viernes, 30 de septiembre de 2011

La deuda


Ficha:

Película: La deuda. Título original: The debt. Dirección: John Madden. País: USA. Año: 2010. Duración: 113 min. Género: Drama, thriller. Interpretación: Helen Mirren (Rachel Singer), Sam Worthington (David Peretz joven), Jessica Chastain (Rachel Singer joven), Jesper Christensen (doctor Bernhardt/Dieter Vogel), Marton Csokas (Stephan Gold joven), Ciarán Hinds (David Peretz), Tom Wilkinson (Stephan Gold). Guion: Matthew Vaughn, Jane Goldman y Peter Straughan; basado en el guion escrito por Assaf Berstein e Ido Rosenblum para la película “Ha-hov” (2007). Producción: Eduardo Rossof, Kris Thykier, Matthew Vaughn y Eitan Evan. Música: Thomas Newman. Fotografía: Ben Davis. Montaje: Alexander Berner. Diseño de producción: Jim Clay. Vestuario: Natalie Ward. Distribuidora: Universal Pictures International Spain. Estreno en USA: 31 Agosto 2011. Estreno en España: 8 Septiembre 2011. No recomendada para menores de 16 años.




Sinopsis:

La historia de La deuda empieza en 1997, cuando dos agentes del Mossad ya retirados, Rachel y Stephan, reciben una noticia sorprendente acerca de su antiguo compañero David. Se convirtieron en figuras muy respetadas en Israel después de una misión que realizaron entre 1965 y 1966 cuando los tres localizaron al criminal de guerra nazi Dieter Vogel, el temible “Cirujano de Birkenau”, en Berlín Este. Rachel tuvo que superar una atracción sentimental mientras servía de cebo para que sus compañeros cerraran la pinza alrededor de Vogel. El equipo arriesgó mucho y pagó un considerable precio para cumplir la misión.

Opinión:

Esta vez nos vamos a un thriller político, con suspense y acción, en donde las cosas no suelen ser como parecen. Película oscura, fría, con un reparto solvente, que la hace entretenida y correcta. Volvemos a un cine donde este género nunca pasa inadvertido, existen nexos de unión con Munich (Spielberg, 2005).
La historia está contada en dos tiempos, con algunas trampas en el guion, que la hacen intrigante, pasa de un periodo a otro continuamente, con pocos personajes, tres espías del Mossad en seis actores, y el protagonista. Escasos escenarios, el Berlín oriental, e Israel, y la pregunta de si es posible vivir con una mentira, con remordimiento, con carencia de moralidad y la necesidad de sentirse libre. ¿Llegaron a cumplir la misión de verdad?
Película dramática, con historias humanas, que ancla al espectador y le mantiene expectante todo el tiempo.

Cita: Existen dos verdades, la real y La histórica.

Calificación:  




Clark Kent 

martes, 27 de septiembre de 2011

Nada había vuelto a ser lo mismo...

Nada había vuelto a ser lo mismo desde que su padre murió.
Soberana de una extensión de 50.600 km. cuadrados, comenzó a sentirlo el día de su coronación.
Asistieron 20.000 de los 43 millones de súbditos dispuestos a entregar la vida por su persona y  la defensa de las fronteras de su reino.
Bajo el peso de la corona se desdibujó su cintura y buscando espacio en el vientre frío, trepó la espalda y rodeó su garganta hasta dejarla sin aliento.
Le faltaba estar a solas con el sol.
Nunca recuperó su delicada figura de noble cuento de hadas. Y se alegró. Deseaba con todas sus fuerzas vivir una oronda campesina de caderas poderosas y pechos rotos como ubres.
Los espejos de palacio fueron clausurados. No soportaba su presencia hostil en ellos.
A todas sus medidas le faltaban 40 cm. de más.
Las audiencias con los prestamistas le daban vértigo. No necesitaba tanto para administrar una cabaña de heno, vacas y gallinas.
La ausencia de su abdomen aumentaba.
Le faltaban 600 mil millones de menos.
Los consejos para la guerra le llenaban la incertidumbre. ¿Cuántos soldados para defender las vastas praderas que se perdían ante su mirada hueca?.
Le faltaban las 500 mil unidades que los dados habían decidido enviar al otro extremo de su batalla.
Para cuidar ovejas y quesos no necesitaba ojos vigilantes de mirada feroz.
Los desayunos en la cama, las doncellas pendientes de su respiración, las proposiciones de matrimonio de todos los rincones del mundo conocido y desconocido, las fiestas, los vestidos fabulosos, la dejaban exhausta, sin vida.
Le faltaba un campesino con leche y tierra. Y su propia piel cuarteada por el trabajo infatigable al aire libre, segando hierba, sembrando trigo.
Su abuela, antes de irse, le explicó que la vida se encargaría de elegir un camino para ella. Para ser feliz, sólo tendría que recorrerlo hasta donde le llevara.
Se encerró en el establo para oler a los animales que cuidaba sin descanso en sus sueños desvelados.
Y no volvió a salir.
Se negó a lavarse, a dormir. La comida no podía permanecer en aquel epicentro helado donde empezaban y terminaban todas sus tempestades.
Desatendió sus posesiones por completo. La niebla del abandono se hizo tan espesa, que los habitantes del lugar no podían verse los unos a los otros. El miedo se hizo aire. Los niños no se atrevían a llorar.
Enloquecida entre abrazos de caballos y caballerizos, el cielo, sostenido apenas por su tenacidad, se desplomaba sobre ella a cada momento.
Su gestación le agarraba con las dos manos las tripas, inclinándola ante un futuro de incumplimientos que le aterrorizaba.
El tamaño de su cuerpo, las dimensiones de su reino, las cifras de habitantes y bienes, no daban la medida de quién era.
Se resentía por todo lo que no tenía. No era lo que deseaba. Ella era otra.
Alimentaba dentro de sí un rechazo que terminaría comiéndosela en cuanto rompiera aguas.
Y al final... no fue nada.

