domingo, 24 de mayo de 2015

Retirada

Esta mañana, en el Retiro, un encuentro. Y después otro. Maravillosos los dos.

La Casa de Fieras, con su “leonera” y esa jaula infame del oso polar. Cinco pasos a la izquierda, cinco pasos a la derecha, bajo el chorro incesante de agua. ¡Qué levanten la mano los que se sienten como ese oso blanco amarillento, encerrados en un mundo insuficiente y sombrío!

El Retiro en primavera. El estanque, un café. Niños, perros, bicicletas, patines, runners y abuelos motorizando coches de bebé. Hermoso el paisaje, excesiva la afluencia. Ya ni el Retiro en primavera es un lugar para aquellos a los que mi padre nos definía como “poetas locos”.

El Retiro es más Retiro a primera hora de un día de diario, con mi buen Mats hablando del sentido de la vida mientras yo le respondo sobre lo sentido en la vida. O visitando una exposición en la Casa de Vacas a esas horas en que hasta los cuadros están somnolientos. El Retiro se está convirtiendo en Central Park y los cómicos emigran añorando a Pedro Reyes.


Me retiro. Menos mal que la Puerta de Alcalá sigue de guardia en su puesto.

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