sábado, 23 de noviembre de 2019

Entrega de Premios del VI Concurso de Relatos



La gente práctica, lógica y sensata, diría que esto es un sindiós, que hay que estar chalado, con la que está cayendo, para meterse a organizador de concursos sin ánimo de lucro y, parafraseando a los Dupont de Tintín,” ¡yo aún diría más!”, con lucro cesante.

Pero la literatura siempre fue un lugar donde brilló por su ausencia la gente práctica, la lógica y la sensata, que no en vano el número uno del escalafón resulta ser un tal Alonso Quijano, nacido en un lugar de La Mancha de cuyo nombre…no consigo acordarme, que la edad no perdona. Líbrenos la cordura de caer en el pecado de la soberbia y comparar una aventura con otra, Pero cada uno en su escala, que los que aquí participamos andamos pelados de adargas antiguas y galgos corredores, y en vez de Rocinantes viajamos en metro, hay mucho de aventura en las dos cosas.

Desde el 2012 llevamos metidos en este lío. Y el concurso va ya por su sexta edición y, me juego corderos contra pajaritos, habrá más, aunque no mejores, porque a los hijos
se los quiere a todos por igual y ayer bautizamos al último, y hubo celebración.

Me paso a la primera persona, que cada maestrillo tiene su librillo, aunque creo que mis cofrades suscribirán en buena parte lo que cuento a continuación.

Ayer culmina un recorrido lleno de gratificaciones (y alguna cerveza que otra, no nos engañemos) que, una vez más, me llena de pasmo y de alegría. Más de un centenar de personas descubren la convocatoria de un concurso de relatos parco en premios, corto
de repercusión y con unas bases esperpénticas y se tiran a la piscina del escribir desde el trampolín más alto. Por el puro y simple placer de escribir. Nada menos. Y a uno se le llenan los ojos de lágrimas y entona aleluyas al pensar que aún hay esperanza en el mundo desesperanzado, y que hay muchos que quieren vivir dos vidas, la propia y la de los personajes, y que lo hacen sin más guía que la pasión.

El agradecimiento a los premiados, que además acudieron a la cita y aportaron sonrisas y simpatía. Y no menos agradecimiento a cada uno de los participantes, porque es verdad aquello de que lo importante es participar, sirva el sexo en pareja como ejemplo, que participar ya es haber vencido, como mínimo, a la desidia, a la indiferencia y al pudor. Todos son ganadores. Gracias.

La segunda parte, y me tomo la libertad de mirarme el ombligo, cuestión cada vez más complicada debido a la edad, a la vida sedentaria y a la pasión por la panceta y viandas similares, es el agradecimiento a los caballeros y damas andantes que participan en la organización. Es de admirar la parte física de presentar el reclamo al concurso, de recepcionar y distribuir los relatos, de convocar las reuniones y de hacer posible un evento final en un lugar tan lleno de aroma a tinta y papel como el Ateneo.
Pero la parte donde me emocionan, donde se transforman en personajes mitológicos, es a la hora de determinar los ganadores. Cada uno defendiendo las virtudes de sus seleccionados, releyendo una y otra vez para formar un juicio, con la pasión de un amante furtivo y la responsabilidad de un juez equitativo. Estos seres humanos aman las letras, háganme caso, y eso es imposible de pagar, ni en efectivo ni con tarjeta ni con un cheque al portador, se lo aseguro.

Dicho esto, y como decían en la televisión antiguamente, permanezcan atentos a la programación, que esto continúa y sería una pena no contar con su presencia en lo que esté por venir.
Gracias a todos. Y la siguiente está pagada, ya saben.



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