Publicado por Alicia

lunes, 26 de septiembre de 2011

Living in the Red Light

Así llaman al Barrio Rojo de Ámsterdam, famoso en el mundo entero porque las prostitutas se exhiben en el escaparate del burdel mostrando sus encantos a los clientes detrás de un cristal. La carne presentada como en la vitrina del supermercado.

Tengo la impresión de que el mundo se ha convertido en el Gran Barrio Rojo y todos somos las meretrices expuestas en lencería.

Hace cuarenta años, mi padre nos daba un beso a mi madre, a mi hermano y a mí y se iba a trabajar. En su curro tenía un teléfono de pared, negro, que sólo utilizaba para llamar si pasaba algo grave. Mi madre se iba a la compra, nos recogía del colegio, nos daba de merendar…No llamaba a mi padre a menos que nos pusiésemos malos o la vecina nos hubiese hecho una gotera. Mi padre y mi madre han disfrutado de sus pequeños universos privados, separados por unos cientos de metros pero independientes. La sinceridad era entonces un valor personal, y seguro que muchas pequeñas tribulaciones y algún secretillo se han quedado en esas esferas, sin ninguna consecuencia práctica para su convivencia.

Hoy tenemos teléfonos móviles. Ya no es sólo que pueden llamarnos en cualquier momento, lo que nos dejaría la opción de no contestar. Los sistemas se han vuelto tan perversos que incorporan aplicaciones de mensajería que le dicen al remitente si has leído su texto y sofisticados artilugios GPS que referencian tu situación para que estés permanentemente localizado.

La videollamada hace que no puedas ocultar una mala cara. El manos libres recoge el ruido de fondo del lugar donde estás. Un diminuto terminal sirve no sólo para fotografiarte o filmarte, sino que difunde esa imagen en el momento.

Y, una vez secuestrado, una suerte de síndrome de Estocolmo hace que te entregues a la causa voluntariamente y sin resistencia. Entonces empiezas a transmitir tu propia vida en tiempo real. Cuentas en las redes sociales lo que piensas, lo que haces, lo que te gusta y no te gusta. Tus sueños y tus pesadillas. Tus filias y tus fobias. Eres Truman en en su show, y abrazas al Gran Hermano con una ilusión casi infantil.

Estás en el escaparate. Si alguien quiere comprarte, ya puede hacerlo. Y es tanta la oferta que el precio se devalúa a cada minuto, con el añadido de que tampoco estás contando la verdad. Estás contando la verdad que quieres que los demás crean que es la verdad.

Como esto que ahora mismo estoy haciendo en el blog. Aunque tal vez mañana tire el teléfono móvil al Manzanares y deje de escribir aquí y allí. Al menos, voy a considerarlo.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Vientos de cuaresma

Segunda de Mario Conde. Aquí sopla un viento enloquecedor. Y los hombres y las mujeres se enamoran, se buscan, se encuentran, se pierden, se persiguen...Y al bueno del teniente le cuecen las entrañas con la calentura del pecado, con el ron y las duralginas. El "Flaco" que ya no es flaco y su madre, que es todas las madres, el sargento Manuel y los puros del jefe, y la Habana, y la cocina.

A mí ya me sedujo en "Pasado Perfecto", pero después de esta ya no es sólo vicio...esto es amor. Maravillosa, sostenida en las cosas que cosas que sostienen la vida, apasionante, llena de vacíos y llena de plenitudes. Desoladora y esperanzadora, frívola en su terrible profundidad. Un resumen de la vida con lo malo y lo bueno que tiene, y, un poli de los de verdad, con sus destellos y sus sombras, un poli con persona dentro.

Genial.

Vientos de cuaresma
Leonardo Padura 2001
Tusquets Serie Mario Conde
225 páginas
Licencia Creative Commons
La siguiente la pago yo por Rick, Diógenes de Sinope y Albert se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.