Antro
[ergosfera]
Un
balón, dos naciones. El silbido da inicio al juego. El marcador se mantiene
intacto al medio tiempo… pero… sucede algo fuera de lo ordinario, los jugadores
de ambas escuadras conviven mediante señas y sonrisas. Comienza la parte
complementaria. Minuto dieciséis, un pase largo desde tres cuartos de cancha…
la esfera desciende y es recibida con pericia por el delantero que se quita a
dos defensas; el guardameta sale a su encuentro, ataja el disparo con el pecho,
trata de sujetar el balón pero se le escabulle; el delantero la recupera y en
el último momento, a unos cuantos metros de la línea de fondo… dispara. Los
espectadores ven la escena como en cámara lenta: el balón no lleva prisa, el
portero se incorpora, se revuelve, la desesperación es evidente en su rostro al
intentar alcanzarla y… casi… pero… el esférico es un poco más veloz que él. La
ovación es ensordecedora, todos los asistentes celebran la anotación. Los
minutos transcurren, la escuadra contraria tiene varios acercamientos pero la
portería no puede ser vulnerada. A dos minutos del final, sucede lo impensable,
el guardameta del equipo que va abajo por un tanto deja desprotegida su meta
para ir al encuentro del esférico que es conducido por un medio de su propio
equipo que ha logrado colarse por la banda izquierda; la mitad de los hombres
en el campo se detienen sorprendidos, el defensa persigue con tenacidad a su
adversario, el medio amaga con recortar y el balón pasa a escasos centímetros
del pie defensor; con el último aliento golpea el esférico buscando darle el
efecto que favorezca al posible rematador. El público observa sin parpadear:
los guardametas se dirigen al encuentro, uno con los puños, el otro con la
cabeza… el balón rebota y… ¡ahí lo tienen! ¡Se incrusta en la red!
¡GGoooooooll! Se escucha por segunda ocasión en un coro de gargantas que se
cuentan por cientos. El equipo no lo puede creer, festeja como si hubiera
ganado la copa del mundo. De pronto suena el clarín, todos se miran afligidos e
impotentes pese a que el marcador indica un merecido empate… y es que… no sólo
el partido ha finalizado, también la tregua. Los jugadores, ahora enemigos, son
obligados a reanudar la guerra absurda.
*Historia
basada en hechos reales acontecidos en la primera guerra mundial.
MiA Y. Rziel