sábado, 7 de julio de 2012

La partícula de Dio


Carta recibida por Diógenes
Estimado:
Represento a la prestigiosa agencia de comunicación Chorra News,
Nos debe una expliación a todos los medios convocados por el asunto de una párticula que dice tener relación con usted,como no dé las explicaciones oportunas y prometidas en un breve espacio-tiempo, mis compañeros de Save me Truñazo, lanzarán en primera plana una foto suya que implica a su persona y a la párticula mencionada, según ella se fusionan esporádiamente en lo que ella llama un agujero negro, lo que además de parecer altamente peligroso nos parece una cochinada y demuestra a su vez que dicha señorita es bastante ligera de cascos.
De momento y para asegurarnos de que cumple su palabra hemos secuestrado a los camareros de su bar favorito ,y sustituido la cerveza por trina sin burbujas.

Atte.
Manager Corporation de chantajes,vilipendios y robados veraniegos. CH.N.
Respuesta de Diógenes
Ante la cadena de insidiosas informaciones que se vienen produciendo desde el anuncio por parte del CERN del hallazgo de la llamada “partícula de Dio” o bosón de Higgs, y las maniobras trapaceras del grupo mediático “Chorranews” y las intolerables presiones ejercidas por la ONG “Savemetruño”, quiero puntualizar los siguientes extremos:

Primero: La partícula es, por definición, pequeña. Nunca, repito, nunca, he manifestado que la partícula fuera como para participar en el cine de género, o sea, de ese género. Dicho esto, quiero dejar claro que la partícula siempre se ha comportado con gran dedicación a lo suyo, sin que de su rendimiento se hayan recibido quejas.

Segundo: Es rotundamente falso que yo sienta o haya sentido predilección de ningún tipo por los agujeros negros. Los agujeros son los agujeros, y la tonalidad de los mismos nunca ha sido determinante en la aceleración de la partícula.

Tercero: Es inadmisible que se pretenda hacer colisionar la partícula contra ningún otro corpúsculo, por más que de la colisión puedan extraerse otras conclusiones, previsiblemente dolorosas.

Cuarto: Las imágenes que pudiesen aparecer en las que yo aparezca con la partícula, han de ser burdos montajes de photoshop…De producirse, espero al menos que la fotografía sea trucada de forma elogiosa, y no al contrario.

Quinto: No cederé a las coacciones que se ejercen sobre mi persona: mis camareros favoritos son italianos, con lo que las secuestradoras se hallan en permanente peligro, y, si el grifo cervecero sólo expende Trina, tiraré de botellín, inaccesible al desaliento.

Por lo demás, agradecer a mis fans su preocupación por mi partícula e insistir que el tal Higgs, al parecer diseñador de bolsos, me resulta completamente ajeno.

Dio guarde a ustedes muchos años, suyo afectísimo y pónganme a los pies de su señora


Con la inestimable colaboración de Vero.

jueves, 5 de julio de 2012

Jueves, 5 de julio de 2012


"Las cosas más importantes de la vida ocurren cuando no las buscas"

Phillip John Donahue (nació el 21 de diciembre de 1935 en Cleveland, Ohio, Estados Unidos) es una personalidad de los medios de comunicación y escritor norteamericano, más conocido como el creador y presentador del programa televisivo "El Show de Phil Donahue" (The Phil Donahue Show), también conocido simplemente como Donahue, el primer programa de variedades televisivo con entrevistas e invitados. El programa estuvo 26 años en antena en todo Estados Unidos, y fue precedido por tres años en la televisión local de Dayton, Ohio, antes de su desaparición en 1996.

