sábado, 28 de diciembre de 2019


Navidad en Madrid.

La gente camina igual que conduce. Con impaciencia y sin respeto. Entorpecen a media humanidad para hacerse un selfie. Gritan como piratas abordando un galeón. Utilizan como arietes los carros de los niños, con niño dentro en muchas ocasiones, y con gran pericia las bolsas de El Corte Inglés, a manera de mazas de guerra, castigando las piernas de los otros transeutes sin piedad.

Se esmeran por colarse en la primera fila que ven, hasta sin saber que hay al final de la cola. Si el tramo de acera en que se encuentran está atestado, con sutil perfidia se marcan un don Tancredo, convirtiéndose en un obstáculo insalvable, mientras disimulan escribiendo un mensaje en el móvil.

Te atropellan para llamar a un taxi y, en los lugares más visitados, metamorfosean en un híbrido de rebaño de ovejas modorras, una estampida de búfalos o una manifestación de estibadores portuarios, con sentada reivindicativa incluida.

Si utilizan un transporte colectivo, decapitan a cualquiera que les dispute el sitio y se colocan estratégicamente de forma que impidan a otros usuarios subir o bajar.

No me extiendo más, que soy un plomo. Un par de cositas más, por rematar: esta especie se dirige necesariamente a la extinción y me cago en el espíritu navideño.

Feliz Navidad...mis cojones treinta y tres!!!

viernes, 27 de diciembre de 2019

Lo que queda

Siempre que recorro el viaducto me viene a la memoria la historia que cuenta mi madre del panadero al que un suicida dio matarile al arrojarse al vacío, con la buena suerte para el insensato de caer sobre la cesta de la hogazas y la mala suerte para el tahonero de ser el soporte de la banasta. La vida es tener suerte, unas veces buena y otras mala, me parece.

Vengo de cenar con mis amigos. Mis amigos de siempre, los que llevan siendo mis amigos casi desde que tengo memoria. Gente de bien, con la excepción del que suscribe. Amigos de tasca, amigos de fútbol, amigos de novias, amigos de hospital y cruzando las líneas del tiempo, hasta de tanatorio. Que uno sabe como empiezan las amistades, pero las amistades se emperejilan en sobrevivir a la risa y en hacer madre con el dolor.

Cruzo la Plaza de Oriente. Territorio conocido. Muchas tardes de plantón y un buen puñado de atardeceres con la mirada perdida en la Casa de Campo. Una pareja de novios se besa frente al Palacio, que custodia una pareja de Guardias Civiles con cara de sueño y pocas ganas de beso. El Teatro Real en silencio, con el fantasma de Rossini encaramado a la cubierta del Teatro. La estatua de Fruela, rey, y estirpe de mi padre, mira con desdén el ridículo árbol anglosajón de alambres y borra que hace de la Navidad otro esperpento. La campana de la Almudena me da la una, y me recuerda que el tiempo pasa, tempus fugit, y es prudencia recogerse.

Y me bailan en la cabeza unas palabras sobre como ni la vejez ni el deterioro te pueden arrancar los momentos vividos con tus compañeros, los hetairoi de Alejandro, aquellos con los que has conquistado los instantes hasta que no quedan minutos que conquistar. Y no lloro por ello como el macedonio
. Me sonrío. Sé que la única manera de vencer al tiempo es vivir. Y vivo con ellos.

jueves, 19 de diciembre de 2019

Tercer Premio del VI Concurso de relatos hiperbreves ma non troppo “La siguiente la pago yo”


EL ASUNTO SE COMPLICA

Abro los ojos. Durante un tiempo no reconozco dónde me encuentro. Me duele la cabeza, siento nauseas, intento incorporarme y estoy a punto de vomitar.
Bebí demasiado ayer, cierro de nuevo los ojos y todo empieza a girar; me levanto apresuradamente, a punto de echar la pota y salgo corriendo buscando un baño; por el pasillo recuerdo dónde estoy, es la casa de Tomás. “¿Qué hago yo aquí?”, no recuerdo nada. Llego a la taza del váter, me arrodillo ante ella, me meto los dedos y comienzo a echar un montón de porquería con olor a alcohol y a comida fermentada, me produce tanto asco que sigo vomitando hasta que no me queda nada más que el aumento insoportable de mi dolor de cabeza; me golpean los pulsos en las sienes, estoy a punto de reventar.
Como puedo me acerco de nuevo a la habitación de la que salí, al entrar veo a Tomás, desnudo en la cama, justo al lado del hueco que he ocupado yo. Es su dormitorio.
Sólo entonces soy consciente de que yo también estoy desnudo. Me quedo aturdido y confuso, y ese es el momento que eligen mis recuerdos para empezar a asomarse atropelladamente, mezclándose, surgiendo y huyendo antes de que los pueda digerir.
Veo su cuerpo, mi cuerpo, rozándonos, revolcándonos, siento olores, tactos, alientos, besos, caricias y me entra una angustia tan grande que echo a correr nuevamente al baño, me meto en la ducha y le doy con fuerza al mando del agua fría.
Estoy a punto de gritar al sentir el chorro helado en mi piel pero, primero con pequeños estremecimientos y luego con fuerza, comienzo a llorar. Me siento derrumbado en el suelo de la bañera “¿qué he hecho?, ¿qué ha pasado?”. El agua sigue cayendo sobre mí, helándome, pero yo solo pienso en Rosalía, recuerdo su piel tibia, dulce, como de seda, su cara mirándome con amor, sus labios húmedos, rosados y suaves besándome “¿qué he hecho? Solo eres tú a quien amo, solo te amo a ti, lo juro, solo te amo a ti”, me repito una y otra vez entre susurros mientras mis lágrimas, calientes, saladas, se mezclan con los gélidos alfileres de la lluvia que cae sobre mí, y yo recibo ese helado castigo como una expiación merecida, como una condena por mi engaño, por mi cobardía, por mi traición.
Me doy asco, me avergüenzo, ya no sé ni quien, ni cómo soy.
Hoy es la mañana de mi boda, apenas me quedan tres horas para arreglarme y partir al ayuntamiento, allí me esperan mis padres, mis futuros suegros, mis amigos, me esperará Tomás, me esperará Rosalía, y, sobre todo, en el altar, me esperará Sara.
Sí, hoy me caso con ella.

