viernes, 4 de noviembre de 2011

El árbol de la vida

Ficha:

Película: El árbol de la vida. Título original: The tree of life. Dirección y guión: Terrence Malick. País: USA. Año: 2011. Duración: 141 min. Género: Drama. Interpretación: Brad Pitt (Sr. O’Brien), Sean Penn (Jack), Jessica Chastain (Sra. O’Brien), Fiona Shaw (abuela), Irene Bedard (mensajera), Hunter McCracken (Jack joven), Laramie Eppler (R.L.), Tye Sheridan (Steve). Producción: Dede Gardner, Sarah Green, Grant Hill, Brad Pitt y William Pohlad. Música: Alexandre Desplat. Fotografía: Emmanuel Lubezki. Montaje: Mark Yoshikawa. Diseño de producción: Jack Fisk. Vestuario: Jacqueline West. Distribuidora: Tripictures. Estreno en USA: 27 de mayo de 2011. Estreno en España: 16 de septiembre de 2011. Apta para todos los públicos.

Sinopsis:

Años 50. El film narra la evolución de Jack, un niño que vive con su madre, que encarna el amor y la bondad, mientras que su padre, que representa la severidad, autoritario, es el encargado de enseñarle a enfrentarse a un mundo hostil. Por otro lado, se trata también la historia del Universo desde sus orígenes.

Opinión:

“Hay dos caminos que puedes seguir en la vida, el de la naturaleza y el de lo divino, debes elegir cuál vas a seguir” Así comienza este canto a la vida.

El director de “La delgada línea roja” entre otras, no es un director para todos los públicos.  Esta vez nos sorprende con una película donde se cuestiona la existencia de la Fe, que nunca es fácil de comprender, y al mismo tiempo nos habla de la creación del universo y nos plantea cuestiones filosóficas de toda índole como de donde venimos, quiénes fuimos, quiénes somos, o adónde vamos.

“El árbol de la vida” es pura metáfora, no es película para ser degustada por todo el mundo, filmada a modo de documental, con pocos diálogos, una luminosa fotografía, con mucho color, y acompañada de una esplendida banda sonora de Alexandre Desplat, como no podía ser de otro modo, nos muestra a una familia rota por una desgracia, en busca de respuestas y de dar significado a la vida. Brad Pitt que se realza a la perfección como padre estricto, Jessica Castaim, frágil en su papel de madre, es puro amor y ternura, enamora nada más verla, Sean Penn pasa desapercibido en su papel de hijo adulto en busca de respuestas personales y los tres jóvenes protagonistas están muy bien en sus papeles de amor-odio.

Film lento, denso, espeso, que te lleva a la reflexión. Os encantará o decepcionará por igual.

Cita: “Lo que Dios te da, Dios te lo quita”.

Calificación:



Clark Kent

jueves, 3 de noviembre de 2011

Jueves, 3 de Noviembre


"Sólo triunfa en el mundo quien se levanta y busca a las circunstancias y las crea si no las encuentra."



George Bernard Shaw
(Dublín, 26 de julio de 1856 – Ayot St. Lawrence, Hertfordshire, 2 de noviembre de 1950) fue un escritor irlandés, ganador del Premio Nobel de literatura en 1925 y del Óscar en 1938.

Shaw nació en Dublín el 26 de julio de 1856, en una familia pobre y protestante. Se educó en el Wesley College en Dublín, y emigró a Londres en 1870, para comenzar su carrera literaria. Allí, escribió cinco novelas que fueron rechazadas por los editores. Comenzó a escribir una columna de crítica musical en el periódico Star. Mientras tanto, comenzó a involucrarse en la política, y sirvió como concejal en el distrito de St. Pancras a partir de 1897. Fue un socialista notable, destacado miembro de la Sociedad Fabiana, que buscaba la transformación de la sociedad a través de métodos no revolucionarios.
George Bernard Shaw. 1925

El trabajo periodístico ejercido durante sus primeros años, comprendía desde la crítica literaria y artística hasta colaboraciones sobre temas musicales que firmó, entre 1888 y 1890, con el pseudónimo de Corno di Bassetto.