El programa generalmente estaba dividido en los aspectos que habitualmente eran objeto de controvesia entre liberales y conservadores en los Estados Unidos, con temas como el aborto, protección a los consumidores,... (su invitado más famoso fue Ralph Nader, el cual compaginó su candidatura a la Presidencia de Estados Unidos en las elecciones de 2000 con la defensa de los derechos humanos y las protestas a la guerra). Donahue también fue presentador de un espectáculo televisivo en la cadena MSNBC durante los años 2002-2003.

miércoles, 4 de julio de 2012

La última

I Concurso de Relatos Hiperbreves


LA ÚLTIMA     (AUTOR: FRAN RUBIO)

A esas alturas de la noche no recordaba ya en cuáles había estado; solamente sabía que llevaba tropecientas cervezas, tal vez más. Ni siquiera sabía cómo se llamaba este en el que estaba ahora: bien podía ser El Suave Muslo o el Bare Nostrum, La Pajarera o El Barremoto, Curva a la Derecha o La Ley Seca... cualquiera podía ser o cualquiera podía no ser. Lo que todavía recordaba es que había entrado allí con la intención de tomarse la última.

Como pudo, consiguió llegar hasta la barra y, concentrándose en articular bien para que le entendiesen, pidió una cerveza, la última. En el garito se produjo un silencio sepulcral, todos le miraban expectantes. El camarero se acercaba a él como en una escena a cámara lenta: los escasos dos metros que mediaban entre ambos se hicieron eternos, el tiempo se había detenido. Finalmente, colocó la cerveza junto a sus manos y se quedó mirándolo como todos los demás, pendiente de sus gestos.

Con movimientos insólitamente precisos, vació el contenido de la botella en la jarra y acto seguido se la bebió de un solo trago, consciente de que el mundo entero le observaba. Acabó así con la última cerveza… y el Planeta se quedó sin cerveza.

martes, 3 de julio de 2012

Martes, 3 de julio de 2012



 "No luches con un hecho. Reconócelo"
 
Hugh Prather

 Escritor americano nacido en Dallas el 23 de enero de 1938. Hugh Prather es conocido por sus libros de autoayuda y superación, entre los que destacaría Palabras a mí mismo (1970), obra que ha vendido más de cinco millones de copias y ha sido traducida a diez idiomas.

