A esas horas de la mañana el sol
ya se asomaba a través de las
rendijas de la persiana de la habitación del hotel de Barajas.
Me despertó el sonido de entrada de un correo
electrónico en mi destartalada y vieja blackberry. Era el día siguiente y yo tenía
resaca.
-La próxima vez no bebo -novia emborrachada no es
afortunada,pensé.
Con gran esfuerzo me hice con el móvil y aunque no
tenía ni fuerzas ni ganas para levantarme y leerlo lo abrí:
“Madrid 3 enero de 2013. 9.05 A.M.
Buenos días mi amor.. mi vida
La otra noche fue sin duda uno de los días más
grandes de mi vida. Si Dios quiso que te conociera y el diablo lo permitió,
nadie excepto tú podrá impedir que pase el resto de mi vida a tu lado.
No te cases mi amor…. quédate conmigo.
Te quiero tanto que me duele.
Café Gijón. 11.30.h. Te espero.”
Me puse a llorar.
Sobre la mesilla la alianza recién estrenada y en su
interior grabado:
2 de enero, con amor.
Juan y Alejandra.
Agarré el anillo, miré a Juan y me dije que ningún
correo a destiempo iba a condicionar mi felicidad, que me esperaban en el café
Gijón y que tenía derecho a una vida plena y llena de amor del de verdad. A él
le iba a causar una desgracia pero compensaba
sin duda mi bienestar.
Salí por la puerta dispuesta a dejarlo todo y al
llegar al ascensor me di cuenta de que yo no tengo Blackberry y de que lo que
había abierto era un correo de Juan.
Pues va a ser verdad eso de que “novia emborrachada
no es afortunada”.
Sr.
Dedo gordo
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