Shaw se volvió vegetariano1 cuando tenía veinticinco años, después de una lectura de H. F. Lester.2 En 1901, rememorando la experiencia, dijo "Fui caníbal durante veinticinco años. Por el resto de tiempo, he sido vegetariano".3 Como convencido vegetariano, fue un firme anti-viviseccionista y antagonista de deportes crueles por el resto de su vida. La creencia en la inmoralidad de comer animales fue una de las causas más cercanas a su corazón y es un tópico frecuente en sus obras y prefacios. Su posición, mantenida sucintamente, fue "Un hombre de mi intensidad espiritual no come cadáveres".4

En 1895, Shaw se convirtió en el crítico teatral del periódico Saturday Review, lo cual fue el primer paso hacia la carrera de dramaturgo. En 1898, Shaw se casó con Charlotte Payne-Townshend. Candida, su primera obra exitosa, se estrenó ese mismo año. Le siguieron The Devil's Disciple (1897), Arms and the Man (1898), Mrs. Warren's Profession (1898), Captain Brassbound's Conversion (1900), Man and Superman (1903), Caesar and Cleopatra (1901), Major Barbara (1905), Androcles and the Lion (1912), y Pigmalión (1913), por la que en 1938 obtuvo el Óscar al mejor guion adaptado.

Después de la Primera Guerra Mundial produjo varias obras, incluyendo Heartbreak House (1919) y Saint Joan (1923). Una de las características de las obras de teatro de Shaw es la larga introducción que las acompaña. En estos ensayos introductorios, Shaw daba su opinión —normalmente controvertida— sobre los temas que eran tratados en la obra. Algunos de estos ensayos son inclusive más extensos que la obra misma.

La turbulencia política en Irlanda no le fue indiferente. Acerca del levantamiento de Pascua, Shaw abogó en contra de la ejecución de los líderes rebeldes, argumentando que todos los hogares que se destruyeron podían ser siempre reconstruidos. Shaw fue amigo personal del líder Michael Collins, a quien invitó a cenar a su casa cuando Collins negociaba el tratado anglo-irlandés con David Lloyd George en Londres.

Pero Shaw también tuvo su parte oscura. Él creía en matar por categoría, al holgazán, el inepto y los opositores. Invitó a los científicos a que inventaran un gas humano que mate instantáneamente y sin dolor, mortal pero humano, no cruel. Además defendió el nazismo y el fascismo de Mussolini porque "hacían cosas", no se quedaban sin hacer nada como los gobiernos democráticos. Al final, renegó del nazismo porque Hitler había transformado tanto la concepción marxista del nazismo.5

Shaw se preocupó por las incoherencias en la escritura de la lengua inglesa, a tal grado de que en su testamento destinó una parte de sus bienes a la creación de un nuevo alfabeto fonético para el inglés. Tal proyecto nunca pudo comenzar, pues los bienes monetarios que Shaw dejó no eran suficientes. Sin embargo, las regalías obtenidas por los derechos de Pigmalión y My Fair Lady (obra musical basada en la obra de Shaw) fueron significativas. Los herederos desarrollaron entonces el denominado alfabeto Shaviano.

Shaw tuvo una larga amistad con el escritor británico Gilbert Keith Chesterton y con el compositor Sir Edward Elgar. Shaw se convirtió en la primera persona en ganar un Premio Nobel y también un Óscar (en la categoría de mejor guion, por Pigmalión), en 1938.

Desde 1906 hasta su muerte en 1950, Shaw vivió en Shaw's Corner, en el poblado de Ayot St. Lawrence, Hertfordshire. La casa se encuentra abierta al público visitante. El Teatro Shaw en Londres se abrió nuevamente en 1971, en su honor.
(Fuente: Wikipedia)

Los símbolos

Somos animales simbólicos. Lo sabemos, pero lo olvidamos con demasiada frecuencia. Hace tiempo que lo recordó Maite Pagazaurtundúa, la hermana de Joseba que era Jefe de la Policía Local de Andoain cuando fue asesinado por ETA. Se expresó con unas sencillas palabras en una conversación en la radio. Dijo algo así como "El ser humano es simbólico. Las víctimas de estos crímenes necesitamos justicia". Sencillas palabras, pero en el marco de un discurso inteligente, coherente y lo que me parece más necesario; contundente. Fuera ambigüedades.

