viernes, 7 de febrero de 2014

Despedida sin carta

Me las apañaba para resucitar por lo menos una vez al día, cada vez que tu mirada fulminaba mi vida de manera efímera, sin pretender en el fondo, la muerte.
Ahora pienso en la forma en que me lo diste todo a regañadientes, en el cómo no te gustaba que te cogiese la mano, que me colgase de tu brazo.
La manera en que te ponía nerviosa un beso, un mísero beso involuntario ya desencadenaba en ti un hervor automático.
Cómo nunca me miraste con la misma entrega con la que yo lo hacía, por qué me preguntabas de mi no pestañeo, cuando sabías perfectamente que no escuchaba tu voz, que yo solo pensaba en vivir siempre con esa sensación al verte. 
El modo en que te escapabas de mi abrazo por las noches y yo tenía que perseguirte entre las sábanas hasta tener algún contacto contigo para poder volver a conciliar el sueño, cómo me buscabas por las mañanas y te enfadabas por tener que vestirme. 
La sensación que sigue revolviéndose dentro al pasar como diapositivas todos los escenarios que hemos pisado, juntos. 
Y así te quise, por primera vez como adulta, y así he muerto tantas veces como la mejor actriz del Hollywood. 
Así triunfé sólo para que tú estuvieses orgulloso, y así también caí únicamente para obtener tu consuelo. 
Pensaba en los adioses que nos hemos escupido unas veces, respetado otras. 
Los hasta siempre que no han llegado ni a la vuelta de la esquina, los te quiero que permanecen.
Y veo el odio que nos lo impide todo, los rencores que se burlan, eso que ya no funciona. 
Quiero conocerte de nuevo, sin saber de traiciones, de desconfianzas. Me gustaría hacerlo bien desde el principio, pero ya no es posible. 
Pasado no significa olvido, significa recuerdo y recordar es retroceder o avanzar hacia ayer, un suicidio del mañana, a veces anclamiento placentero. 
Vete y no vuelvas, si no es para borrarnos la memoria. 
O quédate y déjame conservarte como el amor más bonito que tuve. 
Pero dejemos de hacernos daño.


Lorelai Sogni 

jueves, 6 de febrero de 2014

El advenimiento del cactus-power


GOMA DE BORRAR EL CONTROL. MANUAL DE SABOTAJE. GUÍA DE PROCEDIMIENTOS Y MANERAS. FUNDAMENTOS Y CONCIENCIACIÓN.
Estírate y únete a nuestra campaña: Pínchalo-pínchaselo. Por la libre reproducción y la trasmisión sin cortapisas de cualquier proceso biológico natural. Nazca lo que quiera mientras la naturaleza siga su curso aprobatorio. Que suspendan otros hasta que se responsabilicen de sus actos, tanto sexuales como industriales. Contra el exceso, por la mesura y que no importe la medida mientras sea pronatura. Toma precauciones y siéntete a flor de piel. Ten siempre presente nuestra propuesta alternativa. Recuerda: 100% natural y compatible con el ecosistema.
Colabora, y dejarán de explotarse el sexo-negocio y el negocio oprobioso del látex. Boicot a la industria del preservativo para preservar el medio ambiente. Que las únicas gomas sean la arábiga, la de borrar la contaminación y la tradicional de mascar, vulgo chicle. Y si no les gusta a los contaminantes, que mastiquen bien, los ayudará a digerir mejor estos tiempos venideros sin freno ni marcha atrás. Pínchaselo a Ricardito, a Manolito; a tus vecinos, familiares, y amigos; ¡a tu pareja! Difúndelo para todos y usa bien tu cactus. Los hay para todos los tamaños, elige el tuyo y enfúndatelo. Colócalo como debes y haz inútil la producción del látex con fines insensibles. Fomenta la reproducción: aprovecha tu fluido, recíclate en tu propia semilla. Multiplica la plantación y deja tu sinvivir por un triste agujero cuando tienes tantos a tu alcance por obra y gracia del cactus. Vuelve a tus orígenes, no olvides que la púa puntúa, de la raíz a la punta. Esta vuelta atrás en el abuso de la goma profiláctica protege la salud, la salud de la naturaleza. Cuidarla es de largo lo mejor que podría pasarte con un cactus. Pinchar los antinaturales globos de látex es un deber ciudadano, y arrastramos mucha deuda que condonar por estos años descontrolados y perforantes por detrás. Enfunda, desenfunda. Pincha sin pincharte tú. Aprendamos todos juntos de la austeridad del cactus y moderemos nuestra sed material. Que su uso marque el principio del fin de tanto desafuero. Que al florecer la era del cactus muera la desertificación planetaria. Hagamos, por el contrario, que dé vida al desierto, prediquémoslo todos juntos. Creced y multiplicaos, hermanos. Estirad la prole agujereando a tope la goma. Acepta esta invitación y súmate a difundir nuestra palabra, que hable la lógica de la ecología.
Campaña patrocinada por Ar&Pon de Jardinería, División Multiplicación.