lunes, 16 de diciembre de 2019

Segundo Premio del VI Concurso de relatos hiperbreves ma non troppo “La siguiente la pago yo”


PROMESA CUMPLIDA

Un oscuro callejón con olor a meado y a vómito de borracho me llevó hasta un destartalado portal. Llamé a gritos, no había timbre. Al rato, una mujer se asomó por entre los barrotes de una vieja escalera.
    —¡Buenos días, señora, busco a doña Francisca Sánchez! —le grité.
—No hace falta que chille, leche, que no estoy sorda. ¿Y para qué coña me busca usted?
Me presenté. Andrés, voluntario en una ONG que asiste a enfermos terminales, y que antes de morir victima del sida, le prometió a su hija Ana Mari, que cumpliría su último deseo: procurarle un poco de paz a su madre los últimos años de su mísera vida.
     —Pobrecilla, que disgusto —dijo sin ningún sentimiento.
    —Su hija me dijo que lo que usted más necesita es vivir tranquila, sola —le dije.
    —Y que lo diga usted, joven, que el Pepe, el padre de la Ana Mari, me viene borracho todas las noches. ¡Y la que lía! Y mi hijo, el Rafita, vaya alhaja, madre mía, entrando y saliendo del psiquiátrico con la misma frecuencia que entra y sale su padre del bar, que los médicos no hacen más que atiborrarle a pastillas, para nada, porque cada dos por tres le da el siroco y arrasa con todo —. Y cambiando de tema me dijo—, pero suba usted y pase para dentro, que me he dejado las lentejas en la lumbre y se me van a quemar.
El piso olía a meado, a vómito y a lentejas socarradas. Desde la cocina escuché al tal Rafa vociferando obscenidades y al padre, con voz estropajosa, insultándole y mandándole callar.
Convencí a doña Paca para dar un paseo. Caminamos por callejuelas sucias y oscuras. La mujer se encontró con algunas vecinas y yo, con la excusa de ir a comprar tabaco, volví al piso. La puerta estaba abierta y habían cesado los gritos. Saqué una navaja. Sobre una cama revuelta, el Pepe roncaba como un gorrino. Le apuñalé en pleno corazón. El Rafita ni siquiera me oyó entrar en su habitación. Le clave la navaja en el pecho. Alcé los cuerpos, los arrastré hasta la ventana y los empujé sobre el montón de basura que se acumulaba en el descampado detrás del bloque. Jamás he visto ratas como las que allí se revolcaban.
    —Ay, doña Paquita, no se lo va a creer —le dije más tarde, ya de vuelta a casa—. Antes, me encontré con los del psiquiátrico, que se han llevado al Rafita, que van a probar un nuevo tratamiento en una clínica del extranjero y que me han dicho que mejor que no se comunique con él en un tiempo, unos dos o tres años. ¡Ah! Y de paso se han llevado a Pepe, que también tienen cura para alcohólicos…
— ¡Que cosa tan rara…!, y luego dicen que la Sanidad va mal en este país. 
— Y ahora se echa usted un rato, que, mientras, yo le pongo en lejía las sábanas, que están ya muy rozadas.

martes, 10 de diciembre de 2019

Primer Premio del VI Concurso de relatos hiperbreves ma non troppo “La siguiente la pago yo”