En un momento en el que está de moda la cursilería lingüística, lo "políticamente correcto", lo suave, lo guay (así, sin comillas) el "todo vale" si lo dices con suavidad; conviene escuchar a personas como Maite. ¿Qué importancia tiene si se acercan los presos a Pais Vasco? Pues sí que la tiene y mucha, porque es simbólico y eso a los seres humanos nos hiere, nos afecta. Los políticos lo saben perfectamente. Sus discursos están llenos de eufemismos. Los recortes de gastos se llaman ahora "reorientación de algunas partidas presupuestarias", la "capitalización de los bancos" es pasta que entre todos ponemos para que sigan pagando sueldos obscenos a sus directivos Una ministra afirmó hace unos días "que habían ´esponjado´ (¿?) el presupuesto porque tenían una deuda heredada del gobierno anterior". En fin, una tomadura de pelo detrás de otra. Los acrónimos se han convertido en la máscara más socorrida para esconder la verdad, o al menos, ocultar el lado más agresivo. Los despidos en masa son los ERE y así, parece que se echa a la gente de sus puestos de trabajo con menos traumas. El malestar previo a la menstruación es un SPM, todo el mundo odia las ETT y es mucho mejor que pongas los medios para que no  tengas una ETS tras una relación con una persona. Relájate en un SPA y cuando vengas de las vacaciones procura no padecer el SPV. Acabo de saber que si tengo que consultar a Hacienda, puedo hacerlo por medio de una SAT. Se puede liar la cosa y aplicar palabros ingleses. Puedes cosultar las FAQ´S si quieres saber más sobre la cámara de fotos que has comprado en una TCF ("tienda de cámaras de fotos", esto es mío os lo regalo). Estudiar en un instituto se ha quedado anticuado. Ahora se estudia en los IES y si necesitas asistencia sanitaria, es probable que te atienda un ATS o un DUE. Decía Lázaro Carreter, que los acrónimos son como esqueletos de palabras que están invadiendo el lenguaje. A mí me da mucha pena por el empobrecimiento, pero sobre todo por lo que intentan esconder. Parece más prestigioso ser un DUE (Diplomado Universitario en Enfermería) que ser un enfermero. Probablemente se me escapa algún matiz que alguien pondrá sobre la mesa para demostrar mi ignorancia que ,como bien sabéis, es bastante osada. Esto a mí me da igual. Yo solo quiero que, en caso de necesitarlo me atienda alguien que sepa; ya sea DUE, ATS o PEP ("Perico el de los Palotes") y sobre todo, es importante que el médico tenga terminado el MIR.

Tenemos una sociedad muy miedosa. No queremos escuchar ciertas cosas. No queremos guerras, aunque nos importa poco que haya "zonas de exclusión aérea". Da vergüenza ofrecer puesto de trabajo como vendedor, por eso en los periódicos se necesitan muy pocos vendedores y muchos comerciales o "asesores de marketing". De hecho yo no quisiera trabajar en una charcutería como vendedor, pero no me importaría nada ser un  "assistant manager of comercial sausage department".

Conscientemente, no le damos importancia a las palabras, ni a los gestos ni a nada y, al mismo tiempo, nuestra naturaleza simbólica se impone. Vivimos en esa contradicción. Nos disgusta mucho, por ejemplo,  que en nuestro trabajo alguien se equivoque constantemente con nuestro nombre de pila. No es solo una palabra, es algo más. Si el profesor de nuestro hijo se refiriera a él como "este individuo" ¿qué sentimos? ¿Es solo una palabra? Una tela bicolor pasa a ser una bandera y trasciende así el mero objeto. Unos girasoles pintados por Picasso , dejan de ser unas simples plantas y pasan a ser expresión de un sentimiento ante su contemplación. Un cuadro no es solo la pintura con la que se ha hecho , sino algo muy superior. No se puede explicar la Gioconda detallando la composición de sus materiales. El amor no es solo un conjunto de reacciones químicas, sino algo que está pendiente de definir a pesar de tener muchos sabios en la materia.

