sábado, 22 de octubre de 2011

Un lugar incierto

Es la segunda de Doña Fred Vargas que leo. La primera me desconcertó, pero transcurrido un tiempo prudencial, puedo decir que me gustó. Esta me ha gustado desde el principio. Y eso que incorpora elementos esotéricos, que no suelen ser de mi agrado. Pero en ésta van bien.

El Comisario Adamsberg ya es, de por sí, un tipo misterioso. Y en esta se enfrenta a misterios antiguos y atávicos, incluyendo rituales y otras liturgias macabras, y a misterios mundanos, mucho más cercanos y, por descontado, mucho más peligrosos. Y los solventa todos con esa mente extrañamente estructurada que tiene.

Más cómoda de leer que "El hombre de los círculos azules" y muy, muy entretenida.

Un lugar incierto
Fred Vargas 2008
Siruela Punto de lectura
347 páginas

viernes, 21 de octubre de 2011

Sospechosos habituales

Ficha :

Película: Sospechosos habituales. Título original: The usual suspects. Dirección: Bryan Singer. País: Estados Unidos. Año: 1985. Duración: 106 min. Género: Suspense. Interpretación: Gabriel Byrne (Dean Keaton), Kevin Spacey (Roger 'Verbal' Kint ), Stephen Baldwin (Michael McManus), Benicio del Toro (Fred Fenster), Kevin Pollak (Todd Hockney), Chazz Palminteri (Dave Kujan), Pete Postlethwaite (Kobayashi), Giancarlo Esposito (Jack Baer), Suzy Amis  (Eddie Finneran). Guion: Christopher McQuarrie. Producción: Bryan Singer, Michael McDonnell. Música: John Ottman. Fotografía: Newton Thomas Sigel. Montaje: John Ottman. Vestuario: Louise Mingenbach.

Sinopsis:

Dave Kujan (Chazz Palminteri), un agente especial del servicio de aduanas de EEUU, está investigando las causas del incendio de un barco, en el puerto de San Pedro de Los Ángeles, que provocó 27 víctimas mortales, aunque todas parecen haber sido asesinadas. Su única fuente de información es Roger Kint (Kevin Spacey), un estafador lisiado que sobrevivió al incendio. En comisaría, Kint cuenta que todo comenzó seis semanas antes en Nueva York, cuando cinco delincuentes, cinco "sospechosos habituales", fueron detenidos para una rueda de reconocimiento relacionada con el robo de un camión de armas

Opinión:

“Detenga a los sospechosos habituales”. Esa frase del Capitán Renault es la que da origen a esta película, que con un reparto espectacular liderado por Kevin Spacey, Gabriel Byrne y Chazz Palminteri retuerce sin piedad un argumento repleto de sorpresas. Y con uno de los personajes más increíbles de la historia cine, Keyser Sozé.
Una trama de suspense llevada con maestría en uno de los filmes más importantes de finales de Siglo XX en el campo del cine negro.
Nada es lo que parece en esta película. Y mejor verla varias veces. Magnífica.

Cita: “Keyser, no siento las piernas".

Calificación:



Clark Kent

jueves, 20 de octubre de 2011

La noticia del día: Un turista alemán muere devorado por caníbales en la Polinesia francesa


EL MUNDO, 18 de octubre de 2011

Hasta ahora nadie daba crédito a la historia que contaba su novia, Heike Dorsch, que fue atada a un árbol y violada cuando intentó llegar hasta el fondo de lo ocurrido en la remota isla tropical de Nuku Hiva, en la Polinesia. Pero el hallazgo de unos restos calcinados confirma su versión y apunta a que se trata de un ritual caníbal.

Varios huesos y dientes, junto a un amasijo de pelo y ropas han sido enviados a un laboratorio de París para establecer con análisis genéticos su pertenencia a Stefan Ramin, un consejero ejecutivo de Hamburgo (Alemania) de 40 años y desaparecido hace semanas mientras seguía las huellas de 'Taipi, un edén caníbal'.

El autor de esta novela, Herman Melville, que también escribió 'Moby Dick', describe un paraíso virgen en el que todo aquel que consigue poner un pie, procedente de la civilización, termina en la cazuela de los aborígenes. Y ése parece haber sido el destino de este turista alemán.

La pareja emprendió este viaje en 2008, después de largos preparativos, y siguió su ruta hasta el pasado 16 de septiembre, cuando llegaron en catamarán a la Polinesia francesa, donde pensaban pasar varios meses.

Hace tres semanas, Stefan Ramin se despidió de su novia antes de emprender, ya en solitario, la expedición rumbo a las islas Marquesas junto a un guía local, Henri Haití.

Al parecer, Haití le había ofrecido asistir a una cacería de cabras salvajes -una tradición ancestral- en la zona más montañosa de Nuku Hiva, pero terminó cayendo en la trampa de una cacería humana, en la que él mismo resultó ser la víctima.

