domingo, 8 de noviembre de 2015

ATARDECER EN SAN JUAN DE GAZTELUGATXE

   
     Costa vizcaína, entre Bakio y Bermeo. Cae la tarde. Llego a unos enormes aparcamientos, junto a los que hay varios restaurantes. Parece que por aquí viene mucha gente, aunque ahora está todo tranquilo. Algo grande estoy a punto de descubrir.

     Hay un cartel que indica "Mirador 300 metros. San Juan de Gaztelugatxe 1,3 kmts". Desciendo por la senda, bien arreglada, primero empedrada y después de tierra, escoltada por barandillas de madera, que discurre por un denso bosque, y enseguida llego al mirador. Aquí me doy cuenta del motivo por el que este lugar es tan visitado.

     No salgo de mi asombro por lo que tengo ante mis ojos, y lo primero que me viene a la cabeza es el final de la película "Mamma Mía", cuando se celebra la boda en una ermita que se encontraba en lo alto de una peña junto al mar en las islas griegas. Esto es algo parecido, un lugar de una belleza increíble.

     Se trata de un islote rocoso, lleno de oquedades en su parte baja por las que se mete el agua, de unos 100 metros de altura, coronado por la ermita de San Juan, al que se accede por un puente de piedra con arcos de medio punto que lo comunica con tierra firme.

     Desde el mirador, sigo bajando por la senda hasta llegar a una pista asfaltada, solo abierta para servicios o en días de boda, la cual me lleva hasta el nivel mar, junto al puente. Aquí estoy frente al peñón, espectacular, precioso, increíble... todo al mismo tiempo.

     Nada más cruzar hay una escalera que desciende hasta el agua, pero las olas golpean con fuerza en las rocas y prefiero no bajar por precaución.

     Aquí me encuentro frente a la escalera de piedra de 241 escalones que sube en zig-zag hasta la cumbre. Según asciendo voy pasando por las distintas estaciones del Vía Crucis, y las vistas se hacen cada vez mejores al ganar altura.

     Cuando llego arriba, fatigado, me doy cuenta de que el esfuerzo ha merecido la pena. En el porche de la ermita, de piedra vista, hay varias placas explicativas sobre el lugar, y en el interior una imagen de San Juan Bautista y de otros santos. Al lado, una caseta con mesas para que romeros y visitantes se refugien cuando las inclemencias meteorológicas habituales de esta zona no permitan estar a la intemperie. Y sobre unas rocas, el final del Vía Crucis junto al un alto mástil.

     Todos los alrededores de la ermita son un maravilloso mirador. Hacia tierra firme contemplamos pequeñas playas de piedra, escoltadas por espectaculares acantilados de frondosa vegetación. Hacia el Este vemos el islote Aquech en primer término con el cabo Machichaco al fondo. Hacia el Norte, la inmensidad del bravo mar Cantábrico. Y a poniente, toda la costa hacia Bakio, salpicada de multitud de rocas puntiagudas que emergen del agua, y más litoral hacia la bocana de la ría de Bilbao, por donde se pondrá el sol en breve.

     La luz del atardecer le da a todo un toque de belleza añadida, con ese colorido rojizo que se proyecta en las rocas y en las nubes que están dispersas por el cielo. Este lugar es maravilloso pero, en este momento del día, aún más.

     El sol poco a poco va descendiendo hasta perderse por detrás de la costa de poniente, pero el espectáculo luminoso mezclado con la naturaleza todavía continúa durante un rato más.

     Debo irme, porque la noche cae y todavía hay que regresar hasta el parkin, pero antes vuelvo, una vez más, a hacer un giro visual de 360 grados: acantilados, Aquech, Machichaco, Bakio... y el propio islote rocoso en el que estoy. Me empapo bien de lo que veo, estoy en un lugar único. Bajo los 241 escalones, cruzo el puente y me doy la vuelta para ver el peñón otra vez. Me voy y ya tengo ganas de volver.


Islote Aquech, y al fondo Cabo Machichaco


Bajada hacia el puente desde la Ermita


Puesto de Sol sobre el Vía Crucis


Puesta de Sol en la bocana de la ría de Bilbao


Puesta de Sol desde el puente
Saludos

EL RURAL



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