No debemos subestimar el valor de la palabra. Las grandes revoluciones se pusieron en marcha gracias a las ideas y su expresión: la enciclopedia en Francia, la Constitución de 1812 en España o la historia del sindicalismo en defensa de los derechos de los trabajadores. Mucha gente ha muerto por defender la palabra. También los símbolos y los rituales son esenciales para vivir el día a día.  Creo que nos da vida despedirnos de la persona a la que amamos con un beso o decirle "te quiero" (dos soplos de voz). Acompañar a nuestros hijos a la cama, aunque ya se sepan el camino y decir "buenas noches" (otros dos soplos de voz). Cuando recordamos a la persona que ya no está con nosotros, tenemos presentes sus palabras que, de algun modo transportan su alma hasta nosotros. Ese es el valor del símbolo. Por eso cuando escuchemos hablar a personas como Maite Pagazaurtundúa debemos escuchar con atención. Cuando habla de "justicia" no se refiere a venganza ni a demagogias ni a rastreras concesiones. Me da la impresión de que se refiere a algo muy superior y desde luego cargado de una humanidad sin límite: simplemente, quiere justicia.

Adso

miércoles, 2 de noviembre de 2011

El beso y la ciudad de los peluqueros

De repente me sentí como Rick en Casablanca: ¿por qué, de todas las ciudades del mundo ha tenido que venir a ésta? Pero yo me encontraba en Oporto, y ella, aunque no era Ilsa, tenía ese mismo aire de elegancia innata. Allí estaba, Julia, sentada en aquella terraza junto al río, hojeando distraídamente una revista. Intenté que mi cara no reflejase el terremoto que sentía por dentro, y sobre todo que Gloria no me lo notase. Por suerte Gloria no era demasiado perspicaz, y aunque ya llevábamos casi dos años juntos y me iba conociendo, creo que no se dio cuenta. Habíamos llegado tres días antes para asistir a un congreso de medicina, profesión que compartíamos, además del techo que nos cobijaba en Madrid. Hasta ese momento todo había ido bien, las callejuelas de Oporto eran cómplices ideales para cometer los mejores pecados en forma de besos, y tenía la sensación de que nos habíamos mimetizado en ella como un edificio ruinoso más.

Y de pronto, apareció Julia, y todo cambió. Hacía seis años que no la veía, y no tenía no idea de qué hacía allí; tal vez vive en Oporto, pensé. Fue mi último pensamiento como tal, porque en mi cabeza se desencadenó una tormenta que ya no dejó de dar vueltas.

Se me aparecieron en un instante todos sus abrazos, sus caricias, y aquel olor de su piel que ya creía haber olvidado. Ni siquiera el recuerdo de nuestra abrupta despedida, tan fría como una mala noticia, amortiguó la ansiedad que me atropelló al contemplarla allí, tan hermosa como siempre.

Insistí a Gloria en sentarnos en la terraza de enfrente, a la distancia ideal para aplicar la vieja máxima de la estrategia, ver sin ser visto. Pedimos dos copas de tawny de 20 años y aunque mi cuerpo estaba allí presente, mi mente se encontraba unos metros más allá. Pensé incluso en ir a saludarla con Gloria, y darle celos. Qué estupido, celos, si era yo el que estaba celoso hasta de su silla.

Así permanecía, absorto en mis necias cavilaciones cuando, de repente, vi que la revista de Julia caía al suelo, y justo después, ella se desplomaba. Al instante se organizó un pequeño revuelo, hasta que alguien pronunció la frase fatídica.

- ¡Un doctor!

Gloria, que también lo oyó, empezó a darme golpecitos en el brazo.

- Piden un médico, vamos, acércate.

- Pues tú también eres médica.

- No seas tonto, anda, corre, no vaya a ser algo grave.

Me encontraba inerme y sin argumentos para negarme, me levanté y caminé tratando de aparentar premura, aunque en realidad iba como si me estuvieran empujando por la pasarela a los tiburones. Julia estaba tendida sobre el suelo, con un grupito de personas a su alrededor.