Stefan no regresó pero sí lo hizo el guía, que le dijo a la joven que su novio había sufrido un accidente y necesitaba ayuda. Sin embargo, según declaro Heike, antes de que llegaran al bosque, Haiti la encadenó al tronco y abusó sexualmente de ella.

Tras unas horas, consiguió escapar y alertar a las autoridades, que iniciaron una búsqueda intensiva, pero no obtuvieron ningún resultado.

Hace unos días, las gestiones diplomáticas alemanas consiguieron implicar en la búsqueda al ejército, que rastreó la zona más montañosa y descubrió el macabro hallazgo.

Varios expertos locales han confirmado que el cadáver encontrado ha sido víctima de un ritual caníbal que se creía erradicado en la isla desde el siglo pasado.


No me extraña. El tío debía llevar escrito en la frente “Soy el segundo plato”, metiéndose a turistear por ahí solo. Y los caníbales tendrían gusa, los pobres. Lo que no sabemos es cómo lo cocinarían, porque por la foto parece que estaba fuerte, igual un poco correoso.

El tráfico y su puñetera madre II


El conductor del Ford que ha salido a contramano tiene lo menos setecientos años. No ha debido ver la placa de dirección prohibida, pero lo que sí ve con mucha claridad es que hay un sitio para aparcar nada más incorporarse. Un cálculo aproximado de las maniobras que ejecuta antes de dejar paso por la calzada se elevaría a cuarenta o cuarenta y cinco. Y mientras le rebaso, sigue cuadrando el coche en el hueco. No sé si el abuelo llegará a dormir a casa o hará noche maniobrando. El caso es que me he dejado otros veinte minutos.

Cincuenta metros más adelante el único carril está ocupado por una furgoneta de reparto de “El Borde Inglés”. Dos operarios ataviados con sendos monos aporrean los porteros automáticos del portal situado enfrente. El que ha hecho el pedido es sordo o está muerto, me malicio. Unos diez minutos después abren la puerta. Muerto no debe estar el cliente, pienso. Los operarios la calzan y se dirigen a la trasera del furgón. Como son harto diligentes, han trabado mal la puerta, que se empieza a cerrar como a cámara lenta. Les grito que se les cierra la puerta y me contestan con un despectivo:

- ¡Que estamos trabajando, impaciente!

Se han debido pensar que les recriminaba por cortar la calle. Son dos armarios roperos con maletero arriba, por lo que opto por callarme. La puerta se les cierra, algo que significa otros diez minutos de repetición del ritual con el sordo. Las tareas de descarga y traslado del pedido conllevan otros veinte minutos, que luego oigo yo hablar mal de los funcionarios, pero me juego corderos contra pajaritos que esos dos cobran por horas, no por pedidos entregados. Son las doce y veinte, he salido de mi casa a las nueve menos diez y habré recorrido en total unos quinientos metros. Reconozco que se me está poniendo una mala leche apocalíptica.

Cien metros más allá, un Renault con los warnings funcionando. Un cuarentón me hace gestos con la mano.

- Si puede esperar un momento, que tengo que recoger a mi madre…

La educación me puede.

- ¡Cómo no, hombre!

Desaparece por un portal y reaparece unos quince minutos después con su señora madre. Su señora madre lo tuvo ya de mayor, porque tiene más años que la Cuesta de la Vega. Se desplaza que parece el maestro Yoda con ciática, a cámara lenta y con escoceduras. Del portal al coche, diez minutos. Sentarla en asiento trasero, otros diez. Colocarla el cinturón de seguridad, otros tantos. Y encima no para de protestar por todo.

Son las doce de la mañana y no he salido de mi barrio. “No te desesperes”, me digo. Arranco de nuevo. La aguja de la temperatura del cuadro ha dado ya dos veces la vuelta al marcador. Y yo estoy más caliente que el coche.

De repente, un ciclista con su respectiva bicicleta salta desde la acera a la calzada, apenas un metro por delante del parachoques de mi coche. Del frenazo se me salta el puente de la muela de abajo. Salvo para arrojarse al asfalto, parece que no le quedan fuerzas para nada. Pedalea como si estuviese subiendo las rampas más duras del Angliru, pero en llano. Habrá momentos en que llegue a superar los tres kilómetros por hora. Le adelantan por la acera jóvenes madres con sus vástagos en el carro y provectas ancianas con andador. Así más de quinientos metros. Se me pasa por la cabeza asesinarle lo menos diez veces en los veinte minutos que me lleva a rueda.

Como si se hubiesen puesto de acuerdo, es relevado por dos adolescentes patinadores. Estos no sólo van pisando huevos; además hacen cabriolas y figuritas de ballet. Otros quinientos metros detrás de los virtuosos del