República Democrática Azul

miércoles, 5 de febrero de 2014

El amor en tiempos del wifi

Señores, la tecnología tal cual la conocemos, conspira contra el amor. Cada paso dado por este nuevo y silencioso enemigo, es una posible batalla que, Nos, los aventureros de alma y corazones fieles a tan solo una mujer que es la vida, podemos perder. Pero, devotos a nuestras convicciones sentimentales y venéreas, morales quizás, aun podemos dar batalla combatiendo en las traicioneras y nefastas aguas de aquel bastardo éter que impone el enemigo. Le pido que no me mal interprete; que no sospeche o ponga en duda tanto la salud como mis facultades mentales, pero, usted pregúntese ¿Cuánto hace que no entabla una galante conversación tras haberle preguntado a una dama “qué hora es”? ¡Todo tiene reloj! O bien ¿Cuántas veces le ha sucedido de recitar su mejor piropo, hijo de la belleza misma por la dama en cuestión y, esta, con auriculares, escuchando a un papanatas por F.M. que la arrastra a la miseria de la locura melancólica de algún ex? Dígame si erro, pero usted ponga por caso que le dice a su señora “Amor, iré al bar de la esquina. Volveré tarde” y usted inocentemente fue. Luego y, por lo general siempre sucede cómo al cuarto o quinto vermú, se ve invitado por los facinerosos de sus amigos a una despedida de solteros, lejos que inclusive ni usted sabia de ese lugar y, como en el decimoquinto vermú a uno le da por abrazarlo todo, amigos, mujeres, heladeras, etc. Entonces, en la verificación del vermú, usted esta abrazado a tres minas que rajan la tierra y de la nada un gil que se cree piola, te saca una foto con su celular, la sube a facebook, la etiqueta y para colmo, dando las coordenadas del lugar del hecho, porque para una novia, amigos; cómplices, cenas con amigos; junta de secuaces planificando un golpe, lugar X donde estemos; escena del crimen y siempre bajo la consigna “todos son culpables por mas que se demuestre lo contrario” Pero no contentos con esto, esa mujer que uno esta amando fervorosamente, tratando de cumplimentar los contrato amoroso que dictamos del corazón, escribimos con la lengua y firmamos entre edredones, los cuales nunca nadie puede cumplir, nos traiciona subiendo un comentario de interpretación libre y es aquí donde la barbarie queda al descubierto; gente que no tiene nada que hacer, comienza de forma indirecta pero cómplice la novia de uno, subiendo así la espuma de la cosa que inclusive, los amigos de uno comienzan a dar ciertos detalles innecesarios o a parafrasear una realidad confusa difícilmente se puede recordar y todo esto sucede diez minutos después de la foto. Al menos algo destacable; cuando llegas a casa no te gritan, ya que el terrorismo familiar se manifestó durante toda la noche vía S.M.S. en diferido para tweeter y toda red social que haya. Procuren que al llegar les inviten su mejor cada de culo y no la llave puesta del lado de adentro, donde fuera es invierno. Estoy contemplando seriamente el mensaje de la película “Terminator”.


