domingo, 3 de junio de 2012

Curiosidades rurales 3/4

     La orografía del terreno siempre ha influido de manera evidente en las costumbres de las zonas rurales. Un ejemplo muy claro se da en la isla de la Gomera, donde lo farragoso del terreno hizo que se inventara un medio de desplazamiento para bajar los muchos e imponentes cerros y montañas que copan la misma. Se trata de un simple palo de madera de unos 3 metros de largo que sirve para apoyarse en él como si fuera una pértiga y bajar por las laderas dando saltos. También se creó el silbido gomero, lenguaje para comunicarse entre los pastores dispersos por la montaña sin necesidad de acercarse unos a otros, evitando así difíciles desplazamientos.

     Algo también muy curioso es que dos de las zonas de España donde más llueve no están en el norte, como podría pensarse por lógica, sino en el sur: en la sierra de Grazalema en Cádiz y en la de Aracena en Huelva.

     Y hablando de lluvias, conozco algun pueblo donde me contaron que cuando se aproximaba una tormenta que pudiera ser perjudicial para la cosecha, había un encargado de subirse a algun cerro de alrededor a tirar cohetes con la intención de  desviar su trayectoria, lo que, al parecer, daba resultados muy desiguales.

      Es muy habitual también ver señalada, en el dintel de la puerta de muchas casas, la fecha de construcción de las mismas, algunas con mucha solera, de los siglos XVII y XVIII, o frases pidiendo la bendición de la casa a Dios o a la Virgen.

      Una de las señas de identidad de muchas zonas rurales son sus juegos populares: tanguilla, bolos... En Cantabria hay una liga de bolos por pueblos con sus diferentes divisiones, cuyas partidas se juegan en bonitas boleras de piedra al aire libre, como en Santillana del Mar o en Carmona, por citar solo dos ejemplos. En este último precisamente, me sucedió algo curioso: ví a varias personas en torno a una radio de la que salía una voz enérgica propia de una retransmisión deportiva; me acerqué pensando si se trataría de algun partido de fútbol, y descubrí, para mi sorpresa, que era una retransmisión de una competición de bolos.

     Y siguiendo con bolos, me llamó mucho la atención ver que la bola que se lanza para derribarlos en la provincia de Soria es agüevada, y en el norte de León es una media esfera.

     Otro elemento muy característico de los pueblos son los lavaderos, lugares que con la aparición de las lavadoras automáticas han perdido uso, pero que todavía funcionan algo, sobre todo para "manchas difíciles", además de ser centros habituales de intercambio de "chascarrillos"  mujeriegos. Algunos muy bonitos son los de Morella y Montanejos en Castellón, Albarracín en Teruel y Brihuega y Palazuelos en Guadalajara.

     Una costumbre que todavía se conserva en algunos pueblos es la del "cerdo de San Martín". En La Alberca (Salamanca), por ejemplo, aún se ve el cochino paseando tranquilamente por sus calles, mientras los vecinos le van dando de comer allá por donde pasa. Lo malo para el animal es que llegará el día de San Martín... Pero sería injusto no hacer un homenaje al cochino, que ha salvado del hambre a varias generaciones de españoles en el pasado, y que sigue alegrando la mesa en el presente.

     No quiero olvidarme tampoco de otro animal que, en el ámbito rural, le ha dado un servicio impagable al hombre: el burro. Todavía se ven algunos.

     Y ya que estábamos en La Alberca, quiero hacer mención de otra curiosa costumbre que se mantiene en esta localidad: todos los días, al anochecer, una mujer recorre las calles haciendo sonar una esquila mientras pide oraciones por las ánimas.
    
    Algo curioso y gracioso al mismo tiempo, es que muchos lugareños cierran la linde de las huertas mediante la colocación de un viejo somier de manera vertical, a modo de puerta. O poner figuras de enanitos en la entrada de la casa. O botellas llenas de agua para que los gatos no se metan en la vivienda.

     Una costumbre muy rural es la de "tomar la fresca". En las noches de verano los vecinos sacan sillas de casa a la calle para sentarse al aire libre y aliviar el calor, mientras se sumergen en animadas conversaciones. Aunque en otras ocasiones, cuando el tiempo es más frío, lo que procede es "tomar el sol". Tanto para lo uno como para lo otro, además de los típicos bancos callejeros, es frecuente que se habiliten poyetes y maderos o tablas apoyados en piedras para poder sentarse.

     Hay muchas localidades que no tienen tiendas. Cuando sus habitantes oyen el sonido prolongado de una claxon, ya saben que se trata de la furgoneta o el camión del carnicero, el pescadero o el frutero, que acaba de llegar en su ruta por los pueblos de la zona.


AOC
Continuará...


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