martes, 18 de marzo de 2014

Bitácora sobre la derrota de un vencedor

Cuando miras tu reloj y te enteras que la madrugada del sábado ha pasado inadvertida, mientras el televisor te refriega bien en la cara esa película del ómnibus y la  bomba que, no obstante, la estas mirando atentamente, mis queridos lectores no nos queda más remedio que aceptar en nosotros la derrota irrestricta; la moda nos ha vuelto a traicionar. Como caballero y vengador pretérito,  estandarte la visión canallesca, aceptaremos este hecho. Por lo expuesto, heme aquí, revelando el por qué de mi derrota ante las viles y amorosamente sádicas tendencias cíclicas de este fenómeno; patológicamente hablando. Por un lado tenes pilchas que solo le pueden ir, respetuosamente pongamos por caso, Tom Crush y todo su talento (¡¿?!) de colores que, hasta inclusive te encandilan sobre la nieve del Ártico. Pues entonces, los muchachos al enfajarse en esa suerte de uniforme y prototipo estándar, terminan convencidos de que eso es la olla, el oro, el arco iris, el duende, sin siquiera antes saber el por qué llueve. Luego está la música; tres bases hechas en samplers para todo aquel artista sin oficio, en donde solo cambian el tempo, por supuesto con letras dedicadas a instalar una idea miserable de lo bastardo que el amor puede llegar a ser mientras se baila de cualquier forma pero eso sí; sacudiendo bien sacudido el culo, como si nos pidiese la emancipación de nuestro cuero. Y por ultimo; viajo en el Mercedez Benz del pueblo; el colectivo, lo cual… ¿Y los amigos? ¡Claro que los tengo! Pero casados ellos, tienen permiso de diversión bajo palabra –apócrifa- dos veces al mes. Con lo cual el tiempo perdido les juega en contra, es decir, el desborde que los consume producido por la ansiedad del claustro, solemos termina en un piringundín, mientras doy explicaciones a los pelusas, disculpándome con las trabajaras sociales, la tipa con esa ternura que solo ellas tienen te dicen “si, si… claaaa” o terminar en una toma de rehenes con cada una sus esposas que me odian, ya que soy la causa de las escusas, con lo cual no hay preposición que valga para armar el guión y suele cagarla del todo al decir “no sabes lo que paso” mientras el amigo entra torpemente, con los fluidos corporales por toda su ropa, dejando un sendero de jugos gástricos hacia la alcoba con una docena de facturas y masas bajo el brazo y el diario sobre la mano. Como sea, vencido una vez más por la moda, festejo mi soledad antes de zarandear mi culo como el amigo Tom. Pero creo que mis chances están mejorando; a continuación van a dar “Soldado Universal”

P.D.: No soy ni gordo ni feo; tengo huesos grandes y facciones carentes de un orden  áureo.
P.D.: El tema Gangnam Style, está muy bien!


Ernest Berenger

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