martes, 17 de septiembre de 2013

Dios at work

Estaba Dios en donde quiera que viva Dios, más aburrido que una mona. Como la papiroflexia le parecía un arte menor y los sudokus los resolvía antes de plantearlos, se le ocurrió montar un universo, a ver que tal le quedaba.

El universo le quedó bastante apañado. Sus planetas, sus estrellas, su bóveda celeste, todo exterior, muy luminoso, bien ventilado, magníficas vistas. Por ponerle alguna peg...a, le faltaba plaza de garaje y trastero, pero había sitio de sobra para hacer las reformas que hiciesen falta.

Lo que pasa es que era todo inanimado y, la verdad, desmerecía un poco. La materia orgánica, a pesar de que acaba por descomponerse y dar mal olor, tiene un algo de vida que fascina.

Así que Dios diseñó las plantas. Muy vistosas, coloridas, pero un poquito sosas. Siempre tan quietecitas, plantadas. Y Dios se plantó y se dijo que un poquito de movimiento no le iría mal.

Se fabricó unos cuantos animalitos. Pero lo malo de liarse la manta a la cabeza es que te acabas meando fuera del tiesto: le quedaron muy coquetos los perros, los gatos, los patos…y enardecido acabó por inventar el okapi o el ornitorrinco.

Un tanto frustrado, pensó en fabricar otro bicho más a su imagen y semejanza. Se sacó de la chistera al hombre. Y otra vez las dudas. Estaba bien, pero era un poco bruto, no le interesaba más que el fútbol, la cerveza y el mus y le salió más bien peludo.

Hizo una adaptación reciclando una costilla del sujeto, y apareció la mujer. Mucho mejor, donde va a parar. Aunque tampoco era perfecta. Hablaba mucho por teléfono y perdía el sentido al ver los letreros de las rebajas.

Dios se sentó en una nube y reflexionó. Llevaba seis días haciendo experimentos y nada terminaba por satisfacerle. Así que puso en una olla unos garbanzos remojados, un hueso de rodilla, un trozo de tocino, otro de chorizo, una punta de jamón…y le salió el cocido. Y al probarlo se dio cuenta de que, por fin, había creado algo divino. Y descansó, pensando, por otra parte, en negociar consigo mismo un nuevo convenio colectivo, que eso de trabajar seis y librar uno…

De cómo le pasó la receta a mi madre no tengo datos.

3 comentarios:

  1. Otra genialidad que desde la primera línea y por tu culpa me van a salir arrugas nasogen... nanoge... joé, ¡las de la risa!
    Un abrazo.

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  2. Yo soy la que te tiene mucho que agradecer por estos regalos envueltos en letras, Diógenes. Es una gozada darse un garbeo por este sitio.
    Te sigo siguiendo, un abrazo grande.
    Susana.















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