viernes, 27 de marzo de 2020

PANDEMonium. Crónicas epidémicas. Esperanza


Empieza a haber bajas en mis filas. Era previsible. Y es jodido bailar con la certeza de que nos van a dar hostias de todos los colores.
Preocupación por todos los que quieres y por los que no conoces. Un cielo que nunca había sido tan plomizo. Una amargura densa, algo así como la nada de “La historia interminable”. Es la tristeza, con toda su panoplia, y amenazando con más tristeza.
Y un fondo de ansiedad, una línea base de angustia que se mantiene en todo momento. Me despierto antes del amanecer para mirar el teléfono, a la espera de noticias. Más malas que buenas.
Pero, mientras fumo un cigarrillo en la ventana de mi habitación, Lorena, mi vecina del cuarto, de unos siete u ocho años, se pone a saludar a gritos a una compañera del colegio que vive al otro lado del patio. Le cuenta que sus gusanos de seda ya han hecho sus capullos. Que le quedan deberes de ayer, pero que hoy los terminará. Y que está haciendo un dibujo para su abuela.
Y esa voz cristalina le cruza la cara a la tristeza, y me llena los ojos de lágrimas, y me viste con una coraza invisible y me levanta la barbilla.
En un rato volveré a mi puesto. Preparado para derrotar a un virus que utiliza como artillería el desánimo, antes de intentar aplastarnos con su infantería. Hoy, a cubierto en un parapeto de voces infantiles. Un escudo de esperanza.

martes, 24 de marzo de 2020

PANDEMonium. Crónicas epidémicas. Aplausos


Otro aplauso. A las ocho. Con la inestimable colaboración del conductor del 41, que hace sonar la bocina y levanta gritos de ánimo.
Y se me saltan las lágrimas. Hay una elemental inocencia, un deseo irreprimible de hacer algo, por poco que sea, en todas esas personas. Gente que conozco de vista, que han sido, como yo para ellos, figurantes en un decorado vital lleno de absurdas obligaciones innecesarias.
Cada cara revela ahora que hay un ser humano detrás de cada figura de mi cuadro existencial. Con sus historias, sus penas, sus glorias y sus vacíos. Cada cual en su ventana, aplaudiendo a nada para que el aplauso se convierta en todo. Empujando el aire. Parece inútil, pero hoy le voy a llevar la contraria a Einstein. La energía se crea. Y se transforma en más energía.
Mañana toca volver al campo de batalla. El miedo de tener que salir ahí fuera desaparece entre ecos de aplausos.
Aplaudid, aplaudid, malditos. De eso también depende nuestro éxito. Y gracias.

lunes, 23 de marzo de 2020

PANDEMonium. Crónicas epidémicas. Oportunidades



Llevamos ya más días de los que querríamos, y muchos menos de los que nos esperan, de confinamiento por la pandemia, y cada vez nos vamos dando cuenta de lo felices que éramos antes de ello. El aislamiento, aunque sea en condiciones confortables y con la mayoría de las comodidades que necesitamos, nos genera un estado de inquietud comprensible por no poder elegir nosotros el no poder salir de casa, sino que nos venga impuesto. No importa que entendamos el motivo, y que compartamos la necesidad del confinamiento, lo que nos genera esa sensación de opresión es lo que se parece a un cautiverio.
De repente nos necesitamos mucho más los unos a los otros, si ya no puede ser el contacto físico, los abrazos, los apretones de manos o los besos (de todo tipo, casta, pelaje y condición), nos buscamos en chats, multichats, llamadas, multillamadas, mensajes, instagrams, o cualquier medio que nos conecte. Enviamos fotos, vídeos, mensajes de ánimo. Y nos preocupamos de los demás; aparte de nuestros más cercanos, también de aquellos a los que no frecuentamos tanto, y ahora nos damos cuenta de que deberíamos hacerlo más.
Muchas desgracias llevan aparejadas oportunidades. Casi ninguna de las generaciones que ahora poblamos este país vivimos la última gran catástrofe que fue la Guerra Civil, y la mayoría de los que la vivieron no la recuerdan con nitidez. Recuerdan la carestía, las mañas para sobrevivir en la posguerra, la ausencia de casi todo, y la ilusión por salir de ahí. Son nuestro mejor ejemplo para este momento, la cultura del esfuerzo, la sobriedad y la tenacidad. Y lo estamos viendo reflejado en todas las personas dedicadas ahora mismo a garantizar que nuestra vida sigue, confinada pero confortable, y si caemos, que nos ayudarán en los centros sanitarios.
Luchemos, y aprovechemos la oportunidad desde ahora mismo. Puede hacerse de muchas maneras. Ya hablaremos de ello.

domingo, 22 de marzo de 2020

PANDEMonium. Crónica epidémicas. ¡Esto es Esparta!



El puto virus nos sigue dando hostias sin descanso. Parece como si la Naturaleza hubiese decidido ajustar cuentas con la especie que la amenaza. Sin recurrir a grandes cataclismos. Por el sencillo procedimiento de seguir al pie de la letra aquello de “no hay enemigo pequeño”. Y nos sacude con el más ínfimo de los enemigos,…que nos está dando la del pulpo.
 No puedo dejar de pensar en el personal de urgencias. Me recuerdan a esos 300 espartanos en el paso de las Termópilas. Contra la avalancha, con los pocos escudos de que disponen en alto, resistiendo una acometida brutal de una fuerza mil veces superior. Con mascarillas en vez de cascos, con guantes en lugar de sarisas. Con alguien que, desde alguna parte, les grita “aguantad”. Y sus pies con esos patucos aislantes resbalan por los pasillos de los boxes, en un esfuerzo inhumano por detener el empuje.
 Y nos toca a nosotros no dejarles solos, y formar una retaguardia silenciosa, no combatiente pero presente, que, con la disciplina de seguir las normas, forme un muro en el que ellos puedan apoyarse para seguir empujando.
 Leí una vez que hay una inscripción en el lugar de la batalla que reza que “Aquí combatieron los Trescientos. No fueron derrotados. Simplemente murieron”. Pues, contra la opinión de mi admirado José Mota, no basta con igualarlo. Hay que mejorarlo.
Para que dentro de unas semanas podamos colgar una placa en cada urgencia en la que sea que allí combatieron nuestros sanitarios. Y vencieron y sobrevivieron, y nos regalaron la supervivencia a los demás.
Licencia Creative Commons
La siguiente la pago yo por Rick, Diógenes de Sinope y Albert se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.