El mentiroso destapa el frasco con todas las esencias que el interlocutor desea que le entren por la nariz a raudales.
Una catarata de musgo húmedo y salmones de fogata adolescente en la que se configura la metáfora de como debe ser el mundo.
La mentira huele a armario de ropa de cama con lavanda ordenada ante el que nunca quieres preguntarte donde está escondido el muerto. A desayuno en tazón de pan de pueblo que sorbes con la satisfacción de los buenos tiempos sin que hayas encontrado una sola vaca en los alrededores.
A intercambio de sonrisas, unas complacidas y las otras complacientes, untadas en las galletas de la tarde frente a un café con premio.
A premonición de sábanas dislocadas bajo las que te tocan en tus geografías favoritas.
A redoble de tambor mientras el trapecista se concentra antes de caer, para en el último minuto recuperar el equilibrio sobre la jaula de los leones.
La mentira huele a sangre fresca lavada con cepillo y jabón en la que uno es el asesino y el otro el asesinado, pero ambos son igual de culpables.
Publicado por Alicia
Pues prepárate, que llega la campaña electoral...Vas a tener mentiras con todas las fragancias.
ResponderEliminar¿Qué se puede sacar de una mentira?....¡Quizás otra!.
ResponderEliminarY de dos mentiras...¿ la verdad ?
ResponderEliminarCuando no hay verdades que creer bien vale una mentira con un bonito lazo de color... semos asín.
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