miércoles, 3 de julio de 2013

Detrás de la puerta

Pocas horas faltaban para irse. Pasar de un mundo a otro es sencillo pensaba, sólo hay que atravesar un portón. Ese pensamiento lo tuvo atrapado toda la noche, se hizo amo de su sueño, dio mil vueltas sobre el colchón a rayas. Se resignó a mirar el techo, en un insomnio casi a oscuras, con los brazos por detrás de la cabeza. Cuando la primera luz iluminó la ventana, su ansiedad tornó a calmarse. Se asomó por esa mínima abertura con barrotes y recordó. Había entrado con su mochila de culpa y ahora saldría con el perdón en un bolsillo, aunque de verdad pensaba que los hechos graves están más allá del tiempo y siempre seguiría siendo algo culpable. Se imaginó lo que haría cuando el portón se corriera y volviera a la vida real. Ya no sería un número, recuperaría su nombre y vestiría su ropa. Ya había empezado a vislumbrarlo tal vez, ya era el que sería.[1]

PECOS

[1]  Frase tomada del cuento Emma Zunz de Jorge L. Borges.

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