El
silencio. El silencio se ha apoderado de Madrid. Quizá era hora de callar.
Porque sólo así se puede pensar con lucidez.
La voz se
queda en las redes. Con el sentido del humor, con la responsabilidad, con el
agradecimiento. Con un amigo que canta el "Pongamos que hablo de
Madrid" como un himno de la resistencia, acompañado de su guitarra. Con
una imagen refrescante, un video solidario, una broma o un inédito paisaje
urbano.
Y
querrías estar en el parapeto, codo con codo con los trabajadores de la
sanidad, desde el que vacía las papeleras hasta el más reputado especialista,
con el personal de servicios que mantiene el pulso de la ciudad, con los
camioneros, los almacenistas y los dependientes de la cadena de distribución de
alimentos.
Aunque
permaneciendo en casa ya estás en la trinchera.
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