martes, 23 de diciembre de 2014

¿Nos tomamos otra?

-Mira, Edu, no le busques el sentido a la vida, quizá el único sentido que tiene es que no tiene sentido -me dijo con mirada melancólica mientras se liaba un cigarrillo-. Tu problema, como el mío, es que piensas demasiado, le das tantas vueltas a las cosas que solo consigues marearte. Te conozco, eres muy intuitivo, pero no te fías de tu intuición, quieres racionalizar todo tanto que…, que… -se interrumpió cuando pasó por delante de nosotros una morena embutida en unos vaqueros que le hacían un culo impresionante. Yo también miré embobado-. ¿Lo ves?, este tipo de cosas son las que dan sentido a la vida.
-¿El culo de una morena? -Dije con el tono incrédulo del que quiere creer pero no termina de convencerse.
El tiempo parecía haberse detenido, él continuaba liándose el cigarro con parsimonia, mirando el hueco vacío por donde poco antes había pasado la chica. Yo miraba sin ver en aquella misma dirección, tenía la mirada perdida, sin saber muy bien qué quería encontrar. Apuré el último trago de mi cerveza, había perdido la cuenta de cuantas llevaba, quizá por eso y por la hora que era, tenía mis capacidades mentales mermadas y ese tipo de conversación se me hacía muy grande. Notaba que un sopor se apoderaba de mi ser, había entrado en ese estado previo a la borrachera que eufemísticamente llamamos “el puntillo”. Me producía curiosidad que me produjera curiosidad mi estado, como en esos sueños en los que sueñas que sueñas que estás soñando…
-Sí, por ejemplo el culo de la morena. -Me sobresalté, puesto que su respuesta llegó en lo que me había parecido una eternidad y ya había perdido el hilo de la conversación.
-Joder, ¡qué buena está!
-Y tanto…, ¿quieres otra?
-¿Otra morena?
-No, otra cerveza, ¡estás atontao, ja, ja, ja! -se rió a carcajadas.
-Sí, claro que sí.
-¿Por dónde iba? -me preguntó tratando de buscar el hilo de una conversación que ambos habíamos perdido.
-Por el culo de la morena -balbuceé, no podía quitarme la imagen de la cabeza.
-No, hombre, ¿¡o sí!? Quiero decir… -y con voz atronadora- ¡Camarero, ¿me trae dos cervezas?! -bajó un poco el volumen y continuó- Quiero decir que no puedes pasarte la vida analizando todo, pensando todo, meditando cada paso que das. -terminó de liarse, por fin, el cigarro, se lo llevó a la boca y lo prendió, le dio varias caladas hasta cerciorarse de que tiraba bien, exhaló una gran bocanada de humo cual dragón enojado- Deja que la vida fluya, hay cosas que son como son y punto.
-Sí, pero muchas veces damos por sentadas cosas que luego se demuestra que no son como pensábamos…
-A eso voy, no des nada por sentado, deja paso a la sorpresa, a la incertidumbre, al instinto, a la aventura…
-Creo que te entiendo, pensar menos y actuar más, ¿no?, ¿y cómo dejo de pensar tanto?
-¿Recuerdas el anuncio que decía algo así como “no pienses en un elefante rosa”?
-Sí, pero no te sigo…
El camarero acababa de traer dos cervezas frescas y dimos un gran trago, casi sincronizados, con la misma gracia que dos gimnastas en barra fija, con las únicas diferencias de que la barra era la de un bar y el ejercicio levantamiento de jarra. Continuó:
-Pues que si te digo que no pienses en un elefante rosa, ¿tú en qué piensas?
-En un elefante rosa.
-Y cuanto más piensas que no tienes que pensar en un elefante rosa…
-Más pienso en ello, joder, ya veo elefantes rosas en todas partes -le interrumpí con una sonrisa de triunfo-. Entonces la clave es dejar de pensar en que tengo que dejar de pensar tanto…
-Lo has pillado.
-No creas, es como una paradoja, ¿no?, cuanto más piensas que tienes que dejar de pensar, más estás pensando -notaba la cabeza a punto de estallar. Le di otro trago a la jarra para aliviar un poco la tensión- ¿y cómo rompo el círculo vicioso?
-Toma decisiones más emocionales, salta al ruedo, piensa más en ti y menos en el qué dirán, no seas tan políticamente correcto siempre, sé tú mismo…
-Claro, es que no puedo ser otro.
-Sí, pero ya me entiendes…
-No, la verdad es que no. ¿Quieres que sea yo mismo cambiando esas cosas?
-Sí, eso es.
-Es un contrasentido, yo soy yo mismo actuando así, si cambio, ¿no dejaré de ser yo mismo?
-Puedes ser una versión mejorada de ti mismo.
-Sí, eso está bien, uno siempre puede crecer, de todos modos no me queda muy claro… -notaba la cabeza cada vez más embotada y necesitaba una salida- ¿me puedes dar por escrito lo que me acabas de decir?
-¿Qué? -mi amigo flipaba con mi pregunta- Tú me estás vacilando…
-No, en serio, entre la memoria de pez que tengo y la cogorza que me estoy pillando no me entero de nada, escríbemelo y lo estudio cuando llegue a casa, así podré pensar en ello…
-Joder, contigo no hay manera. -ya me dejó por imposible.
-No, no la hay, ¿nos tomamos otra?


Eduardo Martínez Sotillos

miércoles, 17 de diciembre de 2014

El secreto de Zalamea


Sergio, el ganador del Conscurso Lasiguientelapagoyo, ha cogido carrerilla y se ha tirado a los macro relatos con este pedazo de novela "El secreto de Zalamea".

Una recomendación de lectura imprescindible. Novela negra arqueológica y murciana, como la Huerta. Si os gusta el arroz de Calasparra o el pimentón, esta os va a gustar más todavía.

Luego no andemos con tontunas de "yo no la pude leer"...

Y enhorabuena, Sergio.

http://libros.com/crowdfunding/el-secreto-de-zalamea/

Asuntos personales


¿ Qué me ha retenido? Asuntos personales. Personales en ataque. Vale la canasta y tiro libre adicional, y tiro porque me toca. Personales e intransferibles. Negocios de monos, que lo llaman los americanos. Actas de rendición. Éxodos incompletos. 20.000 malas lenguas de viaje submarino. Especies extintas. Dioses caídos cuyos totems permanecen en pie. Caminantes les llaman a los muertos vivientes y caminantes, no hay camino, se hace camino al andar. Traiciones a las tradiciones. De bravas, un par de raciones.

