sábado, 9 de junio de 2012

Suicidio perfecto

Jaritos, hasta convaleciente, es policía. Me encanta porque con Kostas tienes un buen puñado de referencias fijas que te acompañan a través del relato: su mujer, su hija, su yerno, que resulta ser su mejor aliado, Guikas, Kula, esa chica que de tonta no tiene un pelo, los políticos, los empresarios, ese café frío y ese cruasán envuelto en celofán, el Mirafiori, Zisis el viejo comunista, los atascos, los diccionarios, la televisión, Sotirópulos el periodista y hasta un gato en un parque.

Con todo esto y un suicidio para empezar, Don Petros construye otra joya en la que te lleva de viaje por el pasado remoto y por el pasado reciente de Grecia, lo que sirve para explicar en buena parte el presente de Grecia. Lo que está muy bien. Pero mejor aún, te da un paseo por el alma de un Jaritos que es, esencialmente, un gran tipo. Por más que se pase la vida gruñendo. Los alemanes deberían leerlo obligatoriamente para saber como se estructuran las sociedades mediterráneas, en torno a la familia en el caso de los comunes mortales, como Kostas, y en torno a la corrupción en el caso de los políticos y empresarios.

Extraordinaria…como toda la serie.


Suicidio perfecto
Petros Markaris 2004
Ediciones B
400 páginas

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