sábado, 20 de abril de 2013

La derrota


Antro [ergosfera]
Un balón, dos naciones. El silbido da inicio al juego. El marcador se mantiene intacto al medio tiempo… pero… sucede algo fuera de lo ordinario, los jugadores de ambas escuadras conviven mediante señas y sonrisas. Comienza la parte complementaria. Minuto dieciséis, un pase largo desde tres cuartos de cancha… la esfera desciende y es recibida con pericia por el delantero que se quita a dos defensas; el guardameta sale a su encuentro, ataja el disparo con el pecho, trata de sujetar el balón pero se le escabulle; el delantero la recupera y en el último momento, a unos cuantos metros de la línea de fondo… dispara. Los espectadores ven la escena como en cámara lenta: el balón no lleva prisa, el portero se incorpora, se revuelve, la desesperación es evidente en su rostro al intentar alcanzarla y… casi… pero… el esférico es un poco más veloz que él. La ovación es ensordecedora, todos los asistentes celebran la anotación. Los minutos transcurren, la escuadra contraria tiene varios acercamientos pero la portería no puede ser vulnerada. A dos minutos del final, sucede lo impensable, el guardameta del equipo que va abajo por un tanto deja desprotegida su meta para ir al encuentro del esférico que es conducido por un medio de su propio equipo que ha logrado colarse por la banda izquierda; la mitad de los hombres en el campo se detienen sorprendidos, el defensa persigue con tenacidad a su adversario, el medio amaga con recortar y el balón pasa a escasos centímetros del pie defensor; con el último aliento golpea el esférico buscando darle el efecto que favorezca al posible rematador. El público observa sin parpadear: los guardametas se dirigen al encuentro, uno con los puños, el otro con la cabeza… el balón rebota y… ¡ahí lo tienen! ¡Se incrusta en la red! ¡GGoooooooll! Se escucha por segunda ocasión en un coro de gargantas que se cuentan por cientos. El equipo no lo puede creer, festeja como si hubiera ganado la copa del mundo. De pronto suena el clarín, todos se miran afligidos e impotentes pese a que el marcador indica un merecido empate… y es que… no sólo el partido ha finalizado, también la tregua. Los jugadores, ahora enemigos, son obligados a reanudar la guerra absurda.
*Historia basada en hechos reales acontecidos en la primera guerra mundial.

MiA Y. Rziel

1 comentario:

  1. "La tregua". Es triste heredar enemigos. Vi un documental, no de alguna de las guerras mundiales, sino de la de Malvinas. Donde una vez que el adversario de algunos de los ejércitos, era malherido; en lugar de un prisionero de guerra,era una persona que debía ser atendida por el adversario. Ni siquiera se odiaban. Obedecían órdenes.

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