jueves, 27 de septiembre de 2012

Casi Las Vegas 2

Un par de costuras más y estaré terminado. Mi creador, el moderno Prometeo, ha puesto mucho interés en que quede guapo y distinguido. No sólo soy un prodigio de ingeniería anatómica. Eso era previsible, siendo obra de quien soy.  Es que, además, me ha dotado de una musculatura imponente, de una envergadura impresionante y de un rostro que recuerda a algún jugador de fútbol que se siente triste. Hubo algún momento en que pensé que me fabricaba para anunciar calzoncillos de prestigiosas marcas.

Pero no, hoy, mientras acaba de recoserme el cuero cabelludo, cabello cien por cien libre de caspa, me ha revelado que mi destino es convertirme en pareja de mus de un hada juguetona que cada noche le atrapa en una red de palabras y le deja sin palabras, palabras más, palabras menos, palabras que se llevan el viento, palabras gitanas, palabras esdrújulas y palabras exbrújulas, palabras no dichas, palabras de honor.

Porque el no lo soportaría, repite. Y caería desconcertado a la primera seña de treinta y una y muerto si le pasa la de solomillo.

El Doctor Frankenstein, al que yo llamo Frank, abusando de su confianza, sólo me ha pedido que no eche órdagos. Dice que el hada, llevada de sus impulsos, los acepta a veces hasta de su compañero de juego. Veremos que tal se da la partida.

martes, 25 de septiembre de 2012

La rubia de Vigo (y VI)

Me espera sentada en una mesa próxima a la puerta. Lleva un traje de noche de color cereza, muy escotado, que dibuja su silueta. Una cascada de cabellos rubios y una nariz de carácter. Me doy cuenta de que es la primera vez en todo este tiempo que la puedo mirar con detenimiento. Está guapísima.

Pedimos unos vinos y la carta. Todavía no hemos cruzado una palabra. Cuando el camarero deja la botella de alvariño sobre la mesa y se retira para hacer la comanda a la cocina, me sonríe y empieza a hablar.

-          Mi nombre es Lupe. Y tú te llamas Aristóteles Estagira de Sinope…

Estoy estupefacto.

-          Al borde los cincuenta, casado cinco veces y, a pesar de todo, seductor empedernido, buscador de romances, piropeador pertinaz, maestro del requiebro…

No salgo de mi asombro.

-          ¿Pero como puedes saber todo eso de mí? Y, por favor, llámame Aris…

Se ríe a placer. Yo debo tener una cara de “pasmao” de las que no se olvidan.

-          Querido Aris, la cuestión es que hace tiempo que soy amiga de tu primo Dio, ese chalado que le escribe cuentos a gente que no conoce. Cuando se enteró de que venías a trabajar a Vigo, en la seguridad de que, a poco tiempo que estuvieses aquí, acabarías por meterte en algún lío de faldas, me llamó. Y entre los dos decidimos que esta vez el seducido ibas a ser tú. Me dice Dio que, a pesar de todo, eres de una candidez increíble, y se me ocurrió que nada mejor que una mujer que aparece y desaparece para volverte loco. Para más casualidad, uno de los técnicos que trabaja contigo en la Citröen, José Alberto, también es primo mío.

¡Maldita sea! ¡Cómo no se me habrá ocurrido! Detrás de una historia como esta tenía que estar el trastornado de mi primo Diógenes, que nació con un superavit de imaginación y siempre está fabulando.

-          Ha sido muy fácil seguirte. Espero que no te enfades…Porque, aunque te enfades, tengo que decirte que hacía tiempo que no me divertía tanto…Tendrías que haberte visto…

Nos traen el primer plato y entramos en conversación. No sólo es una mujer muy bella. Tiene un carácter alegre, es decidida, culta pero no afectada y destila simpatía. Y tiene unos ojos que le arrancarían el corazón a un dragón.

No voy a contar nada más. Bueno, sí, que nos trajeron el segundo plato y el postre, y que fue una de las cenas más divertidas y placenteras que recuerdo. Aunque, para disgusto del cotilla de mi primo Dio, no pienso decir ni una palabra más de lo que pasó después de la cena. Si quiere, que se lo cuente ella. Yo sólo puedo decir que fue mucho mejor que el marisco, el chuletón de ternera gallega que me apreté de segundo y ese vino inolvidable. Y hasta aquí puedo leer…

domingo, 23 de septiembre de 2012

La matanza de los gitanos

A Jack Taylor no le bastaba con ser alcohólico para dejar su vida convertida en un patatal, así que, durante una estancia en Londres, un viaje pensado para olvidar a una mujer y a un amigo, se hace adicto a la cocaína y comete alguna que otra insensatez.

Lleno de buenos hábitos y mejores propósitos, regresa a Irlanda, donde sigue disfrutando de la más selecta de las clientelas y de las mejores relaciones sociales (es ironía).

Pero le gusta la buena música, también es adicto a la literatura y las chicas le encuentran un nosequé que les fascina. Le pegan, le insultan, le desprecian, le acusan…Pero un tipo que piensa que los que nos creemos “normales” estamos incompletos y que una niña con síndrome de Down tiene la chispa que le da ese cromosoma de más del que los otros carecemos y que es capaz de romper una relación sentimental porque cree que no beneficia a su pareja, es un tipo que se merece mi confianza. Me da igual lo que se beba o lo que se meta por la nariz.

Le contrata un patriarca gitano para investigar el asesinato de varios de los suyos. Y a Jack le cuesta la salud y alguna cosa más. Pero tiene recursos. Los suyos. Qué son como son.


La matanza de los gitanos

Ken Bruen 2002

Editorial Tropismos


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La siguiente la pago yo por Rick, Diógenes de Sinope y Albert se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.