Le pones demasiadas atmósferas de presión a tu cabeza. Le pones demasiadas atmósferas de pasión a tu corazón. “¡Chico, tienes que cuidarte!”. Y el médico te receta pastillas de leche de burra. Para la añoranza. Apuestas doble contra sencillo con tu póquer de reyes y acabas en Roma, donde la República acabó con los reyes, perdiendo una mano en la Boca de la Verdad. No concilio el sueño ni en Trento, ni en Nicea ni en el Vaticano segundo, “¡segundos fuera!”, y el campo se transforma en el Campo del Gas.

El diagnóstico es que se te va la pinza, Zarra, Panizo y Gainza, que todo se contradice y los bajorrelieves están en el altiplano y líbreme Dios de los mansos, bienaventurados. Bailar pegados es bailar el baile de San Vito, Corleone, supongo.

En la calle de la Ballesta nadie se prejubila, en el callejón del Gato los espejos son cóncavos y con sexos, la Gran Vía es una vía láctea, llena de mala leche de automovilista, y la Castellana siempre con dos hielos, hasta transformarse en “palomita”, licor de damas finas filipinas. Ya ni las novelas son ejemplares, Ulíses lleva GPS y Sandokán heredó el ropero de Tino Casal.

Pero aquí me ando, como decían los hombres chisposos en los urinarios públicos de sotanillo, aquellos en los que había que dejar una peseta en la patena atea de la señora custodia de las aguas menores. Todo esto para decir que todo cambia constantemente para que nada cambie, menos el agua de los garbanzos.


Como diría Itziar, respiro. En Madrid. Ya tiene mérito

lunes, 15 de diciembre de 2014

III Concurso de relatos hiperbreves ma non troppo "La siguiente la pago yo"

Mucha gente preguntaba si habría tercera edición, o si habíamos abandonado, cual Comandante Schettino, el barco. Pues bien, continuando con la tradición, que no es sino un subterfugio para juntarnos los amigos y trasegar cerveza como posesos, LA SIGUIENTE LA PAGO YO convoca el III Concurso de relatos hiperbreves ma non troppo “La siguiente la pago yo”. Las bases del presente concurso, OTAN no, bases fuera, perdón, que se nos va la pinza, quedan como sigue:
1. El relato hiperbreve ma non troppo, del que LA SIGUIENTE LA PAGO YO es inventor universal, se consolida como un género indispensable en el patio literario. Pronto clamaremos por cátedras (con sus correspondientes catedráticas y catedráticos) que se dediquen a él.
2. Podrán concursar, por consiguiente, que diría Felipe González, todos los escribanos mayores de edad, a la sazón 18 primaveras, dispuestos a malgastar su tiempo e ingenio con gentuza como nosotros, y con independencia de sus hábitos alimenticios, orientaciones sexuales, niveles de colesterol o gustos musicales. A cambio de tamaña oportunidad, les pedimos encarecidamente que se hagan seguidores de nuestro blog (http://lasiguientelapagoyo.blogspot.com/). Gracias. Los pelafustanes que forman LA SIGUIENTE LA PAGO YO están inhabilitados para participar en el concurso. Algunos están legalmente inhabilitados, por incapacidad mental, pero ese es otro asunto. Y no hemos venido aquí a hablar de nosotros.
3. Los relatos han de reunir, además de un conjunto de letras que formen palabras y de palabras que formen frases con un cierto grado de coherencia, dos requisitos: ser más originales que los delantales de Chicote y más inéditos que los pensamientos de un discjockey. Y además, no haber sido publicados de ninguna forma, lo que incluye revistas, blogs, o puertas de cuartos de baño de afterhours.
4. Puestos a incordiar, tampoco se podrán reciclar los ya presentados a otros concursos, ni concursar a la vez en este y en otro. Y no sirve ser titular de una tarjeta “Black”: la mentira tiene las patas muy cortas y al final caerá sobre los defraudadores el oprobio, la ignominia y dos inspectores de Hacienda en traje de baño. Como mínimo.
5. Los relatos se presentarán escritos a ordenador en un formato editable (programa Microsoft Word, o similar. Nada de pdf), con la siguiente configuración: fuente Times New Roman, tamaño 12, interlineado sencillo, márgenes de páginas 2,5 (los cuatro). El tamaño es importante, nos pongamos como nos pongamos. Y lo demás parece una manía, pero no lo es; no se imaginan el trabajo que dan los textos escritos cada uno en un formato.
6. La extensión de los relatos será de 33 líneas como máximo. El exceso de tamaño también se penaliza. No se pueden aceptar relatos más largos que un domingo sin fútbol.
7. El idioma en que deben estar escritos es el español, para que los jurados tengan alguna posibilidad de interpretarlos, y la temática, libre como un taxi con la lucecita verde. Ya vamos avisando que rechazaremos los escritos que contengan necedades de tipo racista, xenófobo, discriminatorio o insultante, que aquí estamos para divertirnos. Los que tengan ganas de faltar, que vayan a la sede de algún partido político o al plató de algún programa del colorín. Aquí, no, gracias.
8. Sabemos que tienen ustedes muchas e ingeniosas ideas, pero cada concursante podrá presentar un solo relato. Si tienen más, para el año que viene.
9. Los relatos se presentarán firmados con un pseudónimo, tipo “Tragabuches”, “La Faraona” o el que le plazca al escritor o escritora. El relato se enviará en un correo electrónico, que llevará dos ficheros adjuntos. Atiendan y no se líen: el primer fichero contendrá el relato, y llevará como nombre el título del mismo. El segundo fichero contendrá los datos personales del autor (título del relato, pseudónimo, nombre y apellidos, teléfono de contacto, correo electrónico) y llevará como nombre el título del relato, más las palabras “datos personales”. La dirección a la que debe enviarse es hiperbreveslasiguientelapagoyo@gmail.com. En el asunto deberá figurar el texto “III concurso de relatos hiperbreves ma non troppo”.
10. El plazo máximo de admisión de relatos es las 23:58 (hora peninsular española) del día 30 de enero de 2015, día de San Lesmes (de verdad). Y ya, de paso podemos celebrar San Ben Barek, San Zarra o San Kubala. Para los que no entiendan esto, lean un poquito más sobre cuando el fútbol era un deporte. Y noble.
11. Los premios propiamente dichos serán dos: el primer premio consistirá en un libro completamente electrónico; el segundo, en una cena con maridaje enológico (y no vamos a dar explicaciones, y que cada uno piense lo que quiera) en el restaurante “Pata Negra” de Madrid, a disfrutar en los tres meses siguientes a la concesión del mismo. Ninguno de los premios podrá ser canjeado por su valor en metálico. Todos los concursantes recibirán, una vez más, un diplomo (sí, diplomo) personalizado por su participación, que podrán recoger el día de la entrega de trofeos.
12.       Además, este año hay una novedad: tenemos una nueva, refulgente y reverberante app, “i-La Siguiente” (se lee “Ay, la siguiente”), disponible para Apple y Android. En ella se podrán ver los relatos participantes, y los que se la descarguen podrán votar por el mejor relato para conceder el Premio del público, consistente en un lote de libros de LA SIGUIENTE LA PAGO YO, a partir del 31 de enero. En la app, además, se podrá participar en el foro sobre el concurso, y acceder a nuestro afamado blog. La app puede descargarse, de forma gratuita y libre de virus y otras porquerías. Para Android, en el enlace: https://drive.google.com/open?id=0B6jvo9ce-pChTl81ZW1lYW5hRjg&authuser=0 .
Y para iPhone no se puede descargar la app (Apple no nos deja si no pagamos una pasta), pero en el siguiente enlace se les abre cada vez que quieran: http://es.ibuildapp.com/app-1021792-i-La+Siguiente .
13. El jurado que otorgue los premios estará compuesto por los gestores del blog “La siguiente la pago yo”, presumiblemente en algún recreo que nos concedan en el Centro Psiquiátrico. El fallo o error se hará público el día 28 de febrero de 2015, a través del propio blog (http://lasiguientelapagoyo.blogspot.com/), así como facebook y twitter (y trataremos de colarlo en el telediario o en el programa de Ana Rosa). Como el objetivo de todo este asunto no es otro que hacer un fiestorro, nos reuniremos para la entrega de galardones (no Gallardones, que quede claro) el viernes, 13 de marzo de 2015, en donde siempre, ya sabéis, The James Joyce Irish Pub, calle Alcalá, 59 de Madrid, a las 22:30 horas. Habrá cervecita. Y de la entrega de premios del I Concurso ya salió una pareja (eso que sepamos, tal vez más). Que lo sepan.
14. El concurso no puede quedar desierto, porque in the desert you can't remember your name y todo eso.
15. Los relatos concursantes podrán ser publicados en el blog “La siguiente la pago yo”, de amplia difusión internacional, si nos da tiempo. En caso de que los autores no indiquen otra cosa, aparecerán firmados con el pseudónimo.
16. LA SIGUIENTE LA PAGO YO no conservará ningún derecho sobre los relatos presentados ni premiados, perteneciendo estos a sus autores, que pueden hacer con ellos lo que les pase por el mismo.
17. Al participar, los autores aceptan expresamente estas bases. Cualquier incumplimiento de las mismas será castigado con tarjeta roja, y la expulsión consiguiente.
18. Como ya les hemos dicho antes, les exhortamos a que se adhieran al blog a través del mismo o de facebook o twitter, y a que se animen a escribir en el blog cuando quieran. Los contenidos pueden enviarlos a la dirección arriba citada.
19. Y por nuestra parte, poco más, que a buen entendedor, dios le ayuda...o como sea.


