viernes, 28 de noviembre de 2014

Bufón de Reyes






Cuando alcancé la sabiduría, ella me miró y dijo: "Ya me alcanza cualquiera".



Roberto Fontanarrosa


 (Humorista argentino, 1944-2007)

jueves, 27 de noviembre de 2014

Ocho minutos



Casi me le llevo por delante. Iba mirando el panel luminoso y he estado a punto de arrollarle. Le he pedido perdón. Me ha mirado con unos ojos muy azules.

He salido corriendo y, como no podía ser de otro modo, he perdido el convoy. En el letrero rezaba: “El próximo tren llegará en 8 minutos”. Me he sentado en un banco del andén. El hombre víctima de mi atropello ha llegado un par de minutos después y se ha sentado a mi lado. Me he dado cuenta de que me miraba.

  • Perdone, caballero...

A mi me han llaman habitualmente “hombre”, “tío”, “socio”, “colega”, “tronco”....”Caballero” muy pocas veces o ninguna. Supongo que es perfectamente perceptible que las veces que he montado a caballo a lo largo de mi vida se pueden contar con los dedos de una mano y que tampoco pertenezco a una familia de hijosdalgos, ni siquiera de infantería.

  • Dígame.

Unos setenta o setenta y tantos. Pantalones chinos, unas botas de calidad pero con muchos kilómetros encima, camisa oscura, chaqueta de tweet y un panamá en la cabeza. Recuerda a Indiana Jones.

  • La frecuencia casi exacta de este tren en este horario es de ocho minutos.

  • Ya. Hago a diario el trayecto.

  • Ocho minutos...

Me va a dar conversación. De mi padre he heredado la mirada triste y una anacrónica y exquisita educación, que me impide despachar con cajas destempladas a una persona, más aún siendo mayor que yo, por poco que me interese su charla.

  • Si.

  • ¿Compensa su prisa?

  • Hombre...

  • Ocho minutos no es nada. Si usted le dedica ocho minutos a su higiene diaria, al ejercicio físico, o come en ocho minutos, yo diría que va por mal camino...

Tiene un habla pausada. No me está regañando.

  • Si invierte ocho minutos en hacer el amor, o lee ocho minutos al día, o una conversación con un amigo dura tan solo ocho minutos...

  • Ya le he pedido disculpas...

  • No es eso. Divida los años que ha vivido en períodos de ocho minutos y plantéese si perder uno sólo de esos períodos, y no hablo, es evidente, de los ocho minutos inmediatos al nacimiento de sus hijos o a la pérdida de un ser querido, hablo de cualquier otro período cotidiano...¿Cuál sería su pérdida?. Ninguna.

  • Ninguna, creo...

El tren va a efectuar su entrada en la estación, repite el cartel. Me levanto.

  • Pues tiene usted razón.

Ya está en la vía y se abren las puertas. Se queda sentado en el banco. No lo puedo evitar, mientras subo al vagón.

  • ¿A qué dedicaría usted ocho minutos, señor?

Se ríe.

  • A hacer reflexionar a algún inconsciente.


Se cierran las puertas y el tren sale de la estación. Mirando hacia la oscuridad del túnel, le doy la razón. Aunque, apenas ocho minutos después, ya se me ha olvidado que no tengo tanta prisa.

miércoles, 26 de noviembre de 2014

Amar como Reyes


La alegría de la vida deriva de expresarnos, de correr riesgos, de aventurarnos. No todo el mundo te amará, pero tú sí puedes amar a quien desees.”

Andrew Matthews 

Escritor galés (1948)

martes, 25 de noviembre de 2014

Volviendo a casa


He vuelto al JJ y me he vuelto a encontrar con un abrazo de Padraig y, al fondo de la barra, con su copa en la mano y cantando por lo bajinis, con él.. El tiparraco me cae bien. No lo puedo evitar. Me ha echado una de esas sonrisas de medio lado, ha levantado el vaso y no me ha quedado más remedio que sentarme a su lado. Padraig me ha servido una media pinta y , después del convencional “¿Qué tal? Bien.? , el tipo y yo nos hemos quedado un ratito en ese espacio de silencio que sólo puede nacer de una buena canción. Como de costumbre, se ha puesto a hablar cuando le ha parecido oportuno. Habla para sí mismo, pero en voz alta, que ya le voy conociendo.

  • Ando negociando qué hacer el resto de mi vida. Tengo una oferta de trabajo de Colombia. Bien pagada. Aunque no me puedo quejar de mi trabajo, sobre todo por la gente que me rodea. Tengo dos ex-mujeres, tres hijos y dos novias. Todos buenas personas. Tengo a mi padre en la residencia de ancianos, con un alzeimer galopante. Me llama David, creyendo que soy mi hermano, me llama Posada, creyendo que soy su compañero, y a veces me llama de usted, porque le resulto un completo desconocido. Tengo un puñado de amigos. Unos son más cercanos, otros más formales, unos más cariñosos y otros más serios. A algunos les veo con frecuencia, a otros casi nunca. Pero todos son parte de mí.

Le pido otra a Padraig. Como está sonando el “Somke on the water”, dejamos de hablar. Cuando Ian Gillan deja de cantar, le pregunto.

  • ¿ Y qué es lo que no tienes?

Por lo rápido que responde, la tenía preparada.

  • Sueños. No tengo sueños.

Ha pinchado en hueso. A un viejo cínico como yo no le puedes venir con esas. No.

  • ¿Y qué te hace pensar que los sueños de los demás brotan como las amapolas? Tú debes andar, como yo, por los cincuenta, año arriba, año abajo. A nuestra edad, ya andamos por el cuarto de hora del segundo tiempo. Si tenemos el partido resuelto, no queda sino defender el resultado, y los goles que metamos al contraataque no nos van a alegrar demasiado. Si lo tenemos perdido, nos queda media de desesperación intentando remontar, pero con la convicción de que el esfuerzo tiene todos los visos de ser inútil.

  • Siempre estas con el fútbol...

  • Vale como ejemplo, supongo.

  • Bueno. En cualquier caso, no entiendo que tratas de decirme.

  • Qué los sueños te los tienes que inventar. A veces plantas un esqueje de un sueño que te gustó y agarra. A veces, lo injertas en una rama de la realidad, y crece. A veces, hagas lo que hagas, se seca. Pero ten confianza. Mira, a los Purple se les quemó el hotel y compusieron una de las mejores canciones de la historia. Las cosas pasan si tienen que pasar. Sólo tienes que estar atento.

-¿Eso es lo
que haces tú?

Me echo a reír.


  • No. Yo doy consejos y bebo cerveza.

Ahora el que se ríe es él.

  • Padraig, pon otra media de rubia por aquí para mi asesor.

Entonces Sabina se puso a cantar “A mis cuarenta y diez” y nos sonreímos los dos. Sonrisas tristes. Pero sonrisas, al fin y al cabo.







lunes, 24 de noviembre de 2014

Reyes del pasado



El pasado no puede hacerte daño, no a menos que se lo permitas.”

Alan Moore 

 (Guionista inglés, 1953)
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La siguiente la pago yo por Rick, Diógenes de Sinope y Albert se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.