CARSHARING

Reconozco que no soy un gran aficionado a compartir nada, y desde ahora lo seré menos aún. Darme de alta en la aplicación fue un suplicio, y tuve que enviar hasta una radiografía de mis dientes, pero lo conseguí. Caminé varias manzanas, menos mal que esto no es Nueva York, y por fin me encontré ante mi reto tecnológico, había dos iguales, me subí en el de atrás. Leí todas las pegatinas y creí ponerlo en marcha, porque no sonaba, pero se movía. El coche tenía un olor dulzón a perfume de mujer mezclado con tabaco, parecía que hubiesen derramado un bote entero… Lo haré constar en la aplicación.
Me movía en el tráfico con la soltura que tienen los coches pequeños. Subiendo por Génova, atasco. Avanzábamos lento, los carriles se redujeron a uno, y al llegar a Alonso Martínez, control de Policía. ¡Qué pereza! Ya solo me quedaban dos. Despacio. Me mandaron al lateral, los demás siguieron. Trámites de papeleo, revisaron mis documentos y los del coche, llamaron por la emisora… ¿Podría bajar del vehículo? Me bajé y me escrutó. Después inspeccionó el coche, abrió el maletero, se giró y vomitó. Me acerqué y vomité. Se giró y me encañonó. Desde ahí todo sucedió muy rápido, los nervios, el mareo y la imagen de aquella mujer mirándome inerte, no me ayudaron a ser consciente de lo que sucedía.
Con lo que me cuesta salir bien en el fotomatón, y en comisaría me hicieron tres fotografías sin miramientos, sin dejarme posar. Miraba los dedos manchados de tinta, recordando los rotuladores del colegio, y sin parar de reclamar mi inocencia. Clara llevaba desaparecida un par de días. Sus compañeras de piso y profesión habían denunciado el hecho sin mucho éxito. Alguien de perfil parecido al mío, en un coche similar, había sido el último cliente aquella noche. Amor en riesgo de muerte por 30 euros.
El abogado de oficio, un sesentón con boquita de piñón hizo su aparición. No venía solo, le acompañaba una becaria, una pasante de todo. Les conté la historia varias veces, me preguntaron por la mujer, que si la había estrangulado con el panty, que era mejor que dijese la verdad, que todo se sabría. Después de una hora Beatriz, la asistente, me pidió que volviese a explicar cómo había sido el proceso del alquiler, otra vez, otra vez, a la cuarta se levantó y salió de la sala. Me apretaban las esposas. Esperamos un buen rato, y un poco más. Entró un oficial de policía, me soltó y me dijo que no habría ni cargos ni ficha de la detención, sin disculpas.
En la calle, la flamante abogada explicó que habían podido comprobar con mi smartphone que el alquiler del coche no se había ejecutado. Me había subido en el coche que no era. Ella, usuaria pro, se dio cuenta que no había mencionado pasos cruciales previos, como comprobar la carrocería o abrir el coche, al parecer se encienden los intermitentes. Agradezco, me despido y cojo un VTC. Al subir reconozco ese olor dulzón, el conductor se gira y me mira. Escalofríos.

Javier Nombela Olmo

miércoles, 27 de noviembre de 2019


Andaba solo por los bares. Sus amigos ya no estaban, no sabía si barridos por el tiempo o por su imbecilidad. Buscando un placebo, intentando robarle un beso a la tristeza. Suponía, asomado  al balcón de su copa, que cada acción trae indefectiblemente su reacción, y esta era la consecuencia irremediable del anhelo estúpido de querer vivir siendo un eterno adolescente. El síndrome de Peter Pan. Si no maduras, no encontrarás tu lugar en el mundo, le decían los sabios. Si maduras, será a costa de matar al niño, le decían los locos. Pero él necesitaba los ojos del niño, la alegría del niño, su curiosidad, su pasión, hasta su torpeza inocente y su rubor candoroso.


Andaba solo por los bares. Aunque, a diferencia de Peter Pan, ni su sombra le acompañaba.

Rompió a reír mirando una antigua cartografía que adornaba la pared del bar, incrustada en mitad del espejo interminable que recubría la trasera de la barra. Rompió a reír al ver su cara y el mundo, al comprobar la insignificancia definitiva de su existencia y la nimiedad absoluta de la existencia de la especie humana.


sábado, 23 de noviembre de 2019

Entrega de Premios del VI Concurso de Relatos



La gente práctica, lógica y sensata, diría que esto es un sindiós, que hay que estar chalado, con la que está cayendo, para meterse a organizador de concursos sin ánimo de lucro y, parafraseando a los Dupont de Tintín,” ¡yo aún diría más!”, con lucro cesante.

Pero la literatura siempre fue un lugar donde brilló por su ausencia la gente práctica, la lógica y la sensata, que no en vano el número uno del escalafón resulta ser un tal Alonso Quijano, nacido en un lugar de La Mancha de cuyo nombre…no consigo acordarme, que la edad no perdona. Líbrenos la cordura de caer en el pecado de la soberbia y comparar una aventura con otra, Pero cada uno en su escala, que los que aquí participamos andamos pelados de adargas antiguas y galgos corredores, y en vez de Rocinantes viajamos en metro, hay mucho de aventura en las dos cosas.

Desde el 2012 llevamos metidos en este lío. Y el concurso va ya por su sexta edición y, me juego corderos contra pajaritos, habrá más, aunque no mejores, porque a los hijos
se los quiere a todos por igual y ayer bautizamos al último, y hubo celebración.

Me paso a la primera persona, que cada maestrillo tiene su librillo, aunque creo que mis cofrades suscribirán en buena parte lo que cuento a continuación.

Ayer culmina un recorrido lleno de gratificaciones (y alguna cerveza que otra, no nos engañemos) que, una vez más, me llena de pasmo y de alegría. Más de un centenar de personas descubren la convocatoria de un concurso de relatos parco en premios, corto
de repercusión y con unas bases esperpénticas y se tiran a la piscina del escribir desde el trampolín más alto. Por el puro y simple placer de escribir. Nada menos. Y a uno se le llenan los ojos de lágrimas y entona aleluyas al pensar que aún hay esperanza en el mundo desesperanzado, y que hay muchos que quieren vivir dos vidas, la propia y la de los personajes, y que lo hacen sin más guía que la pasión.

El agradecimiento a los premiados, que además acudieron a la cita y aportaron sonrisas y simpatía. Y no menos agradecimiento a cada uno de los participantes, porque es verdad aquello de que lo importante es participar, sirva el sexo en pareja como ejemplo, que participar ya es haber vencido, como mínimo, a la desidia, a la indiferencia y al pudor. Todos son ganadores. Gracias.

