viernes, 11 de abril de 2014

Un día en el pueblo

Es una mañana de verano. Despierto. Pero no es un despertar cualquiera. La agradable sinfonía del canto de los pajarillos lo convierte en un "dulce despertar".
Desayuno y salgo al mirador a echar la primera mirada del día al valle. Los sotos del río, las tierras de labranza y los montes se van iluminando según se eleva el sol.
Parece que el día va a ser caluroso, por lo que decido dar un paseo por las arboledas del río. Una vez aquí, las sombras de los álamos y el frescor del agua me hacen olvidar las altas temperaturas. Solo escucho el agradable sonido de las hojas de los árboles al moverlas el viento, el canto de los pájaros y el rumor del agua del río. Me tumbo en el césped de la orilla, y la sensación de paz y tranquilidad me invade, hasta el punto de quedarme dormido.
Al rato, un sonido de cascabeles y un sinfín de balidos me despiertan. Un rebaño de ovejas se acerca por la otra orilla para saciar su sed.
Me pongo en pie y sigo mi tranquilo paseo. Se ha hecho mañana avanzada, el sol aprieta y es hora de recogerse en casa para comer. Después subo al torreón que hay en la cima de la montaña de detrás de la casa, me siento a la sombra y me sumerjo en la lectura, no sin levantar la vista de vez en cuando para contemplar las impresionantes vistas que desde allí tengo.
A media tarde, cuando el sol ya no calienta tanto, me dirijo a dar un paseo por el monte. Me introduzco en los encinares, donde todo es belleza y silencio. En medio de esta tranquilidad me sobresalto al cruzarse delante mío una corza con su cría. Me encaramo a unos riscos, desde donde veo sin ser visto, y en las esparcetas del vallejo colindante veo un grupo numeroso de corzos, a los que observo un buen rato con mis prismáticos.
Desde allí arriba también puedo ver la puesta de sol: las nubes altas se van tiñendo de colores anaranjados y marrones, formando un maravilloso espectáculo de luz.
Bajo rápidamente de regreso al pueblo mientras anochece, y me encuentro con que tengo chuletada familiar en la bodega. Bajo a la cueva excavada en la roca de la ladera del castillo, y echo un trago de vino de la gran barrica, lleno el porrón y subo, que ya huele a carne recién asada.
Termino el día contemplando el precioso cielo, limpio de contaminación luminosa, cargadísimo de estrellas, mientras pasan por encima de mi cabeza las lechuzas que tienen su guarida en las rocas de detrás de la casa, y en el suelo las luciérnagas exhiben altivas sus faros de color verdoso.
Me acuesto satisfecho. El día ha sido maravilloso. El silencio es impresionante. Enseguida me duermo...


El rural

jueves, 10 de abril de 2014

Los maniquíes

La gente pasa. A veces nos miran, a veces no. No todo el mundo conoce la diferencia entre ver y mirar: vernos es casi inevitable, porque casi siempre –salvo los días en que nos castigan en el trastero, o esperamos un arreglo o sustitución de una pierna o un brazo rotos-- nos colocan en el escaparate, de modo que los transeúntes nos adviertan, aunque vayan con prisas y sea por el rabillo del ojo. Es todo un arte, ya lo creo, no demasiado diferente al ikebana.
Aunque hay que reconocer que no somos flores y que en esta tienda nadie domina la técnica del escaparatismo, ni siquiera el encargado que viene una vez al mes y nos mira como si quisiera calcarnos. Se sienta y contempla la plataforma donde exponemos las espaldas, vestidos o desnudos, y recapacita, abre un cuaderno y escribe o dibuja algo. Aparte de sus visitas y las de la mujer de la limpieza, estamos solos, día y noche. Mientras la gente pasa. Aquí estamos, sin envejecer, aunque nos cambian la ropa, las pelucas y el calzado, según la estación o las fechas del calendario comercial. En realidad, el encargado no tiene la menor idea ni de la estructura ni del ritmo o el color. Nos hubiera gustado instruirle, al principio, cuando con muchos espectadores más acudió a la gala organizada por Fix Street, de Valencia.
Nos consuela recordarlo. Allí desfilamos modelos nacionales y extranjeros, los más prestigiosos. Lucimos trajes de baño, ropa sport y accesorios que luego, inmovilizados por la parálisis, soportaríamos durante semanas ... Y también prendas más elegantes, en géneros nobles como la alpaca, gasas, tules y cadenas de plata y oro. Hasta cuatro orquestas tocaban en aquella mansión, ante una concurrencia de políticos, periodistas, tiburones de las finanzas…
-¿Crees que desfilar para Fix Street supondrá un antes y despues en tu carrera? ¿Por qué?
Recuerdo haber respondido a la pregunta de la entrevistadora algo así como “Sí, estoy encantado, porque es un desfile con mucho poder mediático”. Cómo podíamos imaginar lo que iba a sucedernos. Y lo que sí puedo ahora afirmar, lo que le respondería -- si pudiese volver a hablar-- a esa mujer de carne y hueso, sería que de momento mi carrera dentro del mundo de la moda ha sido breve pero intensa.
Mi campo visual abarca las piernas cruzadas de Hernán, cinco dedos con uñas pintadas de Claudia y la espalda descubierta de Marcela. A ellas – asegura el encargado-- les sienta muy bien el profundo escote en V, y Hernán tampoco desmerece, con sus pantalones de lino, en tono beige, y una camisa sencilla pero de seda.
Si al menos nos pusieran otra vez el hilo musical…


