Feliz día de la madre a todas las madres. Las hay tiernas, las hay duras, las hay caseras y revoltosas. Las hay dulces y saladas. En almíbar y frescas del día. Las hay silenciosas y las hay bulliciosas. Las hay de carreras y de paseo, de campo y de carretera. Las hay nómadas y sedentarias. Pacientes e impacientes. Descafeinadas o excitantes. Con y sin. Luz de día y luz de noche. Prêt a porter y a medida. En su jugo y al natural. Como las rosquillas, listas y de Santa Clara, que tonta ninguna. Las hay de andar por casa, de cóctel, de media gala y de traje de noche. Arregladas pero nunca informales. Las hay soñadoras y que hacen soñar. Las hay de tierra, de mar y de aire. Nacionales e importadas, importantes en cualquier caso.
Las hay para todos los gustos, de todos los colores, las hay melódicas y rockeras, suaves y ásperas, las hay sargentas y las hay generales, las hay de caricias y de zapatillazo, con tacón de aguja y con deportivas. Las hay coraje y las hay Teresa de Calcuta, todo sobre mi madre y nada sobre mi madre, De acero y de terciopelo, de azúcar y de caramelo.
Las hay así y con todas las combinaciones posibles, una pizca de esto y un puñadito de aquello, y todo a la vez. Pero haberlas, hay las. Y por encima de todo son madres. La fuerza de la vida. Porque sean como sean, madre es sinónimo de amor. Seguramente el único realmente exacto.