sábado, 17 de noviembre de 2012

La noticia del día: Se opera 90 veces para parecerse a Ken, el novio de Barbie


LA RAZÓN, 22 de octubre de 2012

Bíceps, tríceps, nalgas, abdomen y, sobre todo, el rostro. Justin Jedlica, un estadounidense de 32 años, se ha operado en noventa ocasiones para poner de un lado, quitar de otro, con una obsesión: parecerse a Ken, el novio de la muñeca Barbie.

Semejante excentricidad le ha costado a Jedlica, por el momento, 100.000 dólares, una cifra que no es definitiva porque ya ha anunciado que no ha quedado satisfecho con el resultado y que está dispuesto a pasar de nuevo por el quirófano.

Según explicó el joven en una entrevista con la cadena de televisión ABC News, su frenética actividad en el quirófano responde no sólo a su pasión por el juguete de la infancia de tantas mujeres, el novio de la mítica Barbie, sino porque ante todo ama la posibilidad de “transformarse continuamente”.


Podía ser peor, y haber querido parecerse a Bob Esponja, Mr. Potato o a la rana Gustavo.

jueves, 15 de noviembre de 2012

Cicatrices

Cada mañana, al mirarme al espejo, tengo la esperanza de encontrarme con el rostro hidratado de Georges Clooney. Ya, ya sé que es pedir demasiado, pero puestos a soñar…

Lo cierto es que, cada mañana, me encuentro con mi propia cara, más bien hinchada, dicho sea de paso…Esos ojillos pequeños, la nariz carnosa, la barba desordenada, los dientes grises de bristaciclina y tabaco. La jeta de todos los días, un día más vieja.

Cada mañana, indefectiblemente, se me va la mirada a un pequeño cráter horadado en la prominencia que hace las veces de la punta de mi nariz. Es una cicatriz pequeñita, redondita, nada del otro mundo, que combina con un juego completo de cicatrices, de diferentes formas y tamaños, que me decoran la cara y otras partes de mi desastrosa anatomía.

Podría ponerme triste al contemplar la desolación que han dejado a su paso las batallas de esa guerra que llamamos vida. Sin embargo, como mis esquemas mentales se corresponden aproximadamente a los de un berberecho atlántico y consta por certificación médica que tengo un cable pelado en el cerebro que de vez en cuando hace cortocircuito, la verdad es que cuando veo mi boquete facial favorito, me pongo contento. Por dos motivos.

El primero, evidente, es que el hecho de mirarme el hoyuelo constata que estoy vivo. En presente. Feo como un orangután con sarampión, pero vivo. Y me consuelo pensando que igual es cierto eso de que el hombre y el oso…Aunque si fuera cierto, yo sería modelo de pasarela.

El segundo, que cada surco repujado en mi curtido pellejo es una prueba irrefutable de que he vivido. En pasado. He ido y he vuelto, he estado, he querido y me han querido, he odiado nada y no creo haber hecho méritos para que me hayan odiado, he disfrutado, he sufrido, he plantado un árbol, he escrito un libro y he tenido dos hijos, que lo realmente importante mejor por duplicado, me he bebido el Manzanares hecho cerveza, me he reído de mi sombra y de las de Grey, he abrazado a mis amigos y he amado a una mujer como solo un loco desesperado puede amar a una mujer.

Mientras me cepillo, pienso en el plan para ese día. No se me ocurre ninguno mejor que volver a poner en presente lo que he vivido en pasado (menos lo de tener hijos, que ya no está uno para trotes).

Y le doy las gracias más sinceras a esa diminuta cicatriz que me devuelve a la realidad mediante una auditoria de mi vida sin números en rojo. Bueno, salvo los del banco, pero… ¿He dicho acaso que el banco esté entre mis amigos, forme parte de mi prole o me enamore? Pues eso.

domingo, 11 de noviembre de 2012

El extremo noroccidental de Guadalajara

     Buena época ahora en otoño para visitar una zona de amplios robledales, que nos ofrecerán un maravilloso espectáculo de colorido. Las distintas tonalidades de ocres, marrones y naranjas que presentan sus hojas en estas fechas, nos llenarán de alegría nuestra vista.

       Me refiero a una escarpada zona montañosa, salpicada de bonitos pueblos, situada en el noroeste de la provincia de Guadalajara, entre los pueblos negros (Campillo de Ranas, Majaelrayo, etc.) y el nordeste de la provincia de Madrid.


Cardoso de la Sierra
      Como siempre, con un mapa de carreteras podremos seguir la ruta segun la voy describiendo. Hay que tener en cuentra que esta zona solo tiene acceso por carretera asfaltada desde la provincia de Madrid, concretamente desde Montejo de la Sierra, siguiendo hacia el famoso Hayedo de Montejo, que en estas fechas estará muy concurrido, y continuando hacia Cardoso de la Sierra, ya en la provincia de Guadalajara, primera parada de nuestra ruta.


     Es Cardoso un pueblo en el que predomina la arquitectura de pizarra, que disfrutaremos dando un paseo por sus calles, y donde no dejaremos de subir al mirador que hay detrás de la iglesia, para contemplar el maravilloso entorno de montaña que nos rodea, junto con el colorido otoñal de sus extensos robledales.  

La Hiruela

       Antes de continuar al siguiente pueblo, explicaré que desde Cardoso se pueden hacer dos bonitas rutas de senderismo, muy apropiadas para esta época, ya que ambas discurren entre amplios bosques de roble. Una tiene como objetivo llegar al cercano y bello pueblo madrileño de La Hiruela, cruzando el río Jarama en su curso alto, cuya vegetación de ribera también se encuentra ahora en su máxima expresión colorista. Es una ruta fácil y corta, ida y vuelta nos llevará menos de dos horas.

     
Pico Santuy
   La otra, un poco más complicada, consiste en subir al Pico Santuy (1.930 mts.) que se encuentra al norte de Cardoso. Saliendo por la carretera hacia Bocígano, empezaremos a subir tomando el primer camino de tierra  a la izquierda y, atravesando unas naves, llegaremos a una bifurcación, donde tomaremos la pista de la derecha, la que tiene la barrera, ganando altura mientras atravesamos el robledal hasta llegar a la cuerda, la cual seguiremos, abandonando el camino, hasta la cumbre.


Cima del  Pico Santuy
          Desde aquí las vistas son maravillosas: montañas y valles por todos los lados. Pico Cebollera (o Tres Provincias), El Cerrón y el Pico del Lobo hacia el norte; el Pico Ocejón hacia el este; Cardoso, La Hiruela, Colmenar de la Sierra y la llanura alcarreña hacia el sur; y el Valle del Lozoya, Cuerda Larga y Peñalara al oeste. Y por si fuera poco, el ya referido colorido otoñal de los robledales. Todo esto se puede intentar describir con palabras pero, por supuesto, lo ideal es estar allí y verlo con tus propios ojos.

          Esta ruta de senderismo no es muy complicada ni muy larga, yo diría de dificultad media, y se pude hacer, ida y vuelta por el mismo sitio, en unas 4 horas, más el tiempo que estés en la cima disfrutando del panorama. Dos horas estuve yo arriba, y no me cansaba de mirar, y luego bajaba con pena. Increible que venga tan poca gente por aquí, aunque un poco "pateado" sí estaba.

          Hay que decir que, con lo cortos que son los días ahora, necesitaríamos una jornada solo para hacer el senderismo y otra para la ruta de pueblos en coche. Sigamos con ésta.

Colmenar de la Sierra
          Desde Cardoso continuamos por la carretera hasta Bocígano. Desde su amplia plaza salen algunas calles con buenas casas de pizarra. Gran entorno boscoso.

           Seguimos después hacia Colmenar de la Sierra, que presenta buenas casas de pizarra, rodeado de altas montañas y extensos pinares. Como curiosidad diremos que tiene una calle dedicada de manera muy graciosa a la madre de un conocido futbolista.

Corralejo
           Después volvemos sobre nuestros pasos para llegar al cruce hacia Corralejo, diminuto pero encantador pueblo típico de pastores, con buenas vistas del Pico Ocejón hacia el este. La plaza es muy bonita, formada por la pequeña iglesia, varias casas y corrales, y una fuente con merendero en medio, todo de pizarra.

          Volviendo de nuevo sobre nuestros pasos llegamos al cruce para coger la carretera de Cabida, otro diminuto pueblo pastoril, con buena iglesia y rodeado de robles. Se puede hacer una corta ruta de senderismo cogiendo la senda que sale del pueblo y se introduce en el bosque, y que va ganando altura para llevarnos al imponente espolón rocoso que hay frente a la localidad en dirección este.

Peñalba de la Sierra
          Por último, volviendo de nuevo a la carretera principal, seguiremos hacia Peñalba de la Sierra, parando antes en el alto del puerto del mismo nombre, para contemplar las increibles vistas de todo el entorno de montaña, y del precioso valle en cuyo fondo se encuentra el pueblo. Una vez en éste, dando un paseo por sus calles, volveremos a disfrutar de buenos ejemplos de arquitectura de pizarra.

         Este sería el final de la ruta. Volvemos por la misma carretera hacia Cardoso y Montejo de la Sierra, para salir de nuevo hacia la A-1.

        Hay  que decir que es ésta una ruta que discurre por pueblos muy pequeños y despoblados donde apenas hay alojamientos y restaurantes. Algo hay en La Hiruela, Montejo de la Sierra y Cardoso.

       Eso es todo. Saludos y... disfruten de nuestros pueblos y su entorno.

AOC
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