Evangelina Salazar

El borracho

Juana  iba a casa de sus padres. Estaba invitada a comer, en el barrio de Quart. Se encontró con una amiga. Hablaban sobre el frío que hacía, la lluvia del día anterior, la niebla, todo tonos grisáceos. Cuando llegaron  al cruce  Calle de  Quart con Guillen de Castro, junto a las Torres de Cuarte, vieron un grupo de gente con rostros: unos expectantes,  otros escandalizados, cansados, todos mirando a una persona que estaba tumbada sobre la acera de una tienda de frutos secos.
Pararon un momento y pudieron escuchar:
-¡Mira que merluza tiene! - ¡Qué tío, debe estar borracho! -.
Todo eran gritos y risas. Unos jóvenes hablaban entre ellos: –¡No, este hombre está colocado, claro, no puede ser otra cosa, es que ni se mueve!.
Llegó el tendero, que por lo visto ya le había hecho alguna advertencia antes. Su voz tenía un matiz duro y cortante ¡Eh, oiga despierte ya!  ¡Me tapa la puerta y molesta!.-¡Voy a llamar a la policía ¡-Susurró mientras sacaba su teléfono móvil de su bolsillo.
Esta persona era un hombre tapado con papeles de periódico , excepto sus pies, calzaba zapatillas de deporte de color blanco. No llevaba calcetines.
Unos jóvenes cuyas caras eran inexpresivas y otros con tono irónico decían: -
 ¡Eh tío despierta ya, vamos!  Iban desfilando unos, venían otros. El dueño de la tienda harto del espectáculo pedía a todos que se marcharan pues la policía estaba al llegar.
Ellas tenían prisa, Juana había quedado para comer, ya estaban cerca de la calle del Turia. Se despidieron. En el camino, Juana  aun pudo oír la sirena de la policía que se acercaba al lugar de los hechos.
Comieron  Juana y su familia. En canal 9, durante las noticias de las tres, todos pudieron  oír lo siguiente: La policía ha llegado a las Torres de Cuarte y se ha hecho cargo de un indigente situado en la acera de una tienda de frutos secos. No han conseguido despertarle, han llamado al SAMU que lo ha llevado al hospital LA FE.
Allí han certificado su defunción. Murió de frío la noche anterior.

Mª del Carmen Todolí Merenciano

miércoles, 9 de abril de 2014

La flor

Fue un bebé precioso, gordito y sonrosado, no dio ni una mala noche, comenzó a andar pronto y habló enseguidita. Su hermano quiso ahogarlo con un cojín, pero mamá lo paró a tiempo y le dio una buena paliza.
En el cole era el preferido de las profes, tan guapo, tan listo, tan bueno, tan aplicado. En el recreo no paraban de darle collejas, se la merecía todas por perfectito.
Con quince años medía casi 1,80 y estaba buenísimo, todas las del insti andaban por él y se ligó a Laura el pibón más pibón. Los de su pandilla se morían de envidia y pensaban que era un cabrón con mucha suerte.
Sacó las oposiciones a notarías a la primera con 27 años y el número Uno de su promoción. Los colegas no lo podían ni ver.
Se casó en la Colegiata. La novia era una abogada preciosa, de muy buena familia y con un futuro espectacular en un bufete de prestigio. Los amigos lo envidiaban sin tapujos.
Y os estaréis preguntando por la flor. La flor la traía de serie. El hijoputa había nacido con una flor en el culo.
De todas maneras su matrimonio duró poco y la pécora de su “ex” se encargó de deshacer el mito del supermacho. Largando ante quien quisiera oírla. Se lo contó a sus amigas que la envidiaban tanto, a los colegas del bufete que le tenían una tirria bárbara y hasta a la madre que lo parió (su ex suegra).
-Sí, sí  -decía muy cachas, muy guapete, muy notario, pero la verdad es que la tiene pequeña y no se le levanta.
Desde que pueden compadecerlo a todo el mundo le cae mucho mejor.


