martes, 14 de junio de 2011

Por alusiones….

Señorita Alicia: después de leer cuidadosamente su escrito, no puedo ni quiero dejar pasar la oportunidad de puntualizar algunas de las cuestiones en él contenidas, y que me atañen de manera directa.

Sin poner en duda los problemas que usted haya podido padecer desde su más tierna infancia, y que, con toda probabilidad le han afectado gravemente, debo decir que ello no viene propiciado por su viaje al País de las Maravillas, sino por otras causas que se apuntan en su relato.

Parece usted adolecer de falta de contacto con su conejo loco. Pero, señorita, calificar de loco al conejo, que con toda claridad no padece más que un trastorno obsesivo-compulsivo con el tiempo, el que permanece en la madriguera y el que pasa fuera, y leves trazas de hiperactividad, es exagerado. Trate de conectar con su conejo y fomente su mutuo conocimiento, presentándole, por ejemplo, alguna zanahoria jugosa.

La dualidad de padres, sean de origen hortofrutícola o de profesión sombrerero, puede ocasionar una cierta inquietud, pero, teniendo en cuenta el papel residual del padre en el desarrollo de los hijos, esa anomalía es despreciable. Y esa referencia al síndrome de Diógenes y a una adicción al alcohol por parte de su segundo progenitor suena a subrepticia venganza por no haberla dejado ir al cine, para magrearse en la fila de los mancos, con algún novio de adolescencia.

El hecho de que su madre fuera víctima de alguna patología ocular que le impedía fijar la mirada en un punto tampoco debe ser el origen de un encono contra ella que, sin duda, no merece. Los avances en cirugía láser habrían hecho que, hoy, su señora madre tuviese una mirada felina y turbadora.

Su nivel de interacción con el colchón no es muy distinto del que millones de seres humanos mantienen con otros millones de seres humanos, que tiene su columna vertebral en el chupetazo constante. Y en cuanto a esa petición de silencio, tengo que recordarle al poeta cuando dijo aquello de “Me gustas cuando callas, porque estás como ausente”. Silencio y ausencia son dos componentes que se echan de menos en las relaciones humanas prolongadas.

Esa profusión de tías, tanto políticas como carnales, que yo calificaría más bien como corruptas y cuaresmales, resulta, como mínimo, insana. Las tías suelen ser dadas al pellizco en el carrillo, a la mirada reprobadora y a la crítica social subyacente, en todas sus manifestaciones. Nada de ello aporta estabilidad ni bienestar.

Peter Pan era un necio con una fijación evidente por los pechos de su madre, la Sirenita tenía un trastorno disociativo de doble personalidad que escama, y la promiscuidad entre ratones es bien conocida y, por qué no decirlo, envidiable.

Los triángulos, sean amorosos, de señalización o de tanga, siempre resultan incómodos. Y los pederastas se van violando, no volando. La Reina de Corazones ocupa en la actualidad la presidencia del Fondo Monetario Internacional, en ausencia de su presidente por motivos que no son del caso y el sombrerero comparte apartamento con Sleepy Hollow, con quien ha llegado a la conclusión de que, en las personas humanas, la cabeza es el más prescindible de los órganos.

La desprogramación no tiene por qué ser siempre negativa, esos neosacerdotes de la tecnología que llaman informática, lo primero que aconsejan es reiniciar el sistema; y si se siente pequeña, ya sabe Vd., el tamaño no importa (o al menos no es lo que más importa).

El hecho de ser un personaje de cuento no significa en absoluto que no tenga futuro; antes bien, posiblemente tenga mucho más futuro que un personaje real, condenado a pasar y ser olvidado. Y los cuentos siempre pueden reescribirse; es la ventaja que tienen.

Así pues, no creo que una paranoia viajera en la que se enzarza usted con el pájaro Dodo, los gemelos, la oruga o el gato, entre otros personajes no menos absurdos, pueda ser, bajo ningún prisma, la causa de sus problemas actuales.

Dicho todo ello, quedo a su disposición para cualquier aclaración que precise. Y me tomo la libertad de aconsejarle encarecidamente que comparta velada con unos conocidos míos, que elaboran un blog denominado Lasiguientelapagoyo, quienes podrán explicarle con todo lujo de detalles lo beneficioso del lúpulo de cerveza y de la conversación intrascendente.

Atentamente,

Lewis Carrot…perdón, Carroll. En que estaría yo pensando…

1 comentario:

  1. Søren Aabye Kierkegaard14 de junio de 2011, 19:03

    Estimado Lewis, estaba con un grupo de amigos tomando el te de las “five” en el purgatorio, cuando nos hemos deleitado con su acertada exposición. He de felicitarle por el oportuno razonamiento de todas sus propuestas y decirle que el nivel narrativo que está alcanzando el blog no deja de deslumbrarnos.

    A mis felicitaciones se unen las de mis compañeros de mesa: Sigmund Freud, Friedrich Nietzsche y Carl Gustav Jung.

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