miércoles, 19 de octubre de 2016

Curiosity


“En una sola célula, la longitud total del ADN alcanza los dos metros”. En una sola célula, comprimidos, hay dos metros de códigos químicos más que binarios, que determinan, de entrada, buena parte de lo que somos y lo que seremos. Un paquete de información definitoria de un porcentaje enorme de tu existencia. Heredada, pero vulnerable a alteraciones que transformarían nuestro propio todo en un todo diferente. Aunque ya lo decían los “Siniestro”, somos sólo fruto del azar.

Pero no quería escribir de esto, que, salvo a los creyentes de firmes convicciones, para los que todo sigue un plan diseñado por un ser superior, y no hablo de Florentino Pérez, acojona bastante. Lo que me impresiona es como un ser humano, con sus orejas, su hipoteca, un cuñado socio, pongamos por caso, del Borusia de Dortmund, uno o varios juanetes, un vecino o vecina que le pone, intolerancia a la lactosa y pasión por el cine en blanco y negro, es un decir, ha llegado, metido en un laboratorio lleno de probetas y de aparatos cuasiradiactivos, ataviado de blanca batilla y, presumiblemente, con gafas de culo de botella, a alcanzar ese conocimiento...

Bendita sea la curiosidad. Nos pone los pelos como escarpias el valor, las pieles gallináceas la solidaridad, los ojos arrasados en lágrimas la belleza, mariposas en el sistema digestivo la atracción, y así sucesivamente. Pero la curiosidad...Benditos esos viejos/as del visillo que contemplan el mundo preguntándose, como mi hijo el pequeño cuando era pequeño, en mitad de la provincia de Albacete usualmente, “¿cuándo llegamos?”. Y dónde. Y porqué.

Esa reiteración infantil del “¿Porqué?”. Y esa pasión por encontrar la respuesta, aún sabiendo, y si no lo sabe ese estudioso es que es un estudioso imprudente, que cada “Porque..” le llevará a otro”¿Porqué?”. Pero entre pregunta y pregunta, mayeútica socrática, el espíritu avanza hacia ese conocimiento que tiende a infinito.

Admirable. Un viaje sin destino en el que cada etapa es un viaje en sí mismo y cada posada es el principio del camino de la siguiente jornada. Y solo, o casi, por curiosidad. La curiosidad puede que matara al gato, pero eso permitió que descubriésemos que el gato, como algún presentador de la tele, tiene lo menos siete vidas.


No me hagáis mucho caso. Es la digestión de la judías pintas con arroz que hace mi madre.

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