Madrid, España (con perdón), 15 de diciembre de 2014Mucha gente preguntaba si habría tercera edición, o si habíamos abandonado, cual Comandante Schettino, el barco. Pues bien, continuando con la tradición, que no es sino un subterfugio para juntarnos los amigos y trasegar cerveza como posesos, LA SIGUIENTE LA PAGO YO convoca el III Concurso de relatos hiperbreves ma non troppo “La siguiente la pago yo”. Las bases del presente concurso, OTAN no, bases fuera, perdón, que se nos va la pinza, quedan como sigue:
1. El relato hiperbreve ma non troppo, del que LA SIGUIENTE LA PAGO YO es inventor universal, se consolida como un género indispensable en el patio literario. Pronto clamaremos por cátedras (con sus correspondientes catedráticas y catedráticos) que se dediquen a él.
2. Podrán concursar, por consiguiente, que diría Felipe González, todos los escribanos mayores de edad, a la sazón 18 primaveras, dispuestos a malgastar su tiempo e ingenio con gentuza como nosotros, y con independencia de sus hábitos alimenticios, orientaciones sexuales, niveles de colesterol o gustos musicales. A cambio de tamaña oportunidad, les pedimos encarecidamente que se hagan seguidores de nuestro blog (http://lasiguientelapagoyo.blogspot.com/). Gracias. Los pelafustanes que forman LA SIGUIENTE LA PAGO YO están inhabilitados para participar en el concurso. Algunos están legalmente inhabilitados, por incapacidad mental, pero ese es otro asunto. Y no hemos venido aquí a hablar de nosotros.
3. Los relatos han de reunir, además de un conjunto de letras que formen palabras y de palabras que formen frases con un cierto grado de coherencia, dos requisitos: ser más originales que los delantales de Chicote y más inéditos que los pensamientos de un discjockey. Y además, no haber sido publicados de ninguna forma, lo que incluye revistas, blogs, o puertas de cuartos de baño de afterhours.
4. Puestos a incordiar, tampoco se podrán reciclar los ya presentados a otros concursos, ni concursar a la vez en este y en otro. Y no sirve ser titular de una tarjeta “Black”: la mentira tiene las patas muy cortas y al final caerá sobre los defraudadores el oprobio, la ignominia y dos inspectores de Hacienda en traje de baño. Como mínimo.
5. Los relatos se presentarán escritos a ordenador en un formato editable (programa Microsoft Word, o similar. Nada de pdf), con la siguiente configuración: fuente Times New Roman, tamaño 12, interlineado sencillo, márgenes de páginas 2,5 (los cuatro). El tamaño es importante, nos pongamos como nos pongamos. Y lo demás parece una manía, pero no lo es; no se imaginan el trabajo que dan los textos escritos cada uno en un formato.
6. La extensión de los relatos será de 33 líneas como máximo. El exceso de tamaño también se penaliza. No se pueden aceptar relatos más largos que un domingo sin fútbol.
7. El idioma en que deben estar escritos es el español, para que los jurados tengan alguna posibilidad de interpretarlos, y la temática, libre como un taxi con la lucecita verde. Ya vamos avisando que rechazaremos los escritos que contengan necedades de tipo racista, xenófobo, discriminatorio o insultante, que aquí estamos para divertirnos. Los que tengan ganas de faltar, que vayan a la sede de algún partido político o al plató de algún programa del colorín. Aquí, no, gracias.
8. Sabemos que tienen ustedes muchas e ingeniosas ideas, pero cada concursante podrá presentar un solo relato. Si tienen más, para el año que viene.
9. Los relatos se presentarán firmados con un pseudónimo, tipo “Tragabuches”, “La Faraona” o el que le plazca al escritor o escritora. El relato se enviará en un correo electrónico, que llevará dos ficheros adjuntos. Atiendan y no se líen: el primer fichero contendrá el relato, y llevará como nombre el título del mismo. El segundo fichero contendrá los datos personales del autor (título del relato, pseudónimo, nombre y apellidos, teléfono de contacto, correo electrónico) y llevará como nombre el título del relato, más las palabras “datos personales”. La dirección a la que debe enviarse es hiperbreveslasiguientelapagoyo@gmail.com. En el asunto deberá figurar el texto “III concurso de relatos hiperbreves ma non troppo”.
10. El plazo máximo de admisión de relatos es las 23:58 (hora peninsular española) del día 30 de enero de 2015, día de San Lesmes (de verdad). Y ya, de paso podemos celebrar San Ben Barek, San Zarra o San Kubala. Para los que no entiendan esto, lean un poquito más sobre cuando el fútbol era un deporte. Y noble.
11. Los premios propiamente dichos serán dos: el primer premio consistirá en un libro completamente electrónico; el segundo, en una cena con maridaje enológico (y no vamos a dar explicaciones, y que cada uno piense lo que quiera) en el restaurante “Pata Negra” de Madrid, a disfrutar en los tres meses siguientes a la concesión del mismo. Ninguno de los premios podrá ser canjeado por su valor en metálico. Todos los concursantes recibirán, una vez más, un diplomo (sí, diplomo) personalizado por su participación, que podrán recoger el día de la entrega de trofeos.
12.       Además, este año hay una novedad: tenemos una nueva, refulgente y reverberante app, “i-La Siguiente” (se lee “Ay, la siguiente”), disponible para Apple y Android. En ella se podrán ver los relatos participantes, y los que se la descarguen podrán votar por el mejor relato para conceder el Premio del público, consistente en un lote de libros de LA SIGUIENTE LA PAGO YO, a partir del 31 de enero. En la app, además, se podrá participar en el foro sobre el concurso, y acceder a nuestro afamado blog. La app puede descargarse, de forma gratuita y libre de virus y otras porquerías. Para Android, en el enlace: https://drive.google.com/open?id=0B6jvo9ce-pChTl81ZW1lYW5hRjg&authuser=0 .
Y para iPhone no se puede descargar la app (Apple no nos deja si no pagamos una pasta), pero en el siguiente enlace se les abre cada vez que quieran: http://es.ibuildapp.com/app-1021792-i-La+Siguiente .
13. El jurado que otorgue los premios estará compuesto por los gestores del blog “La siguiente la pago yo”, presumiblemente en algún recreo que nos concedan en el Centro Psiquiátrico. El fallo o error se hará público el día 28 de febrero de 2015, a través del propio blog (http://lasiguientelapagoyo.blogspot.com/), así como facebook y twitter (y trataremos de colarlo en el telediario o en el programa de Ana Rosa). Como el objetivo de todo este asunto no es otro que hacer un fiestorro, nos reuniremos para la entrega de galardones (no Gallardones, que quede claro) el viernes, 13 de marzo de 2015, en donde siempre, ya sabéis, The James Joyce Irish Pub, calle Alcalá, 59 de Madrid, a las 22:30 horas. Habrá cervecita. Y de la entrega de premios del I Concurso ya salió una pareja (eso que sepamos, tal vez más). Que lo sepan.
14. El concurso no puede quedar desierto, porque in the desert you can't remember your name y todo eso.
15. Los relatos concursantes podrán ser publicados en el blog “La siguiente la pago yo”, de amplia difusión internacional, si nos da tiempo. En caso de que los autores no indiquen otra cosa, aparecerán firmados con el pseudónimo.
16. LA SIGUIENTE LA PAGO YO no conservará ningún derecho sobre los relatos presentados ni premiados, perteneciendo estos a sus autores, que pueden hacer con ellos lo que les pase por el mismo.
17. Al participar, los autores aceptan expresamente estas bases. Cualquier incumplimiento de las mismas será castigado con tarjeta roja, y la expulsión consiguiente.
18. Como ya les hemos dicho antes, les exhortamos a que se adhieran al blog a través del mismo o de facebook o twitter, y a que se animen a escribir en el blog cuando quieran. Los contenidos pueden enviarlos a la dirección arriba citada.
19. Y por nuestra parte, poco más, que a buen entendedor, dios le ayuda...o como sea.