Crisbarco

Un combate de muerte

Con la banda sonora de la primera película de Rocky Balboa, el presentador salió al cuadrilátero, cogió el micrófono e hizo un barrido general hacia las gradas, sin fijar la mirada en nadie. Después se aclaró la garganta de forma ruidosa. El sediento público, lejos de callarse, gritó con más fuerza. Los vítores y los abucheos se sucedieron. Algunos excitados se incorporaron para tener una visión más clara de lo que sucedía, dispuestos a no perderse detalle alguno. Otros, sin embargo, no se molestaron en levantar el trasero del asiento, mientras lanzaban cualquier objeto, que estuviera a mano.
En el rincón rojo —comenzó a decir, siendo ignorado pero no cohibiéndose por ello. Estaba situado en el aristotélico punto intermedio entre ambos y señalando hacia su derecha—, con 5.977 trillones de toneladas, con 7.000 millones de habitantes, invicta hasta el momento, ¡la Tierra!”
Muchos aplaudieron. Otros tantos silbaron.
El presentador se cambió el micrófono de mano y señaló, esta vez, hacia su izquierda.
“En el rincón azul, con una esperanza de vida en torno a los 60 años, conformado por 93% de agua, totalmente dependiente de la Tierra, ¡el Homo sapiens! Aunque de sapiens tiene poco —bromeó, antes de dar comienzo al espectáculo. Las risas se sucedieron.


Azucena Martínez Esparza

martes, 8 de abril de 2014

Expiración envidiable


A los setenta años el  corazón de Fausto se detuvo justo cuando su miembro gritó en las insaciables entrañas de Blanquita. Ella lo apartó de su vientre como siempre pues él solía dormirse después de aquello.


DáhmoS

De cañas

-“Y gol, golllll”
Gol ¿de quién?, pero quién estaba jugando.
-“Goolll del Real Madrid, que se pone por delante del marcador”
Anda mira por lo menos es de los nuestros, pues vamos a celebrarlo. “¡José otra ronda!”
Si es que esto del fútbol es una excusa. Si lo mejor de todo no es el fútbol, sino el estar tomándote unas cañas con los amigos tranquilamente. Porque a ver ¿qué hay mejor que esto? Si la cerveza es el alimento más completo. Tiene de todo: fibra, cereales, malta, agua… y un montón de cosas más que no sé lo que son pero que no tienen que ser malas.
Además es una de las pocas rubias que no te fallan.
Yo no entiendo a la gente que no le gusta, pero lo respeto.
Y sino que se lo digan al Tony. Ese no bebe otra cosa en todo el día. Si está más tiempo en el bar que en casa. Y luego dicen que le liamos.
Lo primero que te dice cuando llega por la tarde:
-Luego nos vamos de cañas ¿no? Pero no nos liamos que tengo que planchar y de hoy no pasa.
Así nos va, que llega el final de la semana y no tiene camisas.
-“Final del partido”
¿Ya? Qué pronto. Bueno pues nada otra rondita pa celebrarlo que nos vamos quedando secos.
El José ya nos va quitando las luces, mal asunto. La verdad que el método es sutil, nunca nos echa, nos vamos por respeto. Y hablando de irnos me parece que habrá que pagar.
-“Zass”
Me cagüen la leche, joder con las collejas del Tony. Será pequeño pero arrea bien.
-“Que pago yo tee dicho. Así que vamos”
Pues nada, lo dicho, tempranito pa casa que hay que currar. Total ya es la una.


Diana García Mascaraque

domingo, 6 de abril de 2014

Siberia y La Serena

    
Medellín
No es que me halla ido por aquellas remotas y heladas tierras de Rusia (ni lo pretendo). Simplemente voy a hablar de la comarca de Badajoz llamada La Siberia, conocida así por ser una zona apartada y despoblada del nordeste de la provincia, rayando con Córdoba y Ciudad Real, donde se encuentran algunos de los embalses más grandes de España, con buenos pueblos y castillos. También recorreremos la colindante y más famosa comarca de La Serena.

