viernes, 17 de enero de 2014

Orientación Sur

Siempre me gustó ir al sur, es como caminar cuesta abajo. Sin embargo también permite ascensos, si lo sabré yo, sobre todo ahora. Antes no, ni lo imaginaba. No me alcanzaba para ello ni la mente ni el presupuesto.
Llevo toda la vida soñando con haber nacido al sur, al que pertenezco de todo corazón, corazón norteño. Pudiendo elegir a mis anchas sobre el mapa, cómo me hubiera gustado vivir en un punto de luz andaluza, un pequeño pueblo con o sin mar, pero de casas encaladas, tiempo cálido y muchachas morenas de grandes, hermosos ojos oscuros que sonriesen al mirar.
Aquí en el norte la gente es más fría o más reticente. El clima anima poco a salir, a relacionarse, y se hace mucha menos vida en la calle. Se vive una vida más individualizada y menos social, se estrecha demasiado el tiempo vivido con alborozo. Qué se le va a hacer, tal vez en otra vicisitud me toque mejor suerte.
HOLA, CUÁNTO TIEMPO, ¿NO? POR FIN ENCUENTRO TIEMPO. QUEDAMOS HOY PARA TOMAR UN CAFÉ, SI QUIERES.
¿Hoy, precisamente hoy? Hoy no. Después de tanto lo de siempre, tanto “tengo que llamarte”, “tenemos que quedar un día”, vas y me avisas justo hoy que he querido ponerle remedio a tanto desatino. Nunca pudo ser y tenía que ser hoy. Pero hoy yo ya no puedo quedar contigo porque es el primer día de mi orientación sur realizada. Yo nunca le he negado un café a nadie, por eso estoy aquí, entre gente de acento cálido que acepta el café a la primera y te lo devuelve de forma natural, sin excusas de tiempo material o climatológico.
Cuánta luz hay aquí, reflejada en las blancas fachadas de las casas y en las negras cabelleras de las muchachas hermosas. Cuánto bienestar de alma alumbra el sol sureño, mecido el mundo por la brisa que también me alcanza amortiguadas, apacibles charlas de fonemas tan fugados como yo. Qué bien que me diera por entrar en aquella brumosa cafetería del norte y me decidiera a jugar para sacudirme la monotonía. Y, jugando sin renunciar a ganar, qué suerte que resultara premiado aquel billete de lotería, para poder cambiarlo por uno de viaje con estancia indefinida en donde siempre soñé.


República Democrática Azul

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