Madrid, España (con perdón), 15 de diciembre de 2014

sábado, 13 de diciembre de 2014


Las navidades me desencuadernan. Se me va el pegamento de las ilusiones. Y los lomos y las hojas se independizan y emprenden viajes separados. Será tu voz, será el licor...

Las personas y los libros enseñamos primero la portada, la contraportada y esa sinopsis de lo mejor que tenemos en apenas seis o siete líneas. Abigarramos esa fachada exterior con imágenes sugerentes y colores vivos. En las solapas siempre hay un retrato en blanco y negro, como aquel semanario gráfico que termino siendo en color.

Las hojas del prólogo salen volando casi las primeras. Se llevan con ellas las dedicatorias y los agradecimientos. Lo que el libro pretendía al ser escrito o la persona al ser vivida. Son páginas que leímos y vivimos rápido, ansiosos por entrar en la aventura.

Luego se desparrama por el suelo el planteamiento. La presentación de los personajes, la puesta en situación de las circunstancias que los unen o los separan, nuestros precedentes, antecedentes, nuestros pasados pasados y nuestros pasados presentes. Los anhelos y las esperanzas, los errores que nos lastran y los aciertos que nos arrastran, los protagonistas que siempre serán secundarios y los figurantes que nos marcarán para siempre. Todo esparcido por el piso.

Se escapa después el nudo. El nudo para los que son de alta cuna, suele ser doble windsor. Los que aman el horizonte optan por el nudo marinero. Los barrocos hacen del nudo una lazada. Los complejos siempre se deciden por el gordiano. Y la gente como yo, por el corredizo. En la parte del cuello, demasiadas veces. Se deshace el nudo y te pisas los cordones, para colmo. Pero no hay nudo que ate los folios-días, y se alejan empujados por el viento, revueltos como el pelo de una niña traviesa.

Y el desenlace se acaba desenlazando, que el desenlazador que lo desenlace, buen desenlazador será, y caen en cascada las consecuencias, con secuencias a cámara lenta y con secuencias a lo Benny Hill, que a como culminan las vidas y los libros en ocasiones solo le falta esa músiquilla ratonera y alguien que te dé palmaditas en la coronilla. Lo atado y bien atado termina matado y bien matado, que como un insecticida, en los desenlaces nos matan bien muertos.

Todo termina girando en un tormado, desencajado. Hay una hoguera para cada libro blasfemo y una blasfemia para cada vida en la hoguera. Lo escrito y lo vivido, lo proscrito y lo bebido, lo prescrito y lo sabido, todo hecho un amasijo con las hojas secas y los celofanes de las cajetillas que se dejan caer en la acera, polvoriento o húmedo según la climatología. Inservible, en cualquier caso.

