sábado, 29 de diciembre de 2012

Japyniuyiiiirr!!!!!!

No acabo nunca de precisar si es la edad, mis perfiles depresivos, un cierto grado de rebeldía a frente a una “alegría” impuesta o todo junto y a la vez, pero de verdad que la Navidad me parece un “pestiño” de tomo y lomo.

Ya hemos superado la primera fase, Nochebuena y Navidad, con la pretensión de ser más humanos, más simpáticos, más solidarios y mejores personas. De que lo conseguimos es botón de muestra la estadística de reyertas familiares que se producen en esas fechas.

Para colmo, ya no hay forma de deshacernos de ese personaje de importación que llamamos Papá Noel y que no es sino el bueno de San Nicolás, vestido de fantoche y subido en una especie de calesa voladora arrastrada por cornúpetas multi-asta.

Completada esta primera prueba, enfilamos ya la recta final del año, valorando lo que ha sido, arrepintiéndonos de nuestros errores, maquinando actos de contrición suficientes para alcanzar el perdón  y haciendo firme propósito de enmienda. Yo, por ejemplo, hace treinta años que “el día uno dejo de fumar”. Y, día uno tras día uno, sigo fumando y arrepintiéndome. Y, perdón por la insistencia, como prueba palpable de que esa decisión de cambiar para mejor es realmente sólida, las urgencias de los hospitales rebosan de intoxicaciones etílicas, de traumatismos por caída o por sopapo, de indigestiones pantagruélicas y de desarreglos mentales que van del más furibundo ataque de ansiedad a la depresión más profunda, y tiro porque me toca.

En el improbable caso de haber sobrevivido con un grado de calidad de vida suficiente a este proceso, ya sólo quedan, como diría un comentarista de ciclismo, dos etapas de transición: la tarde-noche de Reyes, cabalgata y cotillón en el pack completo, y el día de Reyes propiamente dicho, que a mí todavía me gusta porque mis hijos aún no son muy mayores.

Y, Dios mediante, al día siguiente, el siete, como el tendido más famosos de Las Ventas, habremos completado un periplo con más peligros que “La Odisea”. Y, con suerte, al llegar a casa nos reconocerá el perro, como a Ulises. Con el cariño de siempre. Y es que hay que ver lo buenas personas que son los perros y lo listos que son decidiendo: puestos a elegir un Santo para los días más duros del invierno, nada de San Nicolás: San Bernardo. Y con barril incluido.

Para los que disfrutan con estas fechas, Feliz Año Nuevo, y para los que son como yo…¡Ánimo, ya queda menos!

martes, 25 de diciembre de 2012

Navidad

Cuando el silencio tomo posesión de su salón, se sirvió un generoso brandy, atizó con parsimonia los leños que crepitaban en la lumbre, ahuecó su cojín favorito y se acomodó en su mullido sillón, contemplando a través de la vidriera como la luz de la luna se desparramaba por un Madrid navideño.

Había sido una cena estupenda, con buena comida y mejor conversación. Mecidos por la música clásica y comentando con ingenio las cosas de la actualidad.

Desde su atalaya descubrió a una pareja de adolescentes que buscaban las sombras de los portales para achucharse. Casi un cuarto de hora necesitaron para cruzar su tramo de calle, entre caricias y besos.

Unos minutos después, un grupo de muchachos recorrieron su panorama, jugando a esconderse, tirando algún que otro petardo, corriendo y saltando, berreando villancicos y pidiendo a nadie el aguinaldo.

Más tarde, dos hombres borrachos caminaron deambulando ante su vista, hablando a gritos, glosando su amistad, recordando mil escaramuzas de bar, pasándose el brazo por los hombros.

El siguiente figurante en aquella representación fue un padre joven con su hija subida en hombros, un padre que bailaba y cantaba para fabricarle a su hija una tras otra deliciosas risas de inocencia.

Por fin la calle quedó desierta. Mientras su barbilla temblaba y las lágrimas se mezclaban con el brandy.

domingo, 23 de diciembre de 2012

Valladolid 1/3


            Les propongo hoy a los lectores una ruta por la provincia de Valladolid, la cual no es muy llamativa en lo que a naturaleza se refiere, pero sí lo es, y mucho, en cuanto a patrimonio monumental.

             Haremos un recorrido por sus pueblos más bonitos, parques temáticos y sus abundantes y magníficos castillos, siendo tierra de buenos vinos, atravesada por dos grandes ríos como son el Duero y el Pisuerga, y sin olvidarnos de los encantos de la capital.

Fuensaldaña
             Recorreremos la provincia partiendo de la capital, y siguiendo aproximadamente el sentido contrario a las agujas del reloj. Para visitar los castillos, parques temáticos, iglesias y demás monumentos, consultar en internet sus respectivos horarios, variables segun la época del año.

             Comenzamos saliendo de Valladolid hacia el norte para llegar a Cabezón de Pisuerga, donde contemplaremos el magnífico puente de 9 ojos sobre el río, además de una iglesia con un gran torreón.

             En Fuensaldaña tenemos el primer gran castillo, con su imponente Torre del Homenaje cargada de escaraguaitas. Fue sede hasta hace pocos años de las Cortes de Castilla y León.

Medina de Rioseco. Calle Mayor
             La siguiente parada es Medina de Ríoseco. Tiene una preciosa calle Mayor llena de soportales, que nos conduce a la bonita Plaza Mayor. Cuenta con tres grandes iglesias: la de Santa María, la de Santiago y la de Santa Cruz, que alberga el Museo de Semana Santa, con valiosos pasos procesionales.
      


Canal de Castilla
             Otro atractivo que tiene Medina es el Centro de Interpretación del Canal de Castilla, ubicado junto al Ramal que aquí concluye (el otro acaba en Valladolid), y donde podremos aprender muchas y muy interesantes cosas sobre este cauce artificial. Aquí también podremos sacar billete para el barco que recorre un tramo del canal, pudiendo llegar hasta la primera esclusa, especie de bañera donde se introduce aquél para, posteriormente, vaciarla o llenarla de agua, y poder así salvar el desnivel del cauce.

               Frente al Centro de Interpretación también se puede visitar una antigua fábrica de harinas del siglo XIX.

Urueña
              Tras Medina de Ríoseco continuamos hasta la conocida como "Villa del Libro": Urueña. Resulta curioso ver la cantidad de librerías que se encuentran en esta pequeña localidad, de ahí su apodo, y donde se celebran un buen número de actos culturales en torno a la lectura. Es un placer pasear por sus tranquilas calles, recorriendo sus librerías y museos, entre los que destacaré el Museo de las Campanas, que resultará de especial interés para los que sean muy amigos de los temas rurales.

             Otro atractivo que presenta Urueña es el buen conservado recinto amurallado que rodea el casco urbano, y cuyo adarve se puede recorrer en algunos tramos, especialmente por el lado oeste. Subirse a la muralla a contemplar el atardecer y la puesta de sol es algo que no conviene perderse.

Ntra. Sra. de la Anunciada
              A las afueras  del pueblo tenemos la ermita de Nuestra Señora de la Anunciada, templo románico imprescindible para los amantes de este estilo arquitectónico, y desde donde veremos buenas vistas panorámicas  de la muralla de Urueña.

              Las siguientes paradas consisten en visitar dos magníficos edificios religiosos: uno es el Monasterio de la Santa Espina, cerca de Castromonte, muy grande, con buena fachada con doble torre gemela y dos estupendos claustros; y el otro es la iglesia mozárabe de San Cebrián de Mazote, una verdadera joya.


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