¿ Qué me ha retenido? Asuntos
personales. Personales en ataque. Vale la canasta y tiro libre
adicional, y tiro porque me toca. Personales e intransferibles.
Negocios de monos, que lo llaman los americanos. Actas de rendición.
Éxodos incompletos. 20.000 malas lenguas de viaje submarino.
Especies extintas. Dioses caídos cuyos totems permanecen en pie.
Caminantes les llaman a los muertos vivientes y caminantes, no hay
camino, se hace camino al andar. Traiciones a las tradiciones. De
bravas, un par de raciones.
Le pones demasiadas atmósferas de
presión a tu cabeza. Le pones demasiadas atmósferas de pasión a tu
corazón. “¡Chico, tienes que cuidarte!”. Y el médico te receta
pastillas de leche de burra. Para la añoranza. Apuestas doble contra
sencillo con tu póquer de reyes y acabas en Roma, donde la República
acabó con los reyes, perdiendo una mano en la Boca de la Verdad. No
concilio el sueño ni en Trento, ni en Nicea ni en el Vaticano
segundo, “¡segundos fuera!”, y el campo se transforma en el
Campo del Gas.
El diagnóstico es que se te va la
pinza, Zarra, Panizo y Gainza, que todo se contradice y los
bajorrelieves están en el altiplano y líbreme Dios de los mansos,
bienaventurados. Bailar pegados es bailar el baile de San Vito,
Corleone, supongo.
En la calle de la Ballesta nadie se
prejubila, en el callejón del Gato los espejos son cóncavos y con
sexos, la Gran Vía es una vía láctea, llena de mala leche de
automovilista, y la Castellana siempre con dos hielos, hasta
transformarse en “palomita”, licor de damas finas filipinas. Ya
ni las novelas son ejemplares, Ulíses lleva GPS y Sandokán heredó
el ropero de Tino Casal.
Pero aquí me ando, como decían los
hombres chisposos en los urinarios públicos de sotanillo, aquellos
en los que había que dejar una peseta en la patena atea de la señora
custodia de las aguas menores. Todo esto para decir que todo cambia
constantemente para que nada cambie, menos el agua de los garbanzos.
Como diría Itziar, respiro. En Madrid.
Ya tiene mérito
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