He vuelto a beber como terapia y, mientras me sirvo dos dedos de mi irlandés favorito, la vista se me posa y se reposa en el lomo de un libro que nunca alcanzo a leer. Escrito en letras doradas, grafismo germánico, reza: “Carpe diem”. No distingo sin mis gafas de presbicia al autor, pero recuerdo aquello de soñar como si fueras a vivir siempre y vivir como si fueses a morir mañana.


Sueño poco y no me seduce vivir siempre. Pero vivo siempre pensando que esta noche moriría por vos.  

En estas fechas tan señaladas....

Así empezaba Franco el discurso de Navidad cuando mi tele era en blanco y negro y mi vida un lienzo que colorear, que diría Toquinho.

Pues ahora que mi vida es en blanco y negro y mi tele es propiedad de mis hijos y de la play, y a despecho de la opinión de Rick, Albert, el Rural y el Andalusí y cuantos colaboran en el blog, sin duda mucho mejores personas que yo y mucho más conscientes, no quiero dejar pasar la oportunidad de cagarme en las navidades.

Sí, eso he dicho. Que me cago en las navidades. Cuando era pequeño, las navidades molaban. Cuando era joven las navidades molaban. Cuando mis hijos eran pequeños las navidades molaban. Y no entendía que a mi padre no le molaran las navidades. Pero ahora que él ya no está, lo entiendo perfectamente, como tantas otras cosas que no he sido capaz de entender hasta que él se ha ido.

Este es de los post que no gustan. Gustan los mensajes positivos, las ideas de fraternidad, los irónicos, los pícaros...pero este no. Pero me arrogo el privilegio de poder escribir lo que quiera y lo escribo. Puedo escribir y escribo, parafraseando a Suárez.

Me cago en la navidad, a partir de ahora "la puta navidad". Me cago en los árboles decorados y en los portales de Belén, en los tres Reyes Magos, con pajes y camellos incluidos, y en sus equivalentes regionales y/o republicanos, me cago en el alumbrado callejero que inunda la ciudad de ilusión, me cago en Santa Claus y en los renos, y en los enanos esos que tiene esclavizados haciendo juguetes en Laponia, siguiendo el consejo de un dirigente empresarial, me cago en el turrón duro y en el blando, en los langostinos, en los polvorones astringentes y en las peladillas, peladilla en Elm Street, peladilla antes de las navidades, que las peladillas me la pelan, me cago en los anuncios de juguetes, en los de colonias, en los de la moda otoño-invierno y en los que afirman que yo no soy tonto, cuando es evidente que lo soy, y en la financiación a seis meses sin intereses. Me cago en las felicitaciones en todos sus formatos, en esos paisajes nevados que nunca se han visto en Écija, ni se verán, por más cambio climático que venga, me cago en las doce uvas y en el cava/champán, me cago en las campanadas en todos los canales y la programación lacrimógena, qué bello es vivir, destinada a despertar ese espíritu de paz, concordia y buena voluntad, en el que también me cago.

Me cago en la lotería y en los 21 euros, me cago en el espumillón y en los matasuegras multicolores, me cago en el confeti y en las comidas de empresa, me cago hasta en el caganer....

Pero en lo que más me cago es en los villancicos tradicionales. Los villancicos los invento el demonio para fabricar ateos y es de lo que más intereses le produce, seguro. Los americanos, con el mismo grado de ñoñez, tienen dos ventajas: la mitad de lo que dicen no se entiende, que los canta siempre algún tío de New Jersey con un endemoniado acento italiano, y tienden a versionarlos a ritmo de swing, y la músiquilla es mucho más agradable que el percutir de las panderetas, en las que aprovecho también para cagarme.

En la esperanza de conseguir sobrevivir un año más a este coñazo mediático, me despido. No sin desearos una feliz navidad. Y que llegue cagando leches el catorce de enero.


viernes, 12 de diciembre de 2014

Culpas

Culpas y culpables. El juego eterno. Víctimas y verdugos. Buenos y malos. Gatos y ratones, perros y gatos. Camas de hospital y despachos de abogados. Viajes aplazados, sueños pospuestos. El calor que vuelve locos a los locos y cerdos a los cuerdos. Dedos acusadores, pulgares arriba, indices indicadores, anulares que anulan, corazones levantados hacia el Señor, en un gesto inequívoco. Arenas movedizas, sangre, sudor y lágrimas, polvo sudor y hierro, despertadores dormidos y bellas durmientes insomnes. Palos de ciego, palos al agua, palos y tentetiesos, palos en las ruedas, palos de rosas, palos mayores y palos de mesana. Vientos del este y del oeste, a tomar viento fresco, vientos que arrastran hojas de papel marchitas que se caen de las almas, asesinadas por una sed infernal. La pasarela bajo los focos, no caer de los tacones, todo el esplendor del modelo del más alto diseño del mejor modista sujeto por un imperdible de menos de un céntimo, pero lo importante es lo que parece, no lo que perece, que, como decía John Silver, los muertos no muerden. Piezas de a ocho, le respondía el loro, siempre al loro, el tiempo es oro y el que lo pierde pierde un tesoro. Noches oscuras violadas por millones de farolas incapaces de perdonar a los murciélagos su obstinación en volar con los ojos cerrados y los colmillos al aire. Tigres y leones quieren ser los campeones, ya lo dijo aquel italiano bajito, y no le dimos importancia. Y en la barra de mi bar, un rey desgalichado grita “¡Una cerveza! ¡Una cerveza! ¡Mi reino por una cerveza!”.


Nada cambia bajo el sol y la vida sigue igual. La noche espera con las fauces abiertas.

jueves, 11 de diciembre de 2014

Cualquier cosa

"Cualquier cosa que seas es tu vida y, si te pones a buscar significados en otra parte, te la perderás.”
Osho - Filósofo hindú (1931-1990)

miércoles, 10 de diciembre de 2014

Yo he estrechado la mano de Casillas

En compañía de Fer, al que le debo un escrito y un montón de abrazos, entre otras cosas por no asesinarme después de perder un órdago al juego con treinta y cuatro sólo por el inconsciente placer de ver como se devana los sesos el contrario, ayer viví uno de esos momentos inolvidables que jalonan la vida de los privilegiados como yo.

¿Cómo explicar lo de Casillas? Te hablan bien de alguien, te fijas en lo que hace y como lo hace y piensas que es maravilloso. Pues te quedas corto. Es un tipo colosal. No hay más que ver a la gente que le rodea. La calidad se deduce de las compañías, también, y en este caso, que conste que la excepción soy yo. Y es que tienen razón cuando dicen que algo tendrá el vino cuando lo bendicen. Este es vino del bueno, de ese que te acaricia el paladar y te calienta las entrañas.

