lunes, 1 de diciembre de 2014

Frivolidad

Pura frivolidad para escapar no del dolor, al que acabamos por aprender a manejar, sino de la angustia de la promesa del dolor, de la incertidumbre del mañana, de la sólida e inexorable premonición de las muertes, la propia, que duele una vez, y las de los amados, que matan de dolor mil veces, al que sobrevive.

Pura frivolidad para esconder la cobardía que nace de alcanzar el valor de no taparte los ojos con una venda negra. Decía Shakespeare en “Julio César” que "Los cobardes mueren muchas veces; el valiente sólo prueba una vez el gusto de la muerte.". Ese valiente del que habla no es sino un inconsciente que todo lo proyecta sobre su propia vida. Se muere, se muere más, seas quien seas, cada vez que se te escapa la vida de alguien que quieres. La muerte propia es sólo el final. Lo realmente terrible es el camino, con sus largas despedidas.

Pura frivolidad es lo que queda. Tan frívolo el heroico deportista, el brillante investigador, el pintor de batallas, el borracho que canturrea desafinado. Pura frivolidad. «Vanitas vanitatum, omnia vanitas»… ¿Hay acaso otro destino?


Otra cerveza, por favor…

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