jueves, 8 de septiembre de 2011

La mentira huele a limpio.

El mentiroso destapa el frasco con todas las esencias que el interlocutor desea que le entren por la nariz a raudales.
Una catarata de musgo húmedo y salmones de fogata adolescente en la que se configura la metáfora de como debe ser el mundo.
La mentira huele a armario de ropa de cama con lavanda ordenada ante el que nunca quieres preguntarte donde está escondido el muerto. A desayuno en tazón de pan de pueblo que sorbes con la satisfacción de los buenos tiempos sin que hayas encontrado una sola vaca en los alrededores.
A intercambio de sonrisas, unas complacidas y las otras complacientes, untadas en las galletas de la tarde frente a un café con premio.
A premonición de sábanas dislocadas bajo las que te tocan en tus geografías favoritas.
A redoble de tambor mientras el trapecista se concentra antes de caer, para en el último minuto recuperar el equilibrio sobre la jaula de los leones.
La mentira huele a sangre fresca lavada con cepillo y jabón en la que uno es el asesino y el otro el asesinado, pero ambos son igual de culpables.

Publicado por Alicia

4 comentarios:

  1. Pues prepárate, que llega la campaña electoral...Vas a tener mentiras con todas las fragancias.

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  2. ¿Qué se puede sacar de una mentira?....¡Quizás otra!.

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  3. Cuando no hay verdades que creer bien vale una mentira con un bonito lazo de color... semos asín.

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