Es generoso hasta decir basta, y te colma de regalos y te da las gracias por venir, como si el premiado fuese él. Extraordinario anfitrión. un auténtico campeón en los momentos buenos y en los malos.

Ingenioso como pocos. Rápido de cabeza y de lengua. Cariñoso. Atento. Rodeado de su familia y haciéndote sentir uno más. Por eso todos reclamaban al "Bici". Eso es la prueba del nueve.

Fue una tarde deliciosa a su lado, que nunca podré agradecerle lo suficiente. Y me presentó a un primo suyo que me resultaba conocido. Parecía buen chaval también.

Un abrazo, David...

P.D. Un día que tenga tiempo te explico como se juega al mus, que te veo con lagunas...

domingo, 7 de diciembre de 2014

El amigo invisible

Por antonomasia, un amigo nunca puede ser invisible, con la única excepción del conejo Harvey en la inolvidable película de James Stewart. En cualquier otro caso, es un síntoma de desequilibrio mental, y conste que en un ranking de chalaos yo quedo en el top ten.

Pero del amigo del que hablo es ese que te hace un regalo en determinada fecha, oculto en el anonimato. En un país como este, permitirle a alguien ampararse en la clandestinidad suele ser una invitación al delito. Y esta no es una excepción. Yo paso de amigos invisibles. Mis amigos son visibles, palpables y tradicionalmente bebedores. Gente que nunca perpetraría un regalo encubriéndose en la masa. Ni un crimen.

Lo que pasa es que, como ya somos todos norteamericanos, que lo único que nos falta es el pavo el día de acción de gracias, de nada, y con la excusa de “en vez de varios regalos menos valiosos, uno más sustancioso”, se impone esta nueva forma de barbarie y uno acaba envuelto en asuntos tan turbios como este sin comerlo ni beberlo. Como si el valor de un regalo pudiera cuantificarse económicamente....

De entrada, los regalos con fecha son menos regalos. Porque los esperas. Los que molan son los inesperados, esos que nunca te imaginarías que iban a hacer un cuatro de marzo, a las siete y media de la tarde y en una tasca infame de un suburbio más infame aún, al que no sabes como has llegado y del que no sabes como saldrás.

Luego está la naturaleza del regalo. Hay tres tipos de regalos. El primero, el convencional. Cubrir el expediente con esa colonia que anuncian en la tele a todas horas y que ni te has tomado la molestia de olfatear. El segundo, ese regalo que alguien te hace porque “eso” le gusta a él. Ese puzzle de 30.000 piezas que le regalan a alguien que padece ansiedad, por ejemplo. El regalo de verdad es el tercero, que consiste en ofrendar algo que le gusta al sujeto pasivo, por el procedimiento de devanarse los sesos y observar al agasajado, y prestar atención a qué cosas son las que le apasionan y le emocionan. Este tercero, como el lince ibérico y los autobuses de la línea 41 de la EMT, está en franco peligro de extinción. Lo que no deja de ser una pena.

En legítima defensa, y a despecho de esa educación en la que mis padres invirtieron tanto, sobre todo tiempo, que el dinero no hace la urbanidad, ya advierto que he desarrollado una habilidad extraordinaria para poner una cara de asco que intimida cuando el regalo no me gusta. Luego, las reclamaciones al maestro armero.


viernes, 5 de diciembre de 2014

Cayayos

Llegué a la cima del cerro. El viejo estaba sentado debajo de la encina que hacía las veces de vigía, como si fuera un marinero de piel ajada a punto de subir a la cofa y gritar “¡¡¡Tierra!!!”. Me miró sin demasiada curiosidad. Le supuse harto de veraneantes disfrazados de Indiana Jones que imaginaban que el otero era el Everest. Me senté a la sombra, apenas a un paso de él. Le ofrecí un cigarro sin hablar. Lo cogió, le arrancó el filtro y se lo puso en los labios. Fumamos en silencio.

El agosto de la Meseta cumplía con las expectativas y el sol abrasaba a todo imprudente que se le ponía a tiro. Desde lo alto, miré la ladera que descendía sin prisa en una pendiente casi infinita, hasta morir en la chopera que desesperadamente trataba de cobijar un arroyo moribundo en el que, alguna vez, hace ya muchos años, pesqué cangrejos. El arroyo, los cangrejos y yo habíamos desaparecido en aquella versión, me dió por pensar.

Sopló una ráfaga de viento, pero era otra broma del estío, porque el aire te envolvía en un calor pesado, como si quisiera empujarte a abandonar el somero cobijo de la encina solitaria, para ponerte a merced de un Febo furioso sediento de víctimas. El polvo que bailaba con el aire se hospedó sin confirmar reserva en mi nariz y mi garganta.

Casi me asustó escucharle hablar. Tenía una voz demasiado atiplada para un pellejo tan curtido. Me preguntó, sabiendo de sobra la respuesta, picardías de aldea, de quien era yo. Le contesté. Se quedó callado otro rato. Volvió a hablar para preguntarme por la cueva de mi bisabuelo, y también sabía lo que contestaría. Era una llave para abrir la puerta del recuerdo. Me habló de los “Cayayos”, del trigo, de las fanegas y los celemines, de las viñas, de las ovejas, de los trillos y las mulas. Terminó en los éxodos sucesivos que despoblaron la comarca, en la mina desierta del páramo y en la cooperativa comprada por una multinacional.

Regresamos al silencio. Otro cigarrillo. Me levanté para irme y me sacudí las botas. Se rió como se reiría un conejo. Me dijo que era inútil sacarse el polvo. Qué el polvo de Castilla es el dueño de Castilla y se asienta donde quiere por derecho de pernada. Qué solo la lluvia y la nieve, cuando llegan, le hacen cara, pero que se enroca en el suelo y espera su momento.

Me despedí. Cuando apenas había dado un par de pasos, le oí otra vez. Decía que buen hombre mi bisabuelo y buen hombre mi padre. Qué yo le recordaba a mi abuelo. Bueno, pero loco. Qué, como él, por más que me alejara, llevaría el polvo de Castilla en mis botas. Y no hay pactos. O te entregas y te acomodas, o te enloquece.

No me volví. Seguí bajando. A la busca de un último cangrejo que me contase como se conjuran las maldiciones milenarias de unas tierras molidas como harina. Aunque tampoco era imprescindible. Bastaba con esperar a que llegue el invierno. Y pintara de blanco el paisaje y cubriera con una colcha helada la locura.

Mi abuelo y yo. Las fotos grises de sus hijos y de su perro. Las fotos de colores de mis hijos y de mi perro. Me vino a la cabeza aquello de “paso al loco de la calle, paso al ansia de vivir”. Mi abuelo, mi padre y yo. La misma mirada triste. Tres tristes locos en un trigal de Palencia. Me sacudí, esta vez con saña, el polvo de mis botas. Para seguir pisando el polvo. Y los chopos parecieron moverse cuesta arriba para abrazarme antes de que el sol pudiese hacerme daño.