La segunda parte, y me tomo la libertad de mirarme el ombligo, cuestión cada vez más complicada debido a la edad, a la vida sedentaria y a la pasión por la panceta y viandas similares, es el agradecimiento a los caballeros y damas andantes que participan en la organización. Es de admirar la parte física de presentar el reclamo al concurso, de recepcionar y distribuir los relatos, de convocar las reuniones y de hacer posible un evento final en un lugar tan lleno de aroma a tinta y papel como el Ateneo.
Pero la parte donde me emocionan, donde se transforman en personajes mitológicos, es a la hora de determinar los ganadores. Cada uno defendiendo las virtudes de sus seleccionados, releyendo una y otra vez para formar un juicio, con la pasión de un amante furtivo y la responsabilidad de un juez equitativo. Estos seres humanos aman las letras, háganme caso, y eso es imposible de pagar, ni en efectivo ni con tarjeta ni con un cheque al portador, se lo aseguro.

Dicho esto, y como decían en la televisión antiguamente, permanezcan atentos a la programación, que esto continúa y sería una pena no contar con su presencia en lo que esté por venir.
Gracias a todos. Y la siguiente está pagada, ya saben.



sábado, 26 de octubre de 2019

Diplomo del VI Concurso de relatos hiperbreves ma non troppo “La siguiente la pago yo”


Como es tradición en este concurso, además de los ganadores, todos los participantes recibirán un Diplomo.
En esta edición, al igual que en la 4ª, hemos contado con la generosidad del pintor Fernando Vicente, que nos ha permitido utilizar su ilustración de J.D. Salinger, cuyo centenario se conmemora en este año.
Es un placer para nosotros combinar de algún modo las artes, y un honor que lo podamos hacer con un gran artista como Fernando Vicente, al que estamos profundamente agradecidos.
Aquí tenéis el diplomo, esperamos que os guste. En las próximas semanas los enviaremos a todos los participantes.

martes, 22 de octubre de 2019

Entrega de premios del VI Concurso de relatos hiperbreves ma non troppo “La siguiente la pago yo”

Queridos amigos, tenemos el gusto de comunicaros que la entrega de premios del VI Concurso de relatos hiperbreves ma non troppo “La siguiente la pago yo” tendrá lugar el próximo viernes, 22 de noviembre de 2019, de nuevo en un entorno de lujo como el Ateneo de Madrid (calle Santa Catalina, 10), donde podremos respirar en el mismo lugar en que lo hicieron insignes literatos (que nos perdonen por la osadía).
La solemne ceremonia se celebrará a las 22:30, pero estaremos por allí desde un rato antes, hacia las 21:30, para poder charlar con unas cervezas en la mano.
Durante el acto mantendremos nuestras costumbres, de leer los relatos ganadores, y de convidar a los asistentes a una cerveza.

Esperamos contar con vuestra presencia.

martes, 8 de octubre de 2019

Fallo del VI Concurso de relatos hiperbreves ma non troppo “La siguiente la pago yo”


En primer lugar, hemos de hablar de retrasos y de retrasados. Los retrasados somos nosotros, que hemos tenido un pequeño retraso en llegar a un fallo, y por ello pedimos disculpas.
Pero cada santo tiene su novena, y aquí está el veredicto del Ilustre, Abnegado e Iridiscente Jurado, que tras unas duras (incluso muy duras) deliberaciones ha decidido, por unanimidad, conceder los siguientes premios:
Primer premio del VI Concurso de relatos hiperbreves ma non troppo “La siguiente la pago yo” al relato titulado Carsharing, escrito por Javier Nombela Olmo.
Segundo premio del VI Concurso de relatos hiperbreves ma non troppo “La siguiente la pago yo” al relato titulado Promesa cumplida, escrito por Pola Gutiérrez Alegre.
Tercer premio del VI Concurso de relatos hiperbreves ma non troppo “La siguiente la pago yo” al relato titulado El asunto se complica, escrito por José Rodríguez Escobar.
El Jurado y los organizadores dan la enhorabuena a los ganadores, y agradecen a todos los participantes la generosidad de compartir sus relatos con todos nosotros.
Los relatos ganadores serán publicados en los próximos días en el blog “La siguiente la pago yo”.
La entrega de premios tendrá lugar en una fecha que se anunciará en breve, en este mismo medio, y a ella están invitados los ganadores, todos los participantes de esta y anteriores ediciones, y todos los amigos que deseen acompañarnos. Como es habitual, se leerán los relatos ganadores mientras damos cuenta de unas cervezas.
Muchas gracias a todos, y de nuevo, felicitaciones a los ganadores.

domingo, 21 de julio de 2019

ZAMORA: ALISTE 3/3

     Paramos ahora en Mombuey para ver otra iglesia de bonito interior en la que destaca su torre, un ejemplo de transición del románico al gótico, construida con pequeños sillares y con profusión de ventanas, algunas de ellas escoltadas por pequeñas columnas. La torre presenta en uno de sus ángulos una curiosa escultura de piedra que representa un buey, de ahí el nombre del pueblo, y está coronada por un chapitel piramidal.
     Villardeciervos nos recibe con una imagen que representa lo que es el nombre del pueblo: una estatua a tamaño real de un ciervo colocada sobre un pedestal en una plaza ajardinada. Aquí mismo ya empezamos a descubrir la belleza de esta localidad viendo su arquitectura popular, basada en viviendas de dos alturas con sillares de distintos tamaños que la dotan de un cierto aire señorial, aunque también las hay de piedra menos trabajada, conformando todo ello un hermoso casco urbano. Algunas casas llevan porches de entrada que sobresalen de la línea de fachada y están cubiertos de teja. Destaca también la cantidad de fuentes que hay por todas partes.