     Podemos empezar por Medellín, pueblo natal de Hernán Cortés, cuya estatua se encuentra en el centro de la hermosa Plaza Mayor. En lo alto, el castillo, larguísimo, desde donde, recorriendo su barbacana, podremos ver magníficas vistas de las vegas del Guadiana, con sus arrozales inundados, y su puente romano de 17 ojos. A lo lejos se divisan los importantes pueblos de Don Benito y Villanueva de la Serena. Y al pie del castillo, el Teatro Romano, que con algunos retoques se ha conseguido que pueda seguir utilizándose en la actualidad para distintos eventos. En la iglesia románica de al lado está el centro de información de este yacimiento.

    
Magacela
Cogemos ahora la carretera para llegar a Magacela, encalado en un alto cerro. La parte alta del pueblo es un precioso laberinto de estrechas calles y blancas casas, muy típico del sur de Extremadura y Andalucía. En lo alto, las ruinas del castillo, desde donde tenemos extraordinarias vistas. A las afueras se encuentra la ermita de Nuestra Señora de los Remedios, rodeada de unos bonitos y bien arreglados jardines, y al lado, un pequeño dolmen sepulcral.

     Seguimos la ruta  hasta Campanario, donde veremos su preciosa Plaza Mayor y su arquitectura popular, compuesta por casas de dos plantas pintadas de blanco o amarillo, con buenas rejerías en sus amplios ventanales, y que es la propia de toda esta zona.

     A unos pocos kilómetros del pueblo está la ermita de Nuestra Señora de Piedra Escrita, con su largo porche sujeto por columnas de piedra, y ubicada en un bonito paraje natural entre dos vaguadas.

    
Zalamea de la Serena. Distylo
Pasamos a continuación por Castuera, pueblo menos atractivo, para llegar a Zalamea de la Serena, que sí merece una larga parada. El pueblo es famoso gracias a la obra de Calderón de la Barca "El alcalde de Zalamea", a la que se dedica un museo. Desde la amplia y ajardinada plaza del ayuntamiento, subimos hacia la parte alta, e iremos topándonos con diversas casas palaciegas, hasta llegar a la Plaza de la Constitución, donde veremos la bonita iglesia de Nuestra Señora de los Milagros. Junto a ella tenemos un monumento funerario del siglo I d. C. llamado distylo sepulcral, consistente en dos columnas estriadas de granito con capiteles jónicos de más de 20 metros de altura, considerado Monumento Nacional.

     En lo más alto del pueblo se encuentra el castillo, que no está conservado todo lo bien que sería deseable, pero que mantiene buenos torreones.

    
Cabeza del Buey
Desde aquí nos trasladamos a Cabeza del Buey. Pero antes de llegar pasamos por los restos del castillo de Almorchón, situado en un inaccesible espolón rocoso, y también por la ermita de Nuestra Señora de Belén, patrona del pueblo, rodeada de un bonito bosque con buenas praderas.

     Una vez en el pueblo, dando un paseo por el centro, veremos sus casas palaciegas, su buen ayuntamiento, sus iglesias y su arquitectura popular propia de la zona. Por encima del casco urbano contemplaremos la silueta rocosa de la Sierra del Buey, sobre la que destaca la ermita del Calvario, emplazada en un lugar increíble.

    
     Seguimos ahora hasta Zarza-Capilla, pero, antes de llegar al pueblo a la derecha, entramos en el paraje natural donde se encuentra la ermita de San Isidro, que es un lugar elevado en la ladera de la montaña desde donde tenemos buenas vistas de la localidad y del ya cercano embalse de La Serena.

     Una vez en el casco urbano disfrutaremos de su blanca arquitectura popular y de su bonito ayuntamiento, que contrastan con la iglesia, que es de piedra rojiza.

    
Capilla. Castillo
Continuamos carretera adelante, ya pegados al embalse, pasamos Peñalsordo y llegamos a Capilla, situado bajo un espectacular espolón rocoso, y que es otro buen ejemplo de arquitectura popular.

     Tras recorrer sus calles, subimos al castillo, en lo alto de la roca, que está en ruina, aunque podemos alzarnos a alguno de sus adarves, que sirven de mirador para contemplar las extraordinarias vistas de las sierras de alrededor y del inmensísimo embalse de La Serena, el más grande de España, de dimensiones estratosféricas, cuyos confines no seremos capaces de avistar, y que está conformado por un buen número de ríos: Guadalemar, Esteras, Guadalmez... y sobre todo el Zújar.

