miércoles, 5 de noviembre de 2014

Sin excesos

No te estoy diciendo que te hagas muchas ilusiones. No te digo que transites por la vida como un ingenuo, ni que lo apuestes todo al rojo en vez de a ese negro que tanto te atrae. No sugiero que las cosas tengan porque pasar de una u otra forma, ni tampoco lo contrario. No soy tan pretencioso, a estas alturas, como para dar consejos, a menos que esté tan borracho que ya no recuerde quien soy ni mi propia historia.

Pero yo dejaría un resquicio a la esperanza. Sin alharacas, sin pirotecnias, sin elaborados protocolos de proyección dichosa al futuro, sin demasiada fé ni demasiada desesperación. Sin dar el tostón, sin recibir el toisón, que la vida se apellida “sigue” y puede apellidarse “sorprende” por parte de madre, que dirían en Baltanás, Palencia.

Porque la lucecita se enciende donde menos te lo esperas, y hay quien marca un gol sin dar pie con bola, porque decía Einstein, Don Albert, el de los pelos de loco y la lengua fuera, dos rasgos inequívocos de sentido común, el menos común de los sentidos, que la realidad es el mayor sueño hecho realidad, porque si dejas paso al loco de la calle, a lo mejor te alcanza el ansia de vivir, que ya lo dicen Don Manolo y Don Quimi, desde el fondo de la hilera.

Ojos abiertos, por si se intuye a lo lejos un remoto destello que anuncie la salida del túnel, ojos abiertos para percatarse de que el cariño mira a los ojos, ojos abiertos para poder cerrar los ojos y dejarse llevar por la piel, ojos abiertos que abran los poros, y rejuvenezcan el cutis del corazón, ojos abiertos, muy abiertos.


No te estoy diciendo que te hagas muchas ilusiones. Pero abre los ojos y déjate llevar por la curiosidad. Eso que nos rodea son seres humanos, y puede que lleven nuestra esperanza en el bolsillo, entre los pañuelos de papel y la calderilla.  

martes, 4 de noviembre de 2014

Felices Reyes...

“Estudia, aprende, pero guarda un poco de ingenuidad. Tiene que estar dentro de ti, como el deseo de beber del borracho o el amor en el amante.”
Henri Matisse - Pintor francés (1869-1954)

lunes, 3 de noviembre de 2014

Errores

Errores y más errores. Cadenas de errores. Concatenaciones de errores. De cálculo. De medida. De capacidad. Por retraso y por apresuramiento. Por certezas equivocadas o por exceso de dudas. La vida es una ristra de errores colgada de una viga en un palomero, como si la estuviésemos secando al aire del Moncayo. Los sabios insisten en que lo mejor de cometer errores es lo que se aprende de ello. Y en parte debe ser verdad. Pero, vuelta la burra al trigo, acabas por repetir las mismas o parecidas torpezas, con lo que uno no deja de pensar que la querencia al error o es genética o la has convertido en modalidad deportiva, a nivel profesional.

Siempre hay un apuntador escondido en una concha y empeñado en repetirte el texto correcto y en subrayar la errata. Un apuntador que no suele atreverse a subir al escenario, porque en el escenario, cunado te trabucas, te ve el público. Pero lo que nunca podrá entender el que no se muestra y tiene en la mano el libreto es que el que vive eres tú. Para la próxima función de mi vida me voy a llevar impresa en un papel una frase que leí en alguna parte que decía que no te tomes la vida tan en serio, que , al fin y al cabo, no saldrás vivo de ella, para alcanzársela al lector si veo que me regaña con demasiada saña.

Además, por aquella regla matemática de menos por menos es más, hay veces que sumas dos errores y te sale un acierto. Para los que duden, que repasen los procesos por los que se llegaron a las más brillantes invenciones. Y la esperanza es lo último que se pierde. Lo mismo, a base de pifiarla, acabas inventando el motor de agua.


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La siguiente la pago yo por Rick, Diógenes de Sinope y Albert se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.