“Me estoy preparando la cena. Otra vez tortilla de patatas. Si a mi lo que me gusta son los langostinos. Es que yo soy mucho de chupar…las cabezas.
Pero claro, con la crisis y la miseria que me pagan por hacer monólogos, no da para más. Y eso que cuando empecé, con mis veinte añitos, prometía mucho. Bueno, no. Más que prometer, me prometían. Hay un refrán sobre prometer y después nada de lo prometido.
Me pongo la radio para distraerme. Una emisora de esas que sólo ponen música de la que se bailaba en los ochenta, cuando yo rompía las pistas de las discotecas. Yo en la discoteca era mucho de romper. Sobre todo vasos. Aunque también de que me rompieran. El corazón, la cara y alguna cosa más que prefiero no contar.
Pero llega el informativo y entonces si que empiezan de nuevo con la crisis. Crisis, crisis, crisis…Para crisis la mía, que ya he cumplido cuarenta (edad sin IVA).
La prima de riesgo. La primera en la frente. Según el locutor, es lo que tienes que dar de más para que te compren un producto financiero, en comparación con otro producto más atractivo. Eso lo vivo yo cada noche que salgo. Con mi edad, tengo que tirar de escote y de cinturón ancho en vez de minifalda para que, al lado de una veinteañera de metro ochenta, me mire un tío. Y asumir riesgos, que vestida así ya ha habido alguno que me ha ofrecido treinta euros…Se me viene a la memoria, encima, el dicho aquel de que el primo, a la prima, se la arrima. Pero por más que hago memoria no me acuerdo de ningún primo mío que sea primo de riesgo. No se puede fiar una ya ni de la familia.
Las hipotecas subprime. Un crédito que se vende y se vuelve a vender y va perdiendo valor…Eso para mí es facebook. Yo le ofrezco amistad a uno, que me ofrece la amistad de sus amigos, que me ofrecen la mistad de los suyos…Vamos, que tú le habías mandado la solicitud de amistad a tu profesor cachas de pilates y acabas saliendo con un cincuentón separado y barrigudo.
O lo del banco malo, que se queda con toda la morralla que los demás bancos no quieren. Que siempre me acuerdo del chiste de la fea en la boda que, cuando le preguntan a la novia si quiere al novio grita desde el fondo de la iglesia que si no lo quiere, se lo queda ella. Como mi amiga Margari, que en cuanto se separa una pareja conocida le llama a él y le ofrece su comprensión y su piso para pasar esas primeras noches de soledad. Banco malo… ¡Cómo si los hubiese buenos! Qué visto con perspectiva, cuando una se desprende de su pareja… ¿No será que el mozo es un activo tóxico?
Y la inflación y la deflación. Que se hinchen o se desinflen los precios. A una mujer de mi edad no se le puede hablar de eso. A una mujer de mi edad se le hincha el culo y se le desinflan las tetas. Eso es inflación y deflación cruel. Y en economía lo solucionan cuando el Banco Central inyecta liquidez… ¡No te jode! A mi se me solucionaba inyectándome botox, pero la que no tiene liquidez soy yo.
Luego está lo del tipo de interés. A mi edad, cualquier tipo disponible es de interés. Yo ya no tengo el listón bajo: yo le voy dando patadas por el suelo. Aunque es verdad que los hombres los hay de interés fijo, guapos, jóvenes y ricos, y de interés variable, y el interés varía siempre a la baja conforme pasan los años.
Y es que en economía, por lo que alcanzo a entender, la clave está en lo que sube y lo que baja. Otra de Perogrullo. ¡Cómo en el sexo! O como en la salud: a mi me bajan las defensas y me sube el colesterol, que un analista diría que estoy en el peor escenario posible. Y que me perdonen los dueños de este local.
Otro clásico es lo que se desploma el consumo. ¡A diez euros la copa, tú me contarás! O la matraca del consumo responsable. A mí me obsesiona tanto, que cuando me caducan los condones en la mesilla, los reciclo para decoración de cumpleaños, que como están todos bolingas no se dan cuenta.
Y las bolsas. No las de valores. Las que me están saliendo debajo de los ojos. La mala leche que se me pone cada vez que oigo que la bolsa de tal sitio cotiza plana. Las mías cotizan abombadas hacia fuera, por más potingues que me unte. Por no hablar de los depósitos. Para depósitos los que se me han puesto a mí en las caderas, que esos sí que crecen a un diez por ciento anual, maldita sea.
Pero lo que más me jode es el cachondeo. El otro día me he enterado de que en el barrio a mí y a mis amigas nos llaman “las preferentes”…Dicen que somos un producto atractivo a simple vista, pero que pierde mucho cuando llegas a la letra pequeña.
Aunque sinceramente, lo más preocupante es el paro. No hablo del trabajo, que aquí algo voy picando. Me refiero al otro. Yo soy parada de larga duración. Hace que no… Desde que se me acabó el subsidio que me daba un vecino de vez en cuando, que me avisó del fin de la prestación diciéndome que se casaba el domingo siguiente en Badajoz con su novia de toda la vida, no encuentro nada. Bueno, me ha salido algún asunto temporal, vamos, de una noche en el asiento de atrás de un Ford Fiesta. Pero fijo, ni soñarlo. Ni de esos de tres años. Ni de seis meses.
Así que estoy pensando en apuntarme a cursos de formación, que los hombres se han vuelto cada vez más exigentes y hay que dominar todas las facetas del asunto. Danza del vientre, masajes eróticos, cocina indonesia…Lo que haga falta con tal de encontrar algo.
En definitiva, yo lo que quiero es que me metan algo a plazo fijo, que no pienso cobrar comisiones y os puedo asegurar que interés, interés, pienso poner mucho”.