- Soy médico.

Y como si fuera el mar Rojo, la gente se abrió y me dejó paso hasta ella. Me sentía tan nervioso que apenas podía razonar, pero al menos me dio para entender que no tenía pulso perceptible. Lo saben hasta los niños, había que hacer maniobras de reanimación. Y allí me encontré, insuflando aire a través de esa boca que tantas veces había besado.

Aunque parezca extraño, me sentía azorado por la situación, pero no estaba preocupado por Julia, porque estaba convencido de que iba a salir de la parada. Y claro que salió, muy pronto, apenas habían transcurrido dos minutos cuando abrió los ojos justo cuando yo le estaba introduciendo aire. Retiré mi boca y vi su expresión de incredulidad, que no fue nada comparada con la que debí poner yo cuando recibí el bofetón que me propinó, ante la mirada atónita de los espectadores. Y eso que aún no lo habían visto todo. Porque cuando pasaron unos segundos, Julia me atrajo de nuevo hacia ella y entonces me besó como si otra vez necesitase el aire de forma imperiosa para poder sobrevivir un rato más. Lo que sucedió después es que la gente que teníamos alrededor prorrumpió en un aplauso entusiasta, cual final feliz de una película romántica. A la única a la que la película le debió parecer surrealista fue a Gloria, que contemplaba la escena con estupefacción.

Poco tiempo después, mientras el sol se escondía, andábamos en silencio por Santa Catarina. Como un alma en pena, iba fijándome en todos los carteles que salían y colgaban de las ventanas y los balcones.

- ¿Te has fijado – dije, como si nada, con el más pobre de los recursos - , en que está todo lleno de peluquerías?

Gloria me miró sin decir nada. Yo no sabía cómo explicarle la situación, sobre todo porque nunca antes le había hablado de Julia, a pesar de la cicatriz que me había dejado. Y lo peor de todo era que ese beso inesperado tras haberla traído de vuelta a la vida había sido como un veneno cuyas consecuencias aún no podía valorar.

A Julia se la llevaron al hospital antes de que pudiese hablar nada con ella, y allí se quedaría hasta que la explorasen para intentar saber la causa de su parada, y yo pasé la noche en blanco dándole vueltas a lo sucedido. Al día siguiente fui al hospital para tratar de hablar con ella, pero me dijeron que no habían encontrado nada anormal en su estado y había sido dada de alta. Después de aquello no la he vuelto a ver.

Gloria, tras contarle todo lo que tenía que decirle, tomó el primer avión de la mañana; me dijo que se iba por la falta de confianza que le había demostrado y porque yo, desmoronado en los brazos de Julia, no había hecho ninguna intención de retirar mis labios de los suyos cuando me besó con aquella intensidad. Tenía razón en todo, pensaba yo, mientras seguía caminando despacio bajo los vetustos anuncios de los peluqueros.

martes, 1 de noviembre de 2011

Sakamura, Corrales y los muertos rientes


El inspector Sakamura de la Interpol y el Cabo de la Guardia Civil Corrales investigan la muerte de tres extranjeros sonrientes en la Costa Brava. Planteado así, ya suena raro. Si le añadimos una espía jamona, la Agente 69, y hasta aquí puedo leer, más raro todavía. Y si le sumamos terroristas, gobernantes nacionales y autonómicos e incluso sus esposas, empieza la fiesta.

Está es una novela policíaca porque salen policías, pero lo que es en realidad es una de las más divertidas y descabelladas historias de humor jamás escrita. Por descontado, detrás está la ironía para explicar el esperpento absurdo que llega a suponer la estructura política de nuestro país y la miseria moral de algunos de los protagonistas de nuestra historia reciente.

Una novela para tiempos como estos, de las de reírse sin control mientras la lee uno en el autobús, para estupefacción del resto de pasajeros. No perdérsela, por favor. Ya lo dice el título: hasta los muertos se ríen.



Sakamura, Corrales y los muertos rientes
Pablo Tusset 2009
Editorial Destino
283 páginas
Licencia Creative Commons
La siguiente la pago yo por Rick, Diógenes de Sinope y Albert se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.