“Cayayo” es “Callado”. Mi bisabuelo y mi padre. Y mi abuelo y yo para llevar la contraria al que se inventa los motes desde que los hombres viven unos con otros. O, tal vez, mi abuelo y yo buscásemos el silencio que hay en las palabras. Otra forma de ser “cayayo”.


Polvo eres y en polvo te has de convertir. Pero antes aventaré los caminos con mis botas, pisando el polvo de los que fueron antes que yo. Paso al loco. Loco cayayo.

jueves, 4 de diciembre de 2014

Besos con sabor a queso...de gusanos.


"La española cuando besa, es que besa de verdad..." dice la copla. Y uno, que ha crecido entre coplas, siempre ha tenido al beso en un pedestal. Para completar la mitología, la sobredosis de cine en blanco y negro, que aunque la peli fuera en color, antes de los ochenta los televisores no, lo acabó de rematar. Hasta en la película del sábado por la tarde, después de la descripción gutural del inolvidable Alfonso Sánchez, el héroe besaba a la chica en mitad de la pradera, entre los manglares, en un salón de baile o en un callejón oscuro.

Encima, en plena juventud, y por aquello de hacerte con una culturilla, te hinchaste a ver clásicos en los que el culmen de la trama es un beso de tornillo o uno de esos de "morros apretaos". Y uno siempre quiere ser el héroe y triunfar en la empresa y besar a Sofía Loren.

Bueno, pues se jodió el invento. Según informa el Diario Público, un beso intenso trasmite 80 millones de bacterias. Vamos, que un morreo de la fila de los mancos en el cine de Bustarviejo podía haber ocasionado una hecatombe del estilo "The walking dead". Menos mal que no cuentan las patologías víricas que traerían aparejadas aquellas hebillas del sujetador que diseñaba el mismo que ató el nudo gordiano...

Por si alguno quiere disgustarse, aquí va el enlace...  http://www.publico.es/556844/un-beso-intenso-transmite-80-millones-de-bacterias

De cualquier forma, al final hay que reconocer que los sabios son sabios. Y si no, haced memoria de como llamaba el insigne Chiquito de la Calzada, ora pro nobis, a estas cosas: "Guarreridas españolas".

 




Manzanas



Si tú tienes una manzana y yo tengo una manzana e intercambiamos las manzanas, entonces tanto tú como yo seguiremos teniendo una manzana. Pero si tú tienes una idea y yo tengo una idea e intercambiamos ideas, entonces ambos tendremos dos ideas

George Bernard Shaw

miércoles, 3 de diciembre de 2014

El feisbu...

Mi amiga Gema me pregunta que porqué me he ido del Feisbuk. Y a Lupe ya le he dicho que no me he ido, que he salido un momento a comprar tabaco. Es verdad que hay gente que se va a por tabaco y no se vuelve a saber de ellos hasta treinta años después, por una bonita postal que envían desde Curaçao. Pero no creo que sea mi caso. No soporto el calor.

La cosa es que uno se queda estupefacto de la repercusión que llegan a tener las redes sociales. y para muestra, el titular de la noticia de hoy."Mata a su mujer, lo publica en Facebook y recibe 300 me gusta".

http://www.abc.es/sociedad/20141203/abci-mata-mujer-aplausos-facebook-201412022214.html

La cosa es que ya no sabe uno si es más cruel el tipo por asesinar a su mujer o por publicarlo así. Dice el gran Víctor que la peor afrenta de estos tiempos es borrarte como amigo del Fb. Éste a la mujer la borró del Fb y del mapa.

Pero los que se merecen un diez en moralidad son los 300, no confundir con los espartanos de Leónidas, que le alaban el gusto al bicho. O eso, o la mujer era una pécora ponzoñosa que tenía encabronado a todo el barrio, que todo puede ser.

Así que, de momento, como buen griego enfrentado a los poderes de la polis, seguiré en el ostracismo. Mirad el buzón, de todas formas, por si os llega una postal de Alaska, que va más con mi carácter.


Formas

La secuestraron en su adolescencia entre la herencia genética y la tiranía de la moda. Atravesó un buen trecho de su juventud haciendo oposiciones a la talla treinta y seis, y suspendió en todos los probadores. Pensó que el Edén había echado el cierre.

Hasta que aquel muchacho tímido que vivía cuatro o cinco portales más abajo le ofreció llevarla a clase en moto. Fue una odisea entre olas de placer, vientos de libertad y un ápice de vergüenza cada vez que el contacto de la aceleración delataba sus formas contra su espalda.

Llegaron a la facultad y se sentaron en la cafetería, y la invitó a un café. Él, siempre tan callado, empezó a contarle cuanto le divertían sus comentarios, cuanto disfrutaba de su ingenio cada vez que coincidían entre clases

Ella sentía que tocaba el cielo con la punta de los dedos. Pero cuando estuvo segura de que las puertas del paraíso se abrían de par en par fue cuando le dijo al oído, en un susurro hecho caricia, que le enloquecían sus curvas, sus curvas de mujer.

martes, 2 de diciembre de 2014

Reyes in the rain


Algunas personas sienten la lluvia. Otros simplemente se mojan. 
Bob Marley.

lunes, 1 de diciembre de 2014

Frivolidad

Pura frivolidad para escapar no del dolor, al que acabamos por aprender a manejar, sino de la angustia de la promesa del dolor, de la incertidumbre del mañana, de la sólida e inexorable premonición de las muertes, la propia, que duele una vez, y las de los amados, que matan de dolor mil veces, al que sobrevive.

Pura frivolidad para esconder la cobardía que nace de alcanzar el valor de no taparte los ojos con una venda negra. Decía Shakespeare en “Julio César” que "Los cobardes mueren muchas veces; el valiente sólo prueba una vez el gusto de la muerte.". Ese valiente del que habla no es sino un inconsciente que todo lo proyecta sobre su propia vida. Se muere, se muere más, seas quien seas, cada vez que se te escapa la vida de alguien que quieres. La muerte propia es sólo el final. Lo realmente terrible es el camino, con sus largas despedidas.

Pura frivolidad es lo que queda. Tan frívolo el heroico deportista, el brillante investigador, el pintor de batallas, el borracho que canturrea desafinado. Pura frivolidad. «Vanitas vanitatum, omnia vanitas»… ¿Hay acaso otro destino?


Otra cerveza, por favor…

viernes, 28 de noviembre de 2014

Bufón de Reyes






Cuando alcancé la sabiduría, ella me miró y dijo: "Ya me alcanza cualquiera".