Ernest Berenger   

Antes de Caín

Con una exactitud tan característica de la ciencia, el huevo se dividió. Y lo hizo en cinco partes. Los aterrados padres escucharon en silencio la noticia. Debían decidir. Y aun cuando el shock fue terrible, en su fuero interno sabían que no eran capaces de prescindir de ninguno.
Dentro del útero, un embrión permanecía alerta. Por alguna razón, supo lo que pasaba e hizo cuentas. “Menos comida, menos espacio, menos posibilidades. Algo debía hacer, a pesar del poco tiempo disponible”, decidió.
En la siguiente visita, ni los atormentados padres ni el médico  daban crédito a la ecografía. ¡Sólo quedaba un embrión vivo!


Esther Cuesta de la Cal

martes, 4 de febrero de 2014

Hoy, cómo servir... sopa a las buenas maneras

Para cumplir las normas de etiqueta, los invitados han de tomar, por ese orden, primero la cuchara, después el cucharón, a continuación los tropezones, luego la sopa (que debe estar muy caliente) y finalmente la sopera. Aunque pocos invitados sobreviven a tal demostración de buenas maneras, tenga siempre a mano el teléfono de emergencias y el del sacerdote de guardia más cercano a su domicilio, por si alguno de los asistentes a la cena no se sintiera lo bastante satisfecho y deseara tomar los santos oleos, que en este caso, y sin perder la compostura, deberían ser aplicados con un hisopo de plata...


Antonio Serrano Fontana 

Llamadas perdidas

-Te llamo por la muerte de tu esposa.
Esas fueron sus primeras palabras después de un saludo seco. Hacía cuatro años que no sabía nada de ella y probablemente no la habría respondido de cogerle por sorpresa. En realidad guardaba su número en la agenda con la única intención de no atender a una hipotética llamada suya. Algo infantil porque podía haberse cambiado el móvil o llamar desde otro teléfono. Con la distancia y el tiempo tal vez podría admitir que lo guardaba como quien se reserva una bala en el cargador. Una de plata, exactamente, para matar monstruos. Acaso lo atesoraba en la memoria de silicio para marcarlo una noche bañada en alcohol en la que el odio le sirviera de combustible inflamable. Acaso. Desconocemos las puertas que se nos van a abrir, pero conocemos perfectamente las que se nos han cerrado detrás pillándonos los dedos, y a veces, adictos al dolor, volvemos sobre nuestros pasos espiando y regodeándonos con él como si fuéramos incapaces de alcanzar el placer más allá del onanismo estéril del odio.
Para asegurar su respuesta ella le había mandado un sms dos horas antes: “Te llamaré a la tarde. Por favor, contesta.” Su nombre en el remitente del mensaje había activado todos los resortes de alarma y estuvo pendiente del móvil con la urgencia de un colegial o el dramatismo de un condenado a muerte que espera la llamada de gracia.
Llegó a plantearse no cogerlo, pero el sms cumplió el cometido de despertar su curiosidad: “Te llamaré a la tarde” era un texto enunciativo, suficiente para forzarle a aventurar los motivos, probablemente interesados, que la llevaban a abrir un canal tapiado por ambos lados. De él dependía mostrar una vez más su rencor o abrir brevemente la esclusa. El “por favor”, sin embargo, añadía una petición de clemencia a sabiendas de la más que probable negativa. “Por favor” eran dos palabras extrañas en su vocabulario y resultaba inaudito que ella se rebajara a dedicárselas ahora ni siquiera para algún extraño asunto en que precisara de él. Cuando llegó el momento contestó tenso tras dejar que sonaran dos o tres tonos, tiempo que empleó en mirar fijamente la pantalla.
-¿Qué quieres?
-Te llamo por la muerte de tu esposa.
Colgó sin escuchar nada más. Inmediatamente después llamó a su mujer.