     Una carreterilla nos lleva desde el pueblo en pocos kilómetros al Embalse de Valparaíso, de grandes dimensiones y bonito entorno boscoso, donde hay diversas zonas de baño, entre ellas la Playa de los Molinos, parte de tierra y parte de hierba, con merenderos, chiringuito y embarcadero.

     En Cional, donde llega uno de los brazos del embalse, hay otra bonita playa dotada de sombrillas fijas de paja, un pequeño embarcadero y chiringuito, todo ello en un entorno natural paradisíaco.

   La iglesia de Codesal es otro ejemplo de espadaña con subida por escalera exterior, tan típicas por aquí.

     Nuestra siguiente parada es en Linarejos, un pueblo de buenas casas algo dispersas, construidas en piedra con techos de lajas de pizarra, quedando espacio entre ellas para huertos y praderíos, con una iglesia cuya espadaña es rudimentaria y encantadora al mismo tiempo.

     En esta zona donde se juntan las comarcas de Sanabria y Aliste, llegamos a uno de los platos fuertes de la ruta: Santa Cruz de los Cuérragos. El pueblo está declarado Bien de Interés Cultural, siendo un extraordinario ejemplo de lo que es la arquitectura alistana, presente en prácticamente el cien por cien de las viviendas y con un excelente estado de conservación. Paseando por las calles descubriremos otros detalles como la gran cruz de madera que hay dentro del porche de entrada a la iglesia, o el lavadero, con varios pilones a distintos niveles. Y todo ello sin olvidar el bellísimo entorno, con especies arbóreas muy variadas, desde roble a castaño, pudiéndose hacer bonitos paseos por los alrededores recorriendo sus caminos y sendas, algunos de los cuales nos introducen en las vecinas tierras portuguesas, de las que apenas nos separa poco más de un kilómetro. Hay una pequeña ruta de senderismo explicada en un cartel a la entrada del pueblo, consistente en bajar al Valle de los Infiernos, una hoz por la que discurre el arroyo del mismo nombre, cruzado por un puente de pizarra, andada de 1,5 kmts. más luego el regreso subiendo por el mismo camino.

     Pasando de nuevo por Linarejos tomamos la carretera de Villarino de Manzanas para atravesar la Sierra de la Culebra e introducirnos de lleno de nuevo en Aliste. En lo alto del puerto, junto a la carretera, se encuentra el mirador de Peña Mira, situado bajo este pico que con sus 1.241 mts. es la mayor altitud de estas montañas. El mirador, con su barandilla de madera y su banco, nos invita a quedarnos allí sentados un buen rato contemplando las inmensas panorámicas que nos ofrece de toda la comarca y las tierras adyacentes de Portugal.

     Poco después de pasar por Villarino, nos encontramos con el área recreativa de Majada Pequeña, una piscina natural sobre el Arroyo del Cabrón (con perdón, pero es que se llama así) rodeada de verdes praderitas y vegetación de ribera y dotada de merenderos, barbacoas, parque infantil y chiringuito (abierto según la época).

     Nuestra siguiente parada es otro de los pueblos más bonitos de Aliste: Ríomanzanas. Como su nombre indica, por esta localidad pasa el río Manzanas, donde desemboca otro arroyo que la atraviesa totalmente de norte a sur. Este cauce lo cruza un bonito puente medieval con arco de medio punto.

     La arquitectura es la propia de la zona que ya describimos anteriormente. No obstante, cabe destacar la gran cantidad de balcones corridos con barandilla sin balaustrada, es decir, cerrados por completo sin dejar huecos, con madera pintada de diferentes colores. La iglesia presenta una espadaña de altura considerable y una galería porticada con tres arcos de medio punto. Y si el casco urbano es de gran belleza, qué decir del precioso entorno del río Manzanas, rodeado de verdes praderas salpicadas de chopos, y con un puente sostenido por sobrias pilastras de pizarra.

     Bajamos ahora hacia el sur en paralelo a la frontera con Portugal, hasta llegar a Nuez, otro bonito pueblo por cuyas calles da gusto pasear. En la plaza destaca la iglesia con su imponente espadaña y el gran arco de entrada al porche, el cual protege una preciosa portada. En otra plazuela donde concurren varias calles, hay un buen conjunto de casas de arquitectura popular con una gran cruz de piedra en el centro.

     Trabazos es otra de las más pobladas localidades de Aliste, por la que pasa el Camino de Santiago en la Vía de la Plata, como señaliza un mojón situado junto a la fachada de la iglesia. Tras el ábside de ésta hay una bonita plaza con un cruceiro en medio.

     La última localidad que vamos a visitar es Sejas de Aliste, atravesada por el río de la Ribera de Arriba, el cual se cruza por un puente de cinco pequeños arcos rebajados, junto al que hay un antiguo molino restaurado de pizarra. Tenemos aquí una arquitectura que es mezcla de la autóctona con otras más diversas, conformando un bonito conjunto urbano, a lo que hay que añadir un entorno natural de gran frondosidad vegetal junto a varios arroyos que por allí confluyen.

