martes, 17 de marzo de 2020

PANDEMonium. Crónicas epidémicas. Memoria



- Tenía cita con el médico a las 11, pasan 20 minutos y aquí sigo. Así funciona la sanidad pública, menudo desastre.
- ¿Hay alguien en la caja para cobrar? Ya está bien, no tenemos todo el día.
- Maldito camión, qué manera de entorpecer el tráfico.
- La policía nunca está donde hace falta, a saber a qué se dedican.
- Qué asco de taxistas, no saben conducir.
- Los picoletos siempre fastidiando a todo el mundo.
- La enfermera qué seca es. Ya podía sonreír, que yo le pago su sueldo.
- Estos mensajeros con las bicis son un peligro público, deberían suprimirlos.
- Los seguratas son unos matones, parece mentira que les paguen por eso.
- Las farmacias no hacen más que ganar dinero a costa de todos.
- Qué sucia está la calle, por aquí no pasan nunca a limpiar.
- ¿Los funcionarios?, unos vagos que no dan un palo al agua.
- El ejército es una institución anacrónica, no vale para nada.
- El metro y el autobús cada vez van peor, lentos, a golpes. Y qué antipáticos son algunos conductores.
Estas son escenas y comentarios frecuentes en muchas personas de las que ahora estamos metidas en casa esperando que la pandemia comience a remitir. Y a pesar de que todo el mundo siente incertidumbre, contamos con servicios básicos porque hay mucha gente que preferiría estar también en casa pero está trabajando. Ahora aplaudimos todas las tardes a las ocho, a los sanitarios, a los transportistas, a los perros o a los Vengadores. Pero cuando todo esto pase, o al menos se atenúe, deberíamos ser un poco más pacientes con tantas personas que ahora está dedicada a los demás; por altruismo o porque no tiene más remedio, pero lo está haciendo.
Todo puede funcionar mejor, la sanidad, los transportes, el tráfico, la limpieza. Y debemos hacer lo posible porque mejoren, podemos quejarnos, sugerir cambios. Pero además de tratar de que todo mejore, cuando nos veamos afectados por algún retraso o molestia deberíamos recordar este estado de alerta, y cuantas personas han colaborado en el bien de la comunidad. Y tener presente que aunque lo cotidiano en ocasiones sea incómodo, en los apuros nos ayudamos. Con paciencia y comprensión se vive mejor. Ánimo a todos, y gracias a los que trabajan para los demás. Y tengamos memoria.

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