lo profundo de su amor...
¿Cómo no iba a ser marinero mi corazón?...

Roy Batty, nexus 6

2 comentarios:

  1. Menos mal que los replicantes no tienen sentimientos. Aun así habría hecho buenas migas con Gustavo Adolfo Bécquer y José de Espronceda.

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  2. Cualquiera replica al replicante

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