lunes, 2 de julio de 2012

El Dr. Coyote y las terapias alternativas


Acudí a mi terapia quincenal con el Dr. coyote para tratar mi adición a los escotes. Era la tercera sesión, y la verdad, no notaba mucha mejoría, porque por la calle iba asomándome a los balcones que albergaban los bustos femeninos, con gran peligro de recibir bofetones. Pero como la terapia estaba basada en la desensibilización, o sea en ver vídeos de damas con pechos prominentes, y en unos medicamentos a base de orujo, seguía yendo, sin que los 40 euros de la consulta me parecieran desaprovechados.
El portal estaba tan cochambroso como de costumbre. No había placa alguna que anunciase al Dr., lo que no carecía de lógica porque era una consulta ilegal (establecimiento desregularizado, lo llamaba él). Subí al segundo piso sorteando algunas manchas en cuyo origen era mejor ni pensar, y llamé al timbre. Mientras trataba de quitarme una sustancia pegajosa que se me había adherido al dedo con el que había llamado, oí unos pasos en el interior. Cuando esperaba ver a su asistenta, una mulata de metro ochenta y cinco con el pelo como Michael (Jackson o Hasselhof, da igual), el propio Dr. Coyote me abrió la puerta.
- ¡Hombre! Me viene al pelo su presencia. Mi secretaria, la señorita Bigmelons, ha sufrido un ataque de caspa brava y me ha dejado colgado durante un rato. Usted hará su trabajo hasta que regrese.
- Pero… - intenté protestar.
- No se preocupe, es muy fácil. Sólo tiene que abrir la puerta, pasarme a la gente y hacer lo que yo le diga. Y sobre todo, no decir ni una palabra. Hala, póngase esta bata, que estará a punto de llegar algún cliente, quiero decir algún paciente.
Enseguida sonó el timbre y fui a abrir. Entró un hombre con aspecto de quinqui que miraba a todos los lados como si le siguiese alguien, mientras se rascaba compulsivamente la entrepierna.
- ¿Está el matasanos? – preguntó. Asentí con la cabeza y le invité a entrar en la consulta.
El Dr. Coyote le esperaba tras su mesa. Se levantó y le tendió la mano.
- Buenas tardes, ¿en qué puedo ayudarle?
El quinqui me miró, y luego al Dr., con nerviosismo.
- Pues aquí, por la zona sur, que me corre un comezón…
- ¿Cómo dice? ¿Puede ser un poco más concreto?
- Que me pica el toblerone, joder.
- Ah, comprendo, por favor, bájese los pantalones.
El tipo obedeció, y un olor nauseabundo invadió la sala. Tuve que volver la cabeza para no vomitar, y el Dr. Coyote no se acercó ni a 50 cm. Vio aquello y le dio una caja.
- Tómese estas pastillas y tenga paciencia, que ya se pasará.
- ¿Cuántas pirulas de éstas me tomo, jefe?
Cien cada 6 horas, pensé yo, a juzgar por la peste que despedían sus partes pudendas. Después de pagar la minuta, y de que el Dr. le asegurase que el hecho de que las pastillas hubiesen caducado 5 años antes no influiría en su recuperación, abrimos la ventana para ventilar aquello.
Enseguida volvió a sonar el timbre. Esta vez entró una chica de treinta y tantos años, toda vestida de cuero y con los pelos como si los hubiese metido en el acelerador de partículas de Ginebra. Y a base de ginebra debía ser su dieta, a juzgar por su aliento.
- ¿Y este pavo quién es? – dijo al verme.
- Es que mi secretaria está haciendo un master de perfeccionamiento, éste es mi ayudante interino. Es extranjero, recién llegado de… Camboya, y no entiende bien el castellano. – Tuve que contener la carcajada. - ¿Cómo se llama Ud., señorita?
- ¿Para qué quiere saber mi nombre?
- Pues para la historia clínica, claro.
- Es que no me fío nada, que luego la bofia se entera de todo. Bueno, pues me llamo… Marina. Marina D’Or.
- Bien, señorita, err, Marina. ¿Y qué le pasa?
- A mí nada, es a mi maromo, está al llegar. Es que no me rinde. Está más caído que el culo de Nefertiti, y yo, que quiero candela, pues nada de nada, dice que son los nervios, pero el caso es que nada de nada.
- Entiendo. ¿En qué trabaja su, ejem, novio?
- Es el guitarrista de “Mocazo peludo”. – Ante la cara de pasmo de ambos, aclaró. – El grupo de trash-metal, joder.
En esto entró sin llamar el guitarrista. Le arreó un buen bocado a la chica antes de decir nada.
- Ya le has contado al Dr., ¿verdad, nena? Dr., ya he ido a varios sanadores, porque usted perdone, no confío en los médicos. Pero es que no he mejorado nada. Y aquí a la churri, no la saques del “a mi burro a mi burro le duele la cabeza”. - Yo permanecía atónito sin mover un músculo. El guitarrista me miraba de vez en cuando con recelo. - ¿Y éste, que no dice ni mu?
- Es que es camboyano. – Le aclaró la novia.
- Ah, vale. Pues eso, que no sé qué hacer, que yo me pongo y parece que sí, pero luego no, y los bajos no me carburan. Un colega mío me habló de que es usted experto en magnoterapia. – El Dr. Coyote asintió. – Eso es lo de los campos magnéticos, ¿no?
- En realidad no, se trata de una desinhibición de conductas a base de sustancias coadyuvantes, en este caso, el Magno, varias veces al día. Puede tomarse con hielo, y en caso de necesidad, sustituirse por otra sustancia, Soberano, Terry…
El Dr. le programó un tratamiento a largo plazo, mientras la encuerada me tiraba pellizcos a mí, lo que atribuí a la posible Beefeater-terapia que debía seguir ella. Al poco de marcharse, apareció la interesante señorita Bigmelons, cuyo escote me hizo emitir un aullido.
Y llegó el momento de mi consulta. El Dr. Coyote me prescribió, además del habitual, un nuevo tratamiento de choque escandinavo. Me mandó comprar la colección de DVD's de “Busty Hottestrom y las suecas tórridas”, uno cada 8 horas. Parece que voy mejorando.
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La siguiente la pago yo por Rick, Diógenes de Sinope y Albert se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.