domingo, 24 de junio de 2012

El Mimbar: el púlpito islámico


      Es el Mimbar o Almimbar el púlpito islámico que se coloca cerca del punto orientador del rezo (Mihrab) en las mezquitas y a donde el predicador (Jatib) se sube para exponer el sermón de los viernes (Hutbah). Se trata de una estructura de madera en forma triangular. Una escalera recta franqueada por barandillas, a ambos lados, que termina en una plataforma situada bajo un baldaquín. En ocasiones es cerrado y puede estar culminado por un baldaquín decorado con telas o con maderas esculpidas. Ejemplos de magníficos mimbares son los de la mezquita de Qairuán (Túnez) del siglo IX, el de la gran mezquita de Argel (Argelia) del siglo XI o el de Fars expuesto en el museo de Teherán (Irán) del siglo XIV. Es común en todos ellos que tengan ocho peldaños rematados por una silla destinada al predicador o imán. Si bien, este se coloca de pie en los peldaños intermedios cuando sermonea a sus feligreses. Esto es como muestra de respeto hacia el profeta Mahoma (Muhammad) que se sentaba a predicar en el último peldaño de la escalera, origen del mimbar, utilizada para hacerse ver por los fieles.

    Considerados, con justicia, como obras de arte de la carpintería religiosa musulmana, algunos son auténticas joyas en madera. El protagonista de estas páginas es una pieza única. Realizado en Córdoba en el siglo XII, entre los años 1137 y 1145, fue trasladado a tierras del Magreb, en piezas, donde fue ensamblado y colocado en la mezquita del último emir Almorávide(1). Ali Ibn Yusuf conocedor de la refinada civilización andalusí, en contraste con la pobreza bereber, impulsó un periodo de relativa influencia cultural de Al-ándalus hacia el norte de África. Como señala Leví-Provençal, el desarrollo artístico y cultural de Al-ándalus era similar al de Irak, Siria o Egipto persistiendo durante la dominación de los almorávides. Y si por aquellos tiempos, mediados del siglo XII, ya se había iniciado la decadencia de este imperio, hay que reconocerle a aquellas gentes, rudas e intransigentes en lo religioso, su aportación como los iniciadores del proceso de importación de todo lo andalusí a tierras africanas. De tal modo que ya fue imparable, en lo sucesivo, la influencia de la sociedad hispano musulmana en lo que sería más tarde el Marruecos bereber. Muchas formas arquitectónicas, decorativas y artísticas que, aún hoy, se pueden disfrutar en el país vecino son consecuencia del influjo de nuestros antepasados andalusíes.

      El mimbar de Córdoba es un ejemplo de lo dicho, conocido mundialmente en los ámbitos especializados por la restauración patrocinada y realizada en el Museo Metropolitano de Nueva York. Esta bellísima joya conoció después de la caída almorávide y el surgimiento almohade otra ubicación. Cuando los Almohades(2) ocuparon la capital de Marruecos, Marrakech, el cabecilla almohade Abd Al-Mumin, tomó el título de califa en 1147, cosa que los almorávides no se atrevieron. Así nació esta nueva comunidad religiosa y política que inició una gran expansión por todo el occidente islámico entre los años 1147 al 1163. Una vez realizada, el califa Abd Al-Mumín tenía que refrendar sus conquistas y lo hizo con la construcción que la gran mezquita en Marrakech, símbolo del adoctrinamiento y poder de su movimiento religioso. Sobre el año 1150 se comienzan las obras y una vez terminadas el califa traslada el mimbar cordobés, todavía en la mezquita almorávide, a la suya conocida como la gran mezquita de los libreros o de la Kutubia.

    El reconocimiento almohade de la superioridad cultural andalusí, fue similar al almorávide. También bereberes los almohades, originarios de las montañas del Atlas, desarrollaron un movimiento religioso y social que censuró el paulatino abandono de los preceptos islámicos y criticó las costumbres almorávides hasta el punto de declararles una guerra santa. Enfrentamiento que culminó con la conquista almohade de todos los territorios norte africanos y de Al-ándalus.

    Hacer una descripción detallada de este mimbar no resulta fácil debido a la gran complejidad decorativa que presenta. Sin duda que es una joya en madera tallada con finísimas incrustaciones de diferentes maderas y hueso. La parte más impresionante y mejor conservada son los paneles laterales, donde se observan motivos geométricos en forma de bandas que se unen formando estrellas de ocho puntas, hechas en hueso y maderas preciosas, decoradas con motivos vegetales y rodeándose de fondos  de flores entrelazadas con palmas de piñas entre una infinita secuencia de claros-oscuros y calados. Se completa la decoración con epigrafías cúficas de elegantes trazados que son situadas por los expertos entre las mejores del arte islámico. Los motivos decorativos son históricos y religiosos, como corresponde a una pieza destinada al uso del culto musulmán. De ahí, la ausencia de decoración figurada, vista como una falta grave la representación humana por una gran mayoría de los intérpretes coránicos.

    Gracias a la consumada habilidad con que fue hecho, este mimbar marcó la pauta en el lenguaje decorativo posterior. Reconocida la maestría de aquellas manos artesanas que supieron realzar los sencillos materiales utilizados, como el hueso y diferentes maderas, mezclándolos sabiamente para sacar de ellos el máximo partido posible de todos sus matices, sirvió de ejemplo durante siglos.

    Antes de su restauración el mimbar se exhibía en el museo Mahrukh Tarapor del reino alauita. Pero una vez concluida la delicada tarea de restauración, llevada a cabo en tres etapas por artesanos árabes y técnicos americanos, la pieza pasó a ser expuesta en un lugar elegido por los expertos como ideal, la galería del Palacio Badí de Marrakech. La galería reúne las condiciones adecuadas para su conservación, un clima seco con cierto grado de humedad necesario y beneficioso para la madera, barnices y acabados.

       Sin entrar en todo el amplio proceso de restauración y sus detalles técnicos, si conviene exponer a grandes rasgos las tres etapas restauradoras. La primera fue la de enderezar la estructura que el paso del tiempo había inclinado sobre un costado, corrigiéndola con anexión de  un marco inapreciable y soportes de madera. La segunda fase se ocupó de consolidar a la estructura todos aquellos elementos que amenazaban con desprenderse o que ya se habían separado, reforzándolos sin incluir ningún nuevo elemento, fueron muy escrupulosos en este tema. La tercera fue la de limpieza de toda la superficie, cosa que se hizo respetando el equilibrio cromático que estaba bastante deteriorado  restableciendo su esplendor visual y su armonía decorativa.

      No dejen de visitarlo en su próximo viaje a Marrakech.
     
        
        
         El Andalusí
        




[1] ALMORÁVIDES  (Al-morabi). En castellano moravitos o ermitaños. los que viven en un Ribat (monasterio). Movimiento religioso musulmán muy rigorista con los dogmas, creado por  Abd-Allah ibn Yasin en la segunda mitad del siglo XI.  Originado en las tribus bereberes al sur de Mauritania, en  la zona del rio Senegal, eran una especie de monjes soldados similares a las Ordenes Militares cristianas. Consiguieron crear un amplo imperio que abarcaba desde el rio Niger hasta Al-ándalus.
[2] ALMOHADES (Al-muwahidum). Los que defienden la unidad de Dios se traduce en castellano. Fue otro movimiento religioso islámico surgido en el Atlas marroquí en el siglo XII para aglutinar a las tribus bereberes y derrocar a los almorávides. Fundado por Ibn Tumart fue en su doctrina aún más radical consiguiendo hacerse con todo el territorio africano y andalusí.

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