¡Maldito Mago de Oz! Me he dejado la
piel a tiras por llegar al final del arco iris para descubrir que
donde termina hay un opencor y una tienda de todoaveinteduros
regentada por un chino, y una muchedumbre de gente que no se equivoca
nunca, y una convención anual de derviches iluminados, y un pirata
cojo en huelga de hambre para exigir una pensión de la ley de
dependencia, y los tres reyes magos embarcando en un autobús del
inserso camino de Benidorm, y Sam Spade de vigilante jurado.
Y la banda sonora es de Chimobayo, y
hasta el confeti es reciclado, y la bebida es garrafón y los diez
mil de Jenofonte están haciendo un botellón en la puerta, y a Bing
Crosby se le olvidan las letras de los villancicos, y Pinito del Oro
se queja de los vértigos y Mariano Medina pone mala cara al buen
tiempo, y unos altavoces enormes recomiendan un consumo responsable y
las autoridades sanitarias advierten que el desarrollo de la vida es
perjudicial para la salud.
Y a nadie se le ocurre debutar con
picadores ni hacer puestas de largo, y Rapunzel lleva una cresta
morada, y el gato de la suerte, a cada golpe de brazo, repite: “te
lo dije, te lo dije”, y un centenar de pilotos japoneses gritan
“kamikaze” mirando al sol naciente y suben a sus triciclos, y en
las instrucciones de uso de los corazones pone bien claro “calentar
en el microondas a máxima potencia durante tres minutos”.
Y ángeles y demonios ensayan un
flashmob en la plaza del pueblo, y las guerras de los cien años se
declaran por wathsapp, y las palomas mensajeras hacen cola en la
oficina del INEM, y los Fraguel de Alicia se trasladan a Miami para
montar un restaurante de comida rápida, todos los platos aderezados
con salsa de curry, y todos los políticos pueden prometer y
prometen.
Y los atardeceres los patrocina una
empresa energética, y los gatos vagabundos llegan a los tejados en
Rolls, su chófer con gorra de plato, y Messi ha fichado por Los
Ángeles Lakers, y los lagartos extraterrestres analfabetos se
identifican con una B mayúscula, y la Caballería Aerotransportada
viaja en metro, con tarjeta de transporte, abono anual.
Y la genética se juega los cromosomas
a pares o nones, y los lanceros bengalíes lanzan bengalas, y la dos
acude al Registro Civil a cambiarse otra vez el nombre por UHF, y los
Marines hacen la primera comunión vestidos de sí mismos, y en las
cartas de los menús hay “pobres a la patata”, y Cupido llora
desconsolado en un rincón la pérdida de su arco en una timba de
póquer.
Hamlet le pregunta por el ser o el no
ser a un melón de Villaconejos y Kant, desde el fondo, berrea
“¡deber ser!”, y un destacamento de Ministros del ramo inauguran
un tramo del ave Fénix, y las lenguas son cien por cien algodón y
alguien me susurra al oído que algún día todo los relojes se
fabricarán así.
Así que sólo me queda sentarme en la
barra al lado del león, el hombre de lata y el espantapájaros y
pedir un reserva. Un Rioja sale del banquillo y empieza a calentar, y
se despoja del chándal. Lucy se acerca y me desea un próspero 1979. Pero la otra Lucy, nuestro antepasado más ilustre.
Anoche debí acompañar los jotabés con unos frutos secos, me temo.
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