miércoles, 19 de octubre de 2011

El cristal imperfecto

Nos vamos a ver hoy.
Tirito de alegría.
Descuelgo y toco nueve notas de ilusión.
Silencio.
Un tono.
Silencio.
Dos tonos.
Descuelgas.
Silencio y más silencio; una eternidad de silencio.
Miro el aparato, todo correcto.
Rompo yo.

¿Qué tal está mi cachondona preferida?
Con José Alfredo.
Empezamos bien.
Respiro fuerte y en calma a la vez.

Pues llámame cuando se vaya.
No se va a ir.
Mis cejas se disparan hacia un arco de suspicacia.
Vuelvo a respirar fuerte y en calma a la vez.

¿Cómo que no se va a ir?
Ha vuelto.
Tirito, pero de desazón.
Empiezo a no poder respirar, ni fuerte ni en calma.

¿Otra vez?
Vino hecho un cuero y llorando.
Vislumbro  las otras veces.
No tengo saliva, saboreo hierro en la boca.

Si no ibas a volver a verlo en tu vida.
Merece otra oportunidad.
¡La órdiga! Vuelvo a ver esas otras veces.
Algo dentro empieza  a pesar mucho.

Pero, si no iba a cambiar nunca.
Ahora va al psicólogo.
¡Diantre, qué pericia!
Está aprendiendo o ha mutado.

No decías que era un egoísta que sólo iba a lo suyo.
Va a pagar la mitad del alquiler de  la casa.
¡Cáspita,que belitre! (Creo que últimamente leo demasiado castellano antiguo)
Huelo al profesional del coco detrás.

¿No estaba con otra?
La ha dejado.
Sí, resuenan. La frase y las consecuencias.
Mi aguante va desmayando.

Te hacía daño.
Eso ha cambiado.
Mil ocasiones volverán a hacerlo, se engaña.
Mi sangre se licua y se acelera a la vez.

Si no te respetaba.
Ahora es una persona nueva.
No tiene ni idea de lo que es el respeto, ¡si pudiera demostrártelo!
Intento encontrar en mi mente una bañera de gel frío donde sumergirme.

Si no te merecía, lo hemos hablado muchas veces.

De nuevo… otra eternidad de silencio.

Sabes, me encontraba muy sola…

Ahora el paréntesis mudo es mío.
Tardo en contestar, supongo que estoy asimilando esas palabras.

Pienso muy rápido hacia atrás; vuelvo a nuestro colegio, a nuestros nombres juntos dentro de aquel corazón, madera fresca recién arañada en el gris sucio de un banco del parque.
Pienso años en el corto y firme paso de una aguja.
El tic me alumbra los desvelos, las esperanzas, las desilusiones, las lágrimas, las escuchas, las atenciones, los consuelos, la risa, los miedos, los ánimos, los apoyos, los mimos, las resurrecciones…
El tac me recuerda que quiero estar. Siempre el estar. A pesar de todo estar…
Mi espera, seis letras que comienzan una palabra de nueve…  esperanza.

Yo no, te digo al final.

Callo, trago la hiel de mi mentira. Quema hacia abajo. Vuelvo a beber del mismo viejo odre.

Hablamos. Me dices

Hablamos. Te digo.

Cuelgo y llamo a mi amigo desaliento. Me lo coge a la primera.
¿Nos tomamos una copa?

Cuelgo y maldigo la óptica que te hizo esas gafas.

Roy Batty

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