     Desde Capilla, atravesamos el embalse por el larguísimo puente para recorrer los pueblos de la otra orilla: Garlitos, Risco y Sancti-Spiritus, desde los que tenemos buenas vistas del "mar" de La Serena y las sierras colindantes.

     Siguiendo hacia Puebla de Alcocer, volveremos a cruzar el embalse por dos largos puentes que unen ambas orillas con una bonita y arbolada isla circular que hay en medio.

    
Puebla de Alcocer. Castillo
Llegando a Puebla ya divisamos la silueta del su magnífico castillo en el cerro que hay encima de la localidad. La parte alta de ésta se compone de calles estrechas y empinadas, con casas de un blanco impoluto, destacando también su bonito ayuntamiento y su iglesia, de gran belleza interior, con todas las paredes decoradas con frescos.

     Una vez recorrido el casco urbano, subimos al castillo. Bien conservado, impresionan sus altos muros coronados con almenas piramidales, y una vez dentro, podemos subir y recorrer todo el adarve y llegar a la misma azotea de la altísima y cilíndrica Torre del Homenaje. Las vistas desde aquí son infinitas, con Puebla de Alcocer hacia un lado de la sierra y Esparragosa de Lares hacia el otro, y una buena parte del embalse de La Serena. Junto al castillo, también podemos ver una ermita rupestre situada en un espolón rocoso.

     Cogemos ahora la carretera de Orellana para luego desviarnos hacia la presa del embalse de La Serena. Es curioso ver como esta construcción es el inicio de un embalse y a la vez la cola de otro, el del Zújar, cuya presa veremos un poco más adelante.

    
Orellana la Vieja. Playa
Desde esta última nos llegamos hasta otra presa más: la del embalse de Orellana, también de grandes dimensiones, formado en este caso por el río Guadiana, que no mucho más abajo, en las proximidades de Villanueva de la Serena, recibirá las aguas de su afluente el Zújar.

     Cerca de la presa está el pueblo de Orellana la Vieja, muy turístico en épocas de buen tiempo, ya que el embalse cuenta con playa (de cemento), embarcadero y hasta un curioso auditorio para actuaciones al aire libre, cuyo escenario está situado dentro de las aguas.

     Seguiremos bordeando el embalse por carretera, pasando por Orellana de la Sierra, Navalvillar de Pela y Casas de Don Pedro, donde tomamos la desviación para ir a Talarrubias. Antes de llegar a este pueblo pasaremos por unas bonitas hoces que hay al cruzar la cola del embalse de Orellana, y una vez en la localidad veremos su iglesia fortificada.

    
Siruela
Camino de Siruela, cruzamos otro de los brazos del embalse de La Serena (es omnipresente), y una vez en este pueblo disfrutaremos de su bonita arquitectura, y de su curiosa plaza, en la que caben todo tipo de edificios: iglesia, ayuntamiento, ermita, torre-reloj...

     La siguiente parada es Herrera del Duque, otro bonito pueblo con una preciosa plaza mayor con soportales. En lo alto de un cerro a las afueras, su pequeño castillo.

     Siguiendo la carretera hacia Castilblanco cruzaremos el embalse de García de Sola, estrecho pero larguísimo, formado también por el río Guadiana, y una vez en este último pueblo, volveremos a disfrutar de buena arquitectura tradicional de la zona.

     Un poco más adelante llegamos a otro impresionante embalse: el de Cíjara, otro de los más grandes de España, formado sobre todo por el Guadiana, y también por otros ríos menores. Está situado en un precioso entorno de extensos encinares y pinar, y la zona es Reserva Nacional de Caza.

    
Guadalupe. Claustro
Este sería el final de la ruta por las comarcas de La Serena y La Siberia pero, ya que estamos cerca, podemos poner la guinda al pastel visitando Guadalupe, ya en la provincia de Cáceres.

     Es este un pueblo famoso por albergar el Monasterio de la Virgen de Guadalupe, patrona de Extremadura. El edificio es grandísimo, fortificado, con un bello claustro, y una iglesia preciosa, en la que destaca el camarín de la Virgen.

     Además de visitar el monasterio, debemos darnos una vuelta pausada por el pueblo, para disfrutar de sus bonitas calles y su entorno serrano. No perderse tampoco el edificio del Parador Nacional, ubidado en una antigua fábrica textil.

     Con esto acabamos nuestro recorrido.

                        Saludos

                                                                                EL RURAL
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