Mizar

lunes, 3 de febrero de 2014

Mejor callados

Éramos tres pares de ojos con tres bocas desiertas de palabras. Pero cada mirada era un escándalo de voces que se dirigían como lanzas hambrientas.
“Maldito charlatán”, se animó finalmente a declarar Justo. Y calló inmediatamente,  como esperando que el silencio añadiera su parte.
Nuestro padre acababa de morir.
“Y yo que creí... tal vez si...acaso…”, masticando adverbios de duda, Elena intentó enderezar la situación ya encorvada por la desdicha. Pero sus frases no eran más que una fiesta de puntos suspensivos.
Nuestro padre acababa de morir y con él una fortuna incalculable.
Y yo callé.
Nuestro padre acababa de morir y toda su fortuna se quitaba la máscara: una noche de casino, un exceso de copas y una apuesta definida. Definitiva para este padre de tres hijos que comenzaba a abrazar el pretérito del verbo tener para dejarlo todo en una jugada. Pero la verdad tiene facciones feroces. Y su disfraz no es barato: este hombre excedido en préstamos y créditos había alquilado trajes, autos, casas de fin de semana… y todo el decoro previo a esa noche, para seguir manteniendo la fachada de su farsa mejor guardada.
Los proyectos de Justo continuarían siendo meras especulaciones. Las deudas de Elena seguirían engordando sus cajones. Y mis sueños de casa quinta seguirían siendo soñados desde un departamento y balcón de dos por dos.
Menos mal que al menos nos quedaba el silencio. Excelente cosmético para la desvergüenza.


Lucía Fernández Capurro

Luís Aragonés



Era un cántico que le dedicaban las aficiones rivales. Decía “¡Qué borracho es, Luís Aragonés!”. No tengo ni idea de si estaba basado en la realidad o lo provocaba ese aspecto un tanto desaliñado que tenía el maestro, pero a mí nunca me molestó. Porque siempre creí en aquella máxima de “La Romántica Banda Local” que decía que los borrachos somos gente inquebrantable. Y para inquebrantable, éste.

Hoy he llorado como un descosido viendo las imágenes del homenaje del Calderón, leyendo las cartas de sus jugadores, es especial la de Xavi, escuchando las declaraciones de Iker en la radio, releyendo las mil y una anécdotas que dejó allí por donde pasó, mirando sus fotos, viendo como a su homenaje se sumaban madridistas, culés, sevillistas y seguidores de otros equipos, muchos de ellos portugueses y sudamericanos.

A él y a sus jugadores les debo el mejor momento futbolístico de mi vida, la Eurocopa de 2008. Es cierto que el Mundial es más. Pero cuando llegó el Mundial yo ya creía en nosotros mismos. Gracias a la Eurocopa.

Nunca pensé que pasaríamos de cuartos, como siempre. Nunca pensé que llegaría a ver a la selección ganar ningún torneo importante. Pero no contaba con el “Zapatones”.

Los tipos como él son los que hacen más grande el mundo. Directos, descarados, románticos ( si lo sería que se empeñaba en negarlo constantemente ), apasionados en sus amores ( hasta el punto de dejarlo todo para sacar a su Atleti del pozo de segunda ) y eternamente jóvenes, por más que les baile la dentadura postiza. Porque sólo un corazón como el suyo podía conectar de la forma en que lo hacía con sus jugadores. Hablándoles de usted, pero diciéndoles las cosas que les diría un amigo de su infancia. Protegiéndoles, cargándose los errores a sus espaldas, capaz de organizar un “sarao” para atraer la atención de los medios y conseguir así aislar de polémicas a sus chicos. Listo y generoso.

Sus peinetas, sus “ganar y ganar”, sus “¡míreme a los ojitos!”. Alguien me contaba ayer que Romario decía que ojalá le hubiese tenido de entrenador a los veinte años. Etoo le consideraba como un padre, Reyes se convenció de que era mejor que Henry, a Futre le decía que se iba a encerrar con él en una habitación y se iban a dar de hostias y tengo la impresión de que todos los que compartieron tiempo, no sólo fútbol, con él, terminaron por adorarle.

Necesitamos Luises Aragoneses. Imperiosamente. Necesitamos gente que nos recuerde lo que somos. Y que vamos a salir ahí a ganarle a la vida, por todos los que nos quieren y darían la suya por nosotros.

Don Luís, cuente conmigo para esta final. Este partido lo vamos a ganar.
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