miércoles, 14 de septiembre de 2011

“Anoche me vino a la mente Walter Brennan....”


Anoche me vino a la mente Walter Brennan; después de esto podríais pensar al menos dos cosas: vaya lo que piensa éste o, sencillamente y a la vez lo mas probable. ¿quién coño es Walter Brennan? Todo tiene explicación, aunque a veces esta no sea sencilla y es que hay que ver los vericuetos que sigue el pensamiento en sus recorridos.

Hablando por teléfono con una muy buena amiga que pasaba unos días en el campo, comentando las bondades de estar sentada en el porche, asistí a un suceso curioso: de pronto un grito, más un alarido,  de cualquier manera expresión de dolor o sorpresa. Claro… Pregunté y no sólo por la inquietud de saber que había pasado, también por  curiosidad y ciertos celos, con el fin de ver que o quien había producido semejante exclamación y que ello pudiera darme una pista de con quien pasaba su asueto mi amiga en el campo, pensando simplemente en un buen pellizco.

Pues ni misterio ni compañía, adiós celos y curiosidad de un golpe, todo quedó en una picadura de avispa. Al sentarse de nuevo en la silla, tras rellenar su copa de Syrah, (esto lo aprendí de ella, hablar de uvas y no de marcas), pues eso, que al volver a sentarse, ignorante del peligro que sobre sus glúteos se cernía, fue a dar con estos sobre el bichito que apacible descansaba, ajeno también a la catástrofe que se le venía encima. Haré la salvedad de que la catástrofe es para un insecto, todo es cuestión de a quien se le vengan encima semejantes posaderas.
Todo se conjugó como habéis visto para que yo, vía telefónica, fuera testigo del encuentro. No sabremos nunca quien atacó primero, si mi amiga all himenóptero o este a mi amiga, el caso es que el resultado fue de muerte para el más débil. Ella es potente, mucho más que cualquier avispa y no voy a hablar aquí de los efectos que pudiera producir en el caso que decidiera picar a alguien.

En ese momento se inicia el movimiento en el mecanismo de pensamiento que llevó a Walter Brennan a meterse en mi cabeza. ¿Por qué no pude sin más haber seguido pensando en mi amiga con su hermosa anatomía? Aún ahora continúo preguntándome si realmente mereció la pena el desvarío, vosotros si continuáis leyendo daréis respuesta a esta cuestión, yo, sinceramente pienso que no, pero vosotros no conocéis a mi amiga y estáis en libertad de decidir.

Esto nos lleva al segundo planteamiento que inició estas letras ¿Quién coño es Walter Brennan? Y que tendrá que ver con una avispa muerta a manos iba a decir, pero es evidente que ningún forense certificaría como causa del  óbito las manos y mucho menos tras mirar detenidamente a semejante mujer y con lo que presuntamente cometió el crimen. El caso es la duda, ¿Puede picar una avispa muerta?
Pues yo no lo sé y Walter Brennan tampoco lo sabía, en una memorable película; bueno él preguntaba sobre otro insecto volador, en concreto una abeja, y la posibilidad de que esta fuera capaz de picar una vez muerta. Película no, peliculón, verdadera obra maestra en mi opinión, sobre la que amenazo con hablar en otra ocasión, “Tener y no tener”.

Walter Brennan es un ACTOR, secundario de lujo, de esos sin los que las grandes películas no brillarían tanto, de esos que hacen que los protagonistas puedan apoyarse para su lucimiento, a los que se puede maltratar o matar sin remordimiento, querer con ternura, reírse o llorar con ellos. En esta ocasión es querido, mimado y protegido hasta de si mismo por uno de los cínicos y duros personajes que encarnaba a la perfección Humphrey Bogart. ACTOR del que la mayoría de nosotros no sabemos el nombre cuando aparece en pantalla pero que nos “suena” de otras ocasiones y siempre recordamos algo que le identifica en cada película. En “Tener y no tener” es un borrachín que siempre demanda una cerveza o un trago, con corazón de oro y que ni por alcohol traiciona a su amigo y protector, siempre rondando y ayudando a que se desarrolle la acción… ¡qué sería del cine sin estos personajes imprescindibles!

No me resisto a citar el diálogo que invocó a Walter Brennan:
Eddie: “¿Te ha picado alguna vez una abeja muerta?”
Harry “Steve” Morgan. ¿Una abeja muerta? Eso es imposible.”
Eddie: “Claro que es posible. Hay que tener mucho cuidado con las abejas muertas   
            cuando uno las pisa con los pies descalzos. Si las pisas pueden picar tan fuerte
            como cuando estaban vivas, sobre todo si estaban enfadadas cuando las
            mataron.”


De esto extraigo una conclusión y con ello me queda clara una cosa: con desenlace  semejante al sufrido por la avispa yo nunca habría muerto enfadado con mi amiga y sigo considerando un auténtico desvarío por mi parte haber dejado que Walter Brennan la desbancara de mis pensamientos.

Me permito como final sólo un consejo ligero y sin exigencias, de esos que se pueden dar a cualquiera: no dejéis de ver esta película o repetir si ya la visteis, tendréis la oportunidad de ver a un gran secundario en ejercicio.

Hasta pronto….
Jesús

2 comentarios:

  1. Yo siempre le recuerdo de ayudante de John Wayne en Río Bravo....

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  2. En la vida los secundarios son tan importantes como los protagonistas.

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