     Cerca de Sejas está Alcañices, la "capital", donde volvemos a entrar al Santuario de la Virgen de la Salud para dar gracias por todo lo visto y vivido por la comarca de la que es patrona, y también por no haber tenido ningún accidente por las habituales irrupciones en calzada por parte de ciervos, corzos o jabalíes. ¡Por favor! ¡Precaución por estas carreteras! Siempre, y sobre todo al caer la tarde, por la noche y a primeras horas de la mañana.

     Y ahora, para concluir, me voy a comer un arroz a la zamorana y un buen chuletón de Aliste. ¡Buen provecho!


Fuente romana en Villardeciervos


Río Manzanas


Iglesia de Linarejos


Santa Cruz de los Cuérragos



     SALUDOS

EL RURAL

domingo, 14 de julio de 2019

ZAMORA: ALISTE 2/3

     Nuestra siguiente parada es uno de los pueblos más conocidos de la comarca como es Bercianos de Aliste, famoso por su procesión de Viernes Santo con su Cristo de brazos articulados y los cofrades vistiendo sus mortajas. Abundan aquí los tejados de pizarra en sus estrechas calles que bajan en cuesta hasta el río Aliste, cuyo entorno es realmente bello con su margen izquierda llena de verdes praderas y la derecha cubierta de vegetación ribereña. Si cruzamos el puente para pasar a la otra orilla y subimos a unos riscos que hay enfrente, tendremos bonitas vistas de todo el casco urbano y un buen tramo de río.

     En Riofrío de Aliste podemos visitar el Museo de los Carochos, que hace referencia a una fiesta propia de este pueblo que se celebra en enero, consistente en una especie de ronda con cantos populares que recorre las calles, protagonizada por mozos vestidos con trajes tradicionales.

     Tábara nos recibe con la iglesia románica de Santa María, declarada Bien de Interés Cultural, con galería porticada y una excelente torre con profusión de vanos de distintos tamaños cerrados por arcos de medio punto. La arquitectura de la localidad destaca por la piedra rojiza de sus construcciones, material del que también está hecha la iglesia de la Asunción, con su espadaña, blasón y porche porticado, situada en la Plaza Mayor, la cual es de gran tamaño, con una amplia zona ajardinada en el centro y de la que igualmente forma parte el ayuntamiento.

     Tras un buen trecho de carretera, vamos a salirnos ahora levemente de Aliste, donde volveremos de nuevo más tarde, para pasar al otro lado de la A-52, autovía de Benavente a las Rías Bajas, y recorrer el valle del río Negro, donde nuestra primera parada es Muelas de los Caballeros.

     Nos ofrece este pueblo una estupenda colección de casas de piedra con balcones corridos, con la particularidad de que éstos tienen unas balaustradas de madera con diversidad de formas de todo tipo, desde motivos geométricos hasta floridos. Otros balcones son totalmente cerrados, en un guiño a la cercana arquitectura de Aliste. Pasear por estas calles es un auténtico placer, con el aliciente de no saber cómo será el siguiente balcón que veamos, ya que no hay dos iguales, por lo que la curiosidad se apodera de nosotros.

     En el cercano pueblo de Donado está el Santuario de la Virgen de la Peregrina, magnífico templo coronado por dos pequeñas torres gemelas unidas por su base por una llamativa balaustrada de piedra.

     A las afueras de Lanseros, junto a la ermita de San Roque, veremos el cartel de la "Ruta de los Molinos", que recorre la margen derecha del río Negro en un entorno de ribera bellísimo, pasando por los restos de un gran número de antiguos molinos que funcionaron antaño aprovechando su considerable caudal.

     En Sejas de Sanabria tenemos una preciosa iglesia de buenos sillares, tejado reciente, porche con columnas de piedra y zaguán, espadaña con acceso por escalera exterior (algo muy común por la zona), y un elemento curioso, situado en una esquina del ábside, como es una escultura de piedra que parece representar una cabra o animal parecido que lleva encima de su lomo una cruz. No pude ver el interior del templo, pero al parecer tiene un buen artesonado y retablo. Decir también que por Sejas pasa la "Ruta de los Molinos" que empieza en Lanseros.



Tábara


Rio Negro a su paso por Lanseros




     SALUDOS

EL RURAL

... / ...

domingo, 7 de julio de 2019

ZAMORA: ALISTE 1/3

     Recorremos en esta ocasión la comarca de Aliste, en el noroeste de la provincia de Zamora, la cual linda al Norte con la comarca de Sanabria, de la que ya hablamos hace algún tiempo, al Este con la llamada Tierra de Alba, que tiene su límite en el río Esla en su tramo final antes de desembocar en el Duero, al Sur con la comarca de Sayago y al Oeste con Portugal.

     Se trata de una zona en general de suaves ondulaciones salpicadas de bosque de roble, encina y pino, salvo por la zona de la Sierra de la Culebra que es más montañosa. Sus abundantes ríos y arroyos hacen que la vegetación de ribera también sea frecuente. Entre su numerosa fauna destacan los cérvidos y los jabalíes, además de una de las poblaciones de lobo más importantes de toda la Península Ibérica.

     La oferta hostelera es abundante entre hoteles, hostales y casas rurales, distribuidos por distintos pueblos, al igual que en lo que a restaurantes se refiere, en los que podemos degustar la variada gastronomía zamorana, con el chuletón de Aliste como plato estrella de la zona.

