He vuelto al JJ y me he vuelto a
encontrar con un abrazo de Padraig y, al fondo de la barra, con su
copa en la mano y cantando por lo bajinis, con él.. El tiparraco me
cae bien. No lo puedo evitar. Me ha echado una de esas sonrisas de
medio lado, ha levantado el vaso y no me ha quedado más remedio que
sentarme a su lado. Padraig me ha servido una media pinta y , después
del convencional “¿Qué tal? Bien.? , el tipo y yo nos hemos
quedado un ratito en ese espacio de silencio que sólo puede nacer de
una buena canción. Como de costumbre, se ha puesto a hablar cuando
le ha parecido oportuno. Habla para sí mismo, pero en voz alta, que
ya le voy conociendo.
- Ando negociando qué hacer el resto de mi vida. Tengo una oferta de trabajo de Colombia. Bien pagada. Aunque no me puedo quejar de mi trabajo, sobre todo por la gente que me rodea. Tengo dos ex-mujeres, tres hijos y dos novias. Todos buenas personas. Tengo a mi padre en la residencia de ancianos, con un alzeimer galopante. Me llama David, creyendo que soy mi hermano, me llama Posada, creyendo que soy su compañero, y a veces me llama de usted, porque le resulto un completo desconocido. Tengo un puñado de amigos. Unos son más cercanos, otros más formales, unos más cariñosos y otros más serios. A algunos les veo con frecuencia, a otros casi nunca. Pero todos son parte de mí.
Le pido otra a Padraig. Como está
sonando el “Somke on the water”, dejamos de hablar. Cuando Ian
Gillan deja de cantar, le pregunto.
- ¿ Y qué es lo que no tienes?
Por lo rápido que responde, la tenía
preparada.
- Sueños. No tengo sueños.
Ha pinchado en hueso. A un viejo cínico
como yo no le puedes venir con esas. No.
- ¿Y qué te hace pensar que los sueños de los demás brotan como las amapolas? Tú debes andar, como yo, por los cincuenta, año arriba, año abajo. A nuestra edad, ya andamos por el cuarto de hora del segundo tiempo. Si tenemos el partido resuelto, no queda sino defender el resultado, y los goles que metamos al contraataque no nos van a alegrar demasiado. Si lo tenemos perdido, nos queda media de desesperación intentando remontar, pero con la convicción de que el esfuerzo tiene todos los visos de ser inútil.
- Siempre estas con el fútbol...
- Vale como ejemplo, supongo.
- Bueno. En cualquier caso, no entiendo que tratas de decirme.
- Qué los sueños te los tienes que inventar. A veces plantas un esqueje de un sueño que te gustó y agarra. A veces, lo injertas en una rama de la realidad, y crece. A veces, hagas lo que hagas, se seca. Pero ten confianza. Mira, a los Purple se les quemó el hotel y compusieron una de las mejores canciones de la historia. Las cosas pasan si tienen que pasar. Sólo tienes que estar atento.
-¿Eso es lo
que haces tú?
Me echo a reír.
- No. Yo doy consejos y bebo cerveza.
Ahora el que se ríe es él.
- Padraig, pon otra media de rubia por aquí para mi asesor.
Entonces Sabina se puso a cantar “A
mis cuarenta y diez” y nos sonreímos los dos. Sonrisas tristes.
Pero sonrisas, al fin y al cabo.
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