Roberto Fontanarrosa


 (Humorista argentino, 1944-2007)

jueves, 27 de noviembre de 2014

Ocho minutos



Casi me le llevo por delante. Iba mirando el panel luminoso y he estado a punto de arrollarle. Le he pedido perdón. Me ha mirado con unos ojos muy azules.

He salido corriendo y, como no podía ser de otro modo, he perdido el convoy. En el letrero rezaba: “El próximo tren llegará en 8 minutos”. Me he sentado en un banco del andén. El hombre víctima de mi atropello ha llegado un par de minutos después y se ha sentado a mi lado. Me he dado cuenta de que me miraba.

  • Perdone, caballero...

A mi me han llaman habitualmente “hombre”, “tío”, “socio”, “colega”, “tronco”....”Caballero” muy pocas veces o ninguna. Supongo que es perfectamente perceptible que las veces que he montado a caballo a lo largo de mi vida se pueden contar con los dedos de una mano y que tampoco pertenezco a una familia de hijosdalgos, ni siquiera de infantería.

  • Dígame.

Unos setenta o setenta y tantos. Pantalones chinos, unas botas de calidad pero con muchos kilómetros encima, camisa oscura, chaqueta de tweet y un panamá en la cabeza. Recuerda a Indiana Jones.

  • La frecuencia casi exacta de este tren en este horario es de ocho minutos.

  • Ya. Hago a diario el trayecto.

  • Ocho minutos...

Me va a dar conversación. De mi padre he heredado la mirada triste y una anacrónica y exquisita educación, que me impide despachar con cajas destempladas a una persona, más aún siendo mayor que yo, por poco que me interese su charla.

  • Si.

  • ¿Compensa su prisa?

  • Hombre...

  • Ocho minutos no es nada. Si usted le dedica ocho minutos a su higiene diaria, al ejercicio físico, o come en ocho minutos, yo diría que va por mal camino...

Tiene un habla pausada. No me está regañando.

  • Si invierte ocho minutos en hacer el amor, o lee ocho minutos al día, o una conversación con un amigo dura tan solo ocho minutos...

  • Ya le he pedido disculpas...

  • No es eso. Divida los años que ha vivido en períodos de ocho minutos y plantéese si perder uno sólo de esos períodos, y no hablo, es evidente, de los ocho minutos inmediatos al nacimiento de sus hijos o a la pérdida de un ser querido, hablo de cualquier otro período cotidiano...¿Cuál sería su pérdida?. Ninguna.

  • Ninguna, creo...

El tren va a efectuar su entrada en la estación, repite el cartel. Me levanto.

  • Pues tiene usted razón.

Ya está en la vía y se abren las puertas. Se queda sentado en el banco. No lo puedo evitar, mientras subo al vagón.

  • ¿A qué dedicaría usted ocho minutos, señor?

Se ríe.

  • A hacer reflexionar a algún inconsciente.


Se cierran las puertas y el tren sale de la estación. Mirando hacia la oscuridad del túnel, le doy la razón. Aunque, apenas ocho minutos después, ya se me ha olvidado que no tengo tanta prisa.

miércoles, 26 de noviembre de 2014

Amar como Reyes


La alegría de la vida deriva de expresarnos, de correr riesgos, de aventurarnos. No todo el mundo te amará, pero tú sí puedes amar a quien desees.”

Andrew Matthews 

Escritor galés (1948)

martes, 25 de noviembre de 2014

Volviendo a casa


He vuelto al JJ y me he vuelto a encontrar con un abrazo de Padraig y, al fondo de la barra, con su copa en la mano y cantando por lo bajinis, con él.. El tiparraco me cae bien. No lo puedo evitar. Me ha echado una de esas sonrisas de medio lado, ha levantado el vaso y no me ha quedado más remedio que sentarme a su lado. Padraig me ha servido una media pinta y , después del convencional “¿Qué tal? Bien.? , el tipo y yo nos hemos quedado un ratito en ese espacio de silencio que sólo puede nacer de una buena canción. Como de costumbre, se ha puesto a hablar cuando le ha parecido oportuno. Habla para sí mismo, pero en voz alta, que ya le voy conociendo.

  • Ando negociando qué hacer el resto de mi vida. Tengo una oferta de trabajo de Colombia. Bien pagada. Aunque no me puedo quejar de mi trabajo, sobre todo por la gente que me rodea. Tengo dos ex-mujeres, tres hijos y dos novias. Todos buenas personas. Tengo a mi padre en la residencia de ancianos, con un alzeimer galopante. Me llama David, creyendo que soy mi hermano, me llama Posada, creyendo que soy su compañero, y a veces me llama de usted, porque le resulto un completo desconocido. Tengo un puñado de amigos. Unos son más cercanos, otros más formales, unos más cariñosos y otros más serios. A algunos les veo con frecuencia, a otros casi nunca. Pero todos son parte de mí.

Le pido otra a Padraig. Como está sonando el “Somke on the water”, dejamos de hablar. Cuando Ian Gillan deja de cantar, le pregunto.

  • ¿ Y qué es lo que no tienes?

Por lo rápido que responde, la tenía preparada.

  • Sueños. No tengo sueños.

Ha pinchado en hueso. A un viejo cínico como yo no le puedes venir con esas. No.

  • ¿Y qué te hace pensar que los sueños de los demás brotan como las amapolas? Tú debes andar, como yo, por los cincuenta, año arriba, año abajo. A nuestra edad, ya andamos por el cuarto de hora del segundo tiempo. Si tenemos el partido resuelto, no queda sino defender el resultado, y los goles que metamos al contraataque no nos van a alegrar demasiado. Si lo tenemos perdido, nos queda media de desesperación intentando remontar, pero con la convicción de que el esfuerzo tiene todos los visos de ser inútil.

  • Siempre estas con el fútbol...

  • Vale como ejemplo, supongo.

  • Bueno. En cualquier caso, no entiendo que tratas de decirme.

  • Qué los sueños te los tienes que inventar. A veces plantas un esqueje de un sueño que te gustó y agarra. A veces, lo injertas en una rama de la realidad, y crece. A veces, hagas lo que hagas, se seca. Pero ten confianza. Mira, a los Purple se les quemó el hotel y compusieron una de las mejores canciones de la historia. Las cosas pasan si tienen que pasar. Sólo tienes que estar atento.

-¿Eso es lo
que haces tú?

Me echo a reír.


  • No. Yo doy consejos y bebo cerveza.

Ahora el que se ríe es él.

  • Padraig, pon otra media de rubia por aquí para mi asesor.

Entonces Sabina se puso a cantar “A mis cuarenta y diez” y nos sonreímos los dos. Sonrisas tristes. Pero sonrisas, al fin y al cabo.







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