La vida, que es muy facinerosa, te va organizando emboscadas a cada paso que
das. De algunas sales indemne, de otras sales con más arañazos que Messala en
Ben-Hur y las hay que te dejan jodido pero de verdad. Pero de todas sales más
viejo, de casi todas más gordo y, por excepción, en algunas menguas de estatura
y creces como persona. Lo que suele pasar gracias a individuos como el de la
foto. El galán con gafas. El otro soy yo.
Ese sujeto, de nombre David, me salió al asalto con otros dos compinches,
una tal Begoña y un tal Nacho, hace unos pocos de años. Y me desvalijaron de
risas y de afectos, y me dieron, y me siguen dando, lecciones de casi todo lo
bueno.
Luego vino la vida, la muy trapacera, y nos barajó como naipes, y salimos de
viaje con destinos diferentes, pero sin perder el roce, que es lo que hace el
cariño.
Pero como la golfa de la vida es más caprichosa que una influencer en una
clínica de cirugía estética, nos hemos vuelto a encontrar a la vuelta de otra
esquina, vueltos y esquinaos pero reconocibles.
El caballero toca la corneta y la vuvuzela, juega aceptablemente al mus,
bebe cerveza con criterio, es adorador de perros y de niños y se expresa en un
castellano ortodoxo que se va perdiendo entre las tinieblas de los que hablan
en inclusivo y escriben en guasap. Lo mismo se baila la de "soy una
taza" que relata las aventuras de un bandido abulense. Y nunca reniega de
sus raíces ni de sus familias, sean de sangre o de amistad. Si tendrá categoría
que conserva un mote en estos tiempos en que a los niños los bautizan
Kevincosner de Jesús, no digo más. Como prueba de todo lo anterior baste decir
que tiene una C-15, el muy tunante. Está todo dicho.
Es de posaderas nerviosas, un culo inquieto, vamos, y anda siempre
maquinando como dar sabor a este tránsito que es la existencia, con esa sonrisa
de pícaro como excusa absolutoria.
Y la última que se le ha ocurrido es hacerse locutor, y guionista, redactor,
productor ejecutivo y reportero intrépido, de una emisora de radio que si
la pilla don José Luis Sáenz de Heredia hace la segunda parte de
"Historias de la radio" y se lleva un Óscar.
En esa frecuencia se escucha palpitar la tierra. La suya. Esa tierra
castellana que sobrevive a las redes sociales, a la desfachatez de las mentiras
en los tiempos del "vale todo", a la pedantería de los académicos de
título, a la ñoñería de los urbanitas soberbios, a la desfachatez que vive de
vender la intimidad. Castilla La Vieja en estado puro, Castilla por
fortaleza y Vieja por experiencia.
Ese es el terreno donde siembra historias don David, y brota cultura. No de
esa de tertuliano marisabidillo ni de profesores Siesta que imparten lecciones
leyendo libros que no comprenden. De la de verdad. De la que fabrican los
pueblos y las gentes cada día, la que surge de las tradiciones antiguas y de lo
inmediato que pasa y se vivencia. Esa cultura que hace identidad y que está en
las experiencias cotidianas, en las casualidades portentosas, en los acentos de
los lenguajes y en las costumbres que arraigan a los seres humanos. Arturo y un
botellín enseñan más que todos los politólogos del mundo juntos.
Para contar todo esto, y dado que tiene menos vergüenza que un gato en una
matanza, se pone el disfraz de Matías Prats padre, que tan importante es lo que
cuentas como la forma en que lo cuentas, y suena a la vez a fresco del día y a
viaje en el tiempo.
Sin más preámbulos, que soy muy pesado, aquí os dejo el primer enlace de su
emisora, Radio Valle, Onda Navalacruz, que, no podía ser menos, habla de pan y
de vino, como Marcelino, que con esas cosas se anda el camino. De tierra, de
uvas y de trigo y de olores de madrugada de día feriado. Para escucharlo sin
prisa y paladearlo sin pausa. Y los siguientes serán igual de deliciosos y
algunos con sorpresa.
En fin, como diría el Bicicleta, que Dios os bendiga.
¡Te recomiendo que escuches este audio de iVoox! primer podcast radio valle onda Navalacruz https://go.ivoox.com/rf/6174934
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