Los ojos, dicen, son nuestra
ventana al mundo, a la realidad, son la herramienta con la que percibimos el
aspecto de lo que el mundo nos ofrece.
Seguramente son lo primero en
que alguien se fija cuando conoce a otra persona, o lo que más le atrae cuando
se enamora. Los ojos son una conexión única con las percepciones; nada, nada,
puede sustituirlos.
Incluso cuando se dice, según la
sabiduría popular, que la cara es el espejo del alma, en realidad son los ojos
los que expresan los atributos de un rostro, y de una persona. Bondad,
angustia, serenidad, preocupación, deseo. O rasgos más oscuros.
En estas fechas se exhiben en
muchas paradas de autobús anuncios que tiene por protagonista a una atractiva
actriz de fama internacional, como imagen de una prestigiosa marca de moda, con
un pequeño vestido negro.
Objetivamente es una mujer hermosa,
y muestra una mirada voluptuosa, acorde con la pose que adopta en dichos
anuncios.
Por favor, hagan un sencillo
ejercicio. Tapen, en la imagen de la actriz, su ojo derecho, y fíjense en su
expresión.
Y después, tapen su ojo
izquierdo, y vuelvan a fijarse en la expresión de su rostro.
¿Casualidad? ¿Imagen? ¿Demasiado
alcohol? Seguramente, esto último.