miércoles, 7 de diciembre de 2016

Mosaico

Cuando le asaltaban los imprevistos o le inquietaban las incertidumbres, miraba su fotografía. La llevaba en la cartera, protegida por una funda de plástico. Sólo con echarle un vistazo, todo parecía calmarse y nada parecía insalvable. Él había bautizado aquella fotografía con el nombre de "Amor".


Cuando se encontró sobre la colcha la carta en la que ella le explicaba que se iba de la ciudad y de su vida, por la fuerza de la costumbre, buscando el consuelo, abrió su billetera y buscó la fotografía. No era un acto masoquista. Era una rutina tantas veces repetida que fue incapaz de eludirla. Y le crecieron lágrimas en las mejillas. Se sentó en la cama, la cabeza baja y la instantánea en las manos.


La miró una vez más. Y algo llamó su atención. La imagen parecía difuminarse. Levantó un poco la fotografía y empezó a percibir que la panorámica parecía compuesta de retratos más pequeños. Se levantó y fue a su despacho, y sacó del cajón de su escritorio la lupa. Al aproximarla a la foto, confirmó que estaba compuesta de otras muchas, diminutas. Momentos congelados por una cámara. Algunos con ella. Otros con familiares, amigos, compañeros. Incluso autorretratos en los que él mismo sonreía, destilando felicidad.

Para su sorpresa, los pequeños recuadros empezaron a moverse sin sentido, y terminaron por combinarse de manera que el resultado era un paisaje de su adolescencia, la orilla de aquel lago donde pasó unas vacaciones de verano, y su sombra y otras muchas que no alcanzaba a identificar con precisión, pero que transmitían inequívocamente cariño.

No cambió el nombre a la fotografía. Y cada vez que la miraba, el mosaico había cambiado para seguir siendo “Amor”.


domingo, 4 de diciembre de 2016

LA RIOJA: COMARCA DE CAMEROS 1/4

     Desde el Monasterio de Valvanera vamos a seguir recorriendo La Rioja, adentrándonos en la Comarca de Cameros, una zona de sierra situada en la ladera norte del Sistema Ibérico, en el área geográfica conocida como La Rioja Alta, bordeando a veces el límite con la provincia de Soria, donde encontraremos un nutrido conjunto de hermosos pueblos rodeados de bello entorno natural, muy montañoso en algunos casos, que se ensalza más aún en primavera, cuando el color verde se apodera de todo y los arroyos y torrenteras fluyen abundante agua.

   Se divide Cameros en dos grandes valles: el del río Iregua y el del río Leza, cuyos cauces desembocan en el Ebro en las inmediaciones de Logroño. Solo Brieva de Cameros se encuentra fuera de este ámbito, en un valle distinto cuyos arroyos vierten al río Najerilla. Precisamente vamos a empezar el recorrido por esta localidad, la primera que encontramos viniendo de Valvanera, y situada en el fondo de un profundísimo valle.

     Rodeada de arroyos, el agua es el protagonista en Brieva, regando las abundantes huertas que trabajan con esmero los paisanos. El otro elemento característico son sus casas de piedra rojiza.

   Siguiendo la carretera hacia Ortigosa, empezamos a ganar altura hasta llegar a las inmediaciones del puerto del mismo nombre, donde tenemos unas preciosas vistas del valle con Brieva al fondo, y de todo el entorno montañoso.

     Llegamos a Ortigosa de Cameros, donde sus muchos encantos requieren una larga visita. Lo que primero llama la atención es la situación geográfica del pueblo, separado en dos partes por el espectacular barranco que forma el Arroyo de los Albercos, en cuya parte más profunda es atravesado por un viaducto de casi 100 metros de largo y 50 de altura, que une los dos barrios.

   El casco urbano cuenta con varias calles que discurren bajo las viviendas, abiertas por uno de los lados mediante soportales, algo habitual en zonas de climatología adversa, y las casas son de piedra vista o encaladas de blanco, con calles empedradas, conformando todo ello un precioso conjunto rural.

     Pero todavía nos aguarda aquí otro tesoro: las Cuevas de Ortigosa. Saliendo hacia Villanueva, junto a la ermita de Santa Lucía, veremos un puente de hierro y madera que cruza el cortado, y al otro lado la caseta de información de las cuevas. Dentro de las mismas disfrutaremos de hermosas estalactitas, estalagmitas y todo tipo de caprichosas formas que adopta la roca calcárea. Se componen de dos grutas: la de la Viña, de 114 metros de longitud, en la que se entra y se sale por la misma puerta, y la de la Paz, de 236 metros, en la que se entra por un lado y se sale por otro. Además de su belleza, tienen la particularidad de que hay tramos del recorrido muy estrechos en los que apenas cabe una persona. Conviene informarse de los horarios de visita antes de acudir a verlas.

SALUDOS

EL RURAL

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