     Si partimos de la ciudad de Zamora, cogemos la carretera N-122 dirección Alcañices, hasta desviarnos para hacer nuestra primera parada cerca de la localidad de Pino de Oro y ver los llamados "Arribes Zamoranos", el cañón por el que discurre el río Duero en su tramo fronterizo con Portugal o cercano al mismo, y de cuya prolongación, ya en Salamanca, tuvimos ocasión de hablar en este blog en el pasado.

     Una buena vista del mismo la tenemos entre Pino de Oro y Villadepera, junto a un espectacular puente de hierro que cruza el Duero, y también en el cercano Salto de Castro, una presa con central hidroeléctrica. Próximo a ésta se encuentra Brandilanes, un tranquilo pueblecito salpicado de huertas, con una iglesia que posee un bonito porche sostenido por dos columnas de piedra apoyadas a su vez en un zaguán.

   La "capital" de Aliste es Alcañices, la localidad más grande y poblada, donde nos recibe el Santuario de Nuestra Señora de la Salud, patrona de la comarca, en cuyo interior podemos admirar sus bóvedas recargadas de nervios. En la parte alta del casco urbano destaca la iglesia parroquial, con un porche conformado por dos enormes arcos de medio punto, y la Torre del Reloj, que pertenecía a la antigua muralla, y que tiene la curiosidad de estar construida con medio cuerpo de sillería y medio de mampostería.

     En Alcañices también empezamos a ver lo que es la arquitectura popular alistana: casas de dos alturas construidas de piedra clara mezclada con el oscuro de la pizarra, en una curiosa combinación, con balcón corrido en la planta alta de una madera oscura que también se emplea en los marcos de puertas y ventanas. Frecuentemente el balcón no lleva balaustrada, siendo totalmente cerrado, y en algunos pueblos la pizarra también se usa en el tejado en forma de lajas.

     En Rabanales destaca la plaza, de la que forma parte la iglesia con su torre de coronamiento piramidal, el arreglado ayuntamiento y un bonito cruceiro ajardinado.

     Tras pasar por Grisuela, por cuyos alrededores se puede hacer una ruta de senderismo que recorre varias fuentes, llegamos a San Vitero, otra de las localidades de mayor población (sin ser demasiada). A las afueras por el lado de poniente hay una gran extensión de robledales por los que se puede pasear por diversos caminos y sendas, y ya en el casco urbano, pegado a una pared de la iglesia, hay un curioso toro de piedra muy antiguo, y saliendo hacia el norte destaca la ermita del Cristo del Campo, de grandes dimensiones y alta espadaña, junto a la que se celebra por marzo una importante feria de ganado.

     Tras pasar por Villarino de Cebal, llegamos a un cruce donde hay una gran cruz blanca de varios metros de altura. A unos 100 metros de ésta tenemos un arreglado mirador con merenderos desde el que hay unas hermosas panorámicas de esta zona de Aliste, con la localidad de Palazuelo de las Cuevas a nuestros pies.


Mirador en Palazuelo de las Cuevas



Casa típica alistana



     SALUDOS

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domingo, 9 de junio de 2019

LOS SENDEROS DE CUENCA 3/3

     GR 66 SENDERO ORIENTAL DE CASTILLA LA MANCHA: de este sendero vamos a hacer dos tramos que parten ambos de la Plaza Mayor. Insisto en que, como en todos los demás, están perfectamente señalizados, sin dar lugar a perderse o despistarse.

     PLAZA MAYOR-CERRO DE SAN CRISTÓBAL: lineal de 2 kmts. más luego el regreso. Partimos de la bonita Plaza Mayor cogiendo la calle Severo Catalina primero y calle Los Arcos después, siendo ésta en escalera de bajada entre arcos abiertos en las rocas, y que nos lleva hasta la ermita de las Angustias. Desde aquí subimos primero en rampa y luego en escalera hasta la muralla (tramo que ya hicimos de bajada en la ruta SL-CU 10), para tomar ahora la calle Larga, que recorre el Barrio del Castillo hasta llegar a un desvío (siempre bien señalizado) donde tomamos una empinada senda que sube en zig zag hasta el Mirador del Rey, dotado de bancos y delimitado por una barandilla circular de madera. Las vistas desde aquí son extraordinarias: de frente, la ciudad vieja de Cuenca, la moderna y las sierras que se extienden por el Sur; hacia la derecha, varios kilómetros de la hoz del Júcar y sierras a poniente; y hacia la izquierda, gran tramo de la hoz del Huécar y sierras hacia el Este.

     Podemos seguir subiendo hasta la cima del Cerro San Cristóbal, pero nos encontraremos con que está lleno de antenas y dependencias de compañías de telefonía que nos impedirán tener mejores vistas que desde el Mirador del Rey.

     Tras bajar por el mismo camino, al llegar a la muralla podemos volver hacia la Plaza Mayor pasando de nuevo por la ermita de las Angustias, o bien ir más recto pasando bajo el arco de aquélla y bajando por las calles Trabuco y San Pedro.

     PLAZA MAYOR- MIRADORES DEL RINCÓN SECO Y DEL CERRO DEL SOCORRO: salimos de la Plaza Mayor bordeando la catedral por las calles Obispo Valero y Canónigos, hasta llegar al puente de San Pablo, cuya estructura de hierro nos traslada al otro lado de la hoz del Huécar. Desde aquí tenemos una de las estampas más famosas de Cuenca, con vistas de las casas colgadas y toda esta parte de la ciudad vieja encima de los roquedos de la hoz.

   Continuamos nuestra marcha siguiendo las indicaciones, pasamos por la puerta del Parador de Turismo hasta que, un poco más adelante, llegamos a una bifurcación bien señalizada (como siempre). Tomamos la senda de la izquierda, que discurre entre vegetación frondosa, con buenas vistas de la hoz del Huécar y, poco después de pasar por una fuente con buen pilón, nos salimos del GR 66 para tomar una senda que en breve subida por entre las rocas nos deja en el Mirador del Rincón Seco, después de unos 2,5 kmts. desde el inicio en la Plaza Mayor. Se trata de un mirador de piedra a distintos niveles con barandillas de madera y bancos, que nos ofrece bellísimas y amplias panorámicas de la hoz, con la ciudad de Cuenca al fondo.

     Regresando por la misma senda hasta la bifurcación, tomamos ahora hacia la izquierda para subir al Mirador del Socorro. Poco más adelante el camino se convierte en vereda, y a partir de aquí entramos en una zona espectacular, junto a enormes y verticales paredones rocosos donde es frecuente ver a gente practicando la escalada. Después llegamos a una pequeña zona de descanso con bancos, desde donde parte una escalera que asciende entre las rocas, y cuya prolongación es una rampa en zig zag que recorre un Vía Crucis de piedra que gana altura hasta llegar a la cima del Cerro del Socorro, en una subida de un kilómetro aproximadamente desde la bifurcación.

     Aquí nos encontramos el monumento al Sagrado Corazón, cuya imagen corona una altísima peana de piedra. Al lado, un alargado mirador protegido por una barandilla de madera nos ofrece unas maravillosas vistas de toda la ciudad de Cuenca, el casco viejo justo debajo, la hoz del Huécar, parte de la del Júcar, el Cerro San Cristóbal, las sierras de alrededor... Se podría decir que desde aquí se ve una buena parte de la provincia.

     Antes de bajar por el mismo camino hasta la Plaza Mayor, nos quedamos aquí disfrutando de estas increíbles vistas para poner punto y final a estos preciosos paseos por los alrededores de Cuenca. Por cierto, que este Mirador del Socorro está orientado hacia el Oeste. ¿Qué tal si nos quedamos a ver la puesta de sol...?





Cerro del Socorro



     SALUDOS

EL RURAL

domingo, 2 de junio de 2019

LOS SENDEROS DE CUENCA 2/3

     SL-CU 11 SENDERO DE LA HOZ DEL RÍO JÚCAR: circular de unos 7 kmts. que empezamos también en el Recreo Peral. Justo enfrente, al otro lado de la carretera, parte el llamado Camino de San Julián, cuyo primer tramo es un zig zag que va ganando altura hasta llegar al Mirador de Cuenca, con bellas vistas de la ciudad vieja.

     A partir de aquí la senda mantiene la altura, alternando pequeñas subidas y bajadas, discurriendo por encima de los acantilados, con el río Júcar y sus arboledas debajo. En tramos peligrosos el camino está dotado de barandillas protectoras de madera y, desde un punto determinado, nos acompañará un
Vía Crucis de altas cruces de hierro hasta llegar a la ermita de San Julián, patrón de Cuenca, escondida en un denso pinar junto a la cueva donde oraba el santo. El templo, pequeño pero bien arreglado, se rodea de distintas dependencias de los romeros y zonas ajardinadas, merenderos y fuentes.

     Siguiendo la senda, a pocos metros de la ermita, bajo una gran cruz blanca, veremos los miradores de San Julián y San Lesmes, ubicados sobre espectaculares salientes rocosos a distintas alturas sobre el acantilado, con hermosas vistas de la hoz.

     Tras bajar de los miradores por una escalera que sortea los cortados, llegamos a la orilla del Júcar, para seguir aguas arriba por un carril peatonal paralelo a la carretera, durante unos 700 mts., hasta llegar a la bonita y tranquila Presa de las Grajas, la cual cruzaremos por el puentecillo para coger el camino que, por la margen izquierda del río, nos conduce de nuevo hacia la ciudad. Primero, bajo altos y verticales paredones rocosos y vegetación de ribera. Luego veremos al otro lado la cruz blanca y los miradores, el pinar donde está la ermita y toda la parte contraria de la hoz que recorrimos anteriormente por el Camino de San Julián. Después, en una zona en la que la hoz se abre bastante, llegaremos al paraje llamado San Juan de la Rivera, una extensa pradera con merenderos junto al río rodeada de choperas.

   En este punto tenemos dos opciones: seguir el camino, llano, recto, junto al río, hasta el Recreo Peral; o bien seguir las indicaciones de la ruta, que aquí nos separa del río para hacer el resto del recorrido por las medianías de la hoz.

     Si hemos elegido esta última, la senda toma forma de escalera con barandillas de madera que sube en zig zag hasta llegar justo debajo de las rocas donde, desde esta altura, tenemos bellas vistas panorámicas de toda la hoz.

     La vereda discurre más o menos llana, atravesando manchas de pinar, y desde un punto determinado veremos allá abajo una presilla en el río en la que hay una piscina natural muy arreglada, siendo parte de ella una playa de arena, con merenderos y restaurante.

     Seguimos la marcha, siempre con buenas vistas, vislumbrando ya la ciudad vieja de Cuenca, a la que nos vamos acercando poco a poco hasta llegar a la ermita de las Angustias y la bajada al Recreo Peral, donde habíamos empezado.








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