Se trata de una zona en general de suaves ondulaciones salpicadas de bosque de roble, encina y pino, salvo por la zona de la Sierra de la Culebra que es más montañosa. Sus abundantes ríos y arroyos hacen que la vegetación de ribera también sea frecuente. Entre su numerosa fauna destacan los cérvidos y los jabalíes, además de una de las poblaciones de lobo más importantes de toda la Península Ibérica.
La oferta hostelera es abundante entre hoteles, hostales y casas rurales, distribuidos por distintos pueblos, al igual que en lo que a restaurantes se refiere, en los que podemos degustar la variada gastronomía zamorana, con el chuletón de Aliste como plato estrella de la zona.
Si partimos de la ciudad de Zamora, cogemos la carretera N-122 dirección Alcañices, hasta desviarnos para hacer nuestra primera parada cerca de la localidad de Pino de Oro y ver los llamados "Arribes Zamoranos", el cañón por el que discurre el río Duero en su tramo fronterizo con Portugal o cercano al mismo, y de cuya prolongación, ya en Salamanca, tuvimos ocasión de hablar en este blog en el pasado.
Una buena vista del mismo la tenemos entre Pino de Oro y Villadepera, junto a un espectacular puente de hierro que cruza el Duero, y también en el cercano Salto de Castro, una presa con central hidroeléctrica. Próximo a ésta se encuentra Brandilanes, un tranquilo pueblecito salpicado de huertas, con una iglesia que posee un bonito porche sostenido por dos columnas de piedra apoyadas a su vez en un zaguán.
La "capital" de Aliste es Alcañices, la localidad más grande y poblada, donde nos recibe el Santuario de Nuestra Señora de la Salud, patrona de la comarca, en cuyo interior podemos admirar sus bóvedas recargadas de nervios. En la parte alta del casco urbano destaca la iglesia parroquial, con un porche conformado por dos enormes arcos de medio punto, y la Torre del Reloj, que pertenecía a la antigua muralla, y que tiene la curiosidad de estar construida con medio cuerpo de sillería y medio de mampostería.
En Alcañices también empezamos a ver lo que es la arquitectura popular alistana: casas de dos alturas construidas de piedra clara mezclada con el oscuro de la pizarra, en una curiosa combinación, con balcón corrido en la planta alta de una madera oscura que también se emplea en los marcos de puertas y ventanas. Frecuentemente el balcón no lleva balaustrada, siendo totalmente cerrado, y en algunos pueblos la pizarra también se usa en el tejado en forma de lajas.
En Rabanales destaca la plaza, de la que forma parte la iglesia con su torre de coronamiento piramidal, el arreglado ayuntamiento y un bonito cruceiro ajardinado.
Tras pasar por Grisuela, por cuyos alrededores se puede hacer una ruta de senderismo que recorre varias fuentes, llegamos a San Vitero, otra de las localidades de mayor población (sin ser demasiada). A las afueras por el lado de poniente hay una gran extensión de robledales por los que se puede pasear por diversos caminos y sendas, y ya en el casco urbano, pegado a una pared de la iglesia, hay un curioso toro de piedra muy antiguo, y saliendo hacia el norte destaca la ermita del Cristo del Campo, de grandes dimensiones y alta espadaña, junto a la que se celebra por marzo una importante feria de ganado.
Tras pasar por Villarino de Cebal, llegamos a un cruce donde hay una gran cruz blanca de varios metros de altura. A unos 100 metros de ésta tenemos un arreglado mirador con merenderos desde el que hay unas hermosas panorámicas de esta zona de Aliste, con la localidad de Palazuelo de las Cuevas a nuestros pies.
Mirador en Palazuelo de las Cuevas |
Casa típica alistana |
SALUDOS
EL RURAL
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