domingo, 19 de octubre de 2014

EL PÓRTICO DE LA GLORIA DE LA CATEDRAL DE SANTIAGO (3/3)

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Anecdótica resulta la tradición que identifica la efigie arrodillada que hay tras el parteluz con el autorretrato del maestro Mateo dando lugar a lo que se conoce como “el Croque”. Los peregrinos suelen acercar su cabeza a la de la estatua en un intento de recibir del maestro el contagio de su arte. Además existe otra creencia, la de colocar los dedos de la mano en los cinco huecos de las ramas del árbol de Jessé para obtener tantas gracias como dedos consigas introducir.

De los tres arcos del Pórtico los dos laterales están dedicados a la división en grupos que la Biblia hace de la humanidad, los judíos y los gentiles. En el de la derecha aparecen figuras desnudas que simbolizan el bautismo y la gracia, acompañadas por representantes del pueblo judío. En el de la izquierda podemos distinguir tres arquivoltas adornadas con follaje, entre las que aparecen figuras humanas expectantes ante la venida del Mesías. En la arquivolta inferior Adán y Eva ven al enviado de Dios que viene al Mundo para librarlo del pecado que ellos cometieron.

Por último, recordar que con el fin de evitar el deterioro por inclemencias climáticas y sobre todo dotarla de la grandiosidad propia de una gran catedral. En el siglo XVIII se protegió todo el Pórtico con la monumental construcción de la fachada actual, obra barroca de Fernando de Casas y Novoa. No obstante, esta idea generalizada de protección ha sido revisada por el profesor de Historia del Arte de la Universidad de Harvard Francisco Prado-Vilar que como coordinador de las investigaciones histórico-artísticas previas a la restauración que se está llevando a cabo descubrió que la fachada barroca, más que proteger perjudicaba la obra románica.

Nos dice que el agua de la persistente lluvia compostelana se colaba por los respiraderos diseñados por el constructor de las torres. Estos conductos de ventilación entre las dos obras, la románica y la barroca derramaban el agua directamente sobre las estatuas románicas perjudicando gravemente el granito del que están hechas. Resume el profesor de Harvard muy acertadamente el problema con la siguiente acuñación literaria, “los medievalistas construían para la eternidad y los barrocos para la galería”.

Comentar, para finalizar, la siguiente anécdota que refleja mi concepción museística sobre el Pórtico de la Gloria. Impresionado por la composición escultórica, amen de las consabidas molestias que produce el continuo paso de las gentes, me llamó la atención el comentario de una joven de unos 18 o 20 años, que estaba acompañada de una persona mayor a la que se dirigió diciendo: “Si no me paras paso de largo y hubiese sido una pena no ver esta maravilla, aunque podían iluminarlo un poco para que pudiésemos apreciar con claridad la parte alta, hay tan poca luz y tan poco espacio, dos o tres metros a lo sumo, entre la entrada principal y esta segunda y decorada puerta, están tan juntas que el protagonismo que por méritos propios debiera tener la entrada románica se lo arrebata la gran fachada barroca.

Pegado literalmente a la parte interna de la fachada exterior alcé la vista y comprendí que la joven tenía razón. La falta de luz natural imposibilita la apreciación de muchísimos detalles, sobre todo los que están más altos. El corto recorrido que hacemos los visitantes para acceder a la basílica entre la primera entrada barroca y la segunda románica es tan pequeño que una distracción te obliga a volver atrás si deseas admirar la obra del maestro Mateo. Realmente la grandiosa monumentalidad de la fachada del Obradoiro no la tiene el Pórtico de la Gloria, pero éste no desmerece en nada dentro del conjunto templario compostelano, atreviéndome a decir que con un buen sistema luminotécnico integrado y bien disimulado daría a este espacio, único, el lugar y protagonismo que le corresponde por su historia y belleza.

(El Andalusí)
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