martes, 15 de noviembre de 2011

La hora de la luz


El fluir del whisky sobre los cubitos de hielo hizo pensar a Helio en una película de serie B cuyo título no recordaba. Últimamente notaba que su memoria se debilitaba con sutileza, y esto le hacía sentir incómodo, pues le parecía que era otra señal de que sus 40 años se habían mudado, y a su carné de identidad habían llegado unos nuevos inquilinos, los 50. Esos pequeños avisos, la rodilla que crujía, las canas, las letras borrosas, le producían cierta ansiedad, que se acrecentaba durante la noche, cuando estaba solo ante la máquina de escribir.
El campanario habló 12 veces. Los 12 signos del zodíaco, los 12 apóstoles, 12 cascabeles tiene mi caballo, 12 hombres sin piedad; muchas veces buscaba luz en alguna ocurrencia peregrina sugerida por el reloj, y así habían surgido varios de sus cuentos más celebrados. Aurora bromeaba acerca de sus fuentes de inspiración. Ella era diferente: sistemática y tenaz, cada idea era fruto de un trabajo metódico, planificado; hacía del proceso de escribir una ciencia, lo que unido a su talento, intuición y perspicacia, la convertían en una escritora extraordinaria.
Sonaron 3 campanadas, los 3 cerditos, las 3 gracias, 3 son multitud. Aurora se sentaba frente al ordenador a esa hora, y no se levantaba hasta las 7; cerca del alba ella dejaba de escribir. Entonces salía de su casa y llegaba a la de Helio. A Aurora le gustaba hacer el amor con las primeras luces de la mañana, y ahí prescindía de cualquier método, era improvisación, frescura, pasión. Por eso él esperaba con impaciencia los rayos de sol que le prometían inminentes placeres y ahuyentaban los fantasmas nocturnos.
Las 6. 6 personajes en busca de autor; sólo se le ocurría eso. La noche ya pesaba, y él se llevaba mejor con los 7 sabios de Grecia y los 7 niños de Écija. Se relajó y empezó a pensar en Aurora, que estaría en plena actividad literaria y pronto acudiría a su cita con la luz y el deseo.
Sin embargo, los 7 enanitos no llegaron, y las 7 campanadas no sonaron. Helio miró su reloj, marcaba las siete y media. Subió la persiana y la negrura de la noche le sorprendió. Cuando las manecillas llegaron a las 8, esperó con angustia la música del campanario, mas no aparecieron los 8 oscars de “My fair lady”, ni se escucharon las 9 sinfonías de Beethoven, ni se presentaron los 10 negritos; no había rastro del sol y Helio esperaba, confundido.
Pero, sin que Helio lo sospechara, el amor de Aurora llevaba semanas disipándose, y al fin durante aquella noche acabó por extinguirse, y Aurora no llegó.

5 comentarios:

  1. Pero llegó la Sole....
    Muy bueno

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  2. quizá me imagino de quien es el relato, pero...¿ya no firman sus creadores?...es por los clubs de fans...

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  3. Ya firmarán... Lo importante es el texto y el feeling.
    Gracias por ser fan.

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  4. Me ha gustado mucho, enhorabuena autor anónimo.
    Seguid escribiendo. Cuando abro el ordenador por la mañana estoy deseando que haya un relato.

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  5. eso, eso, ya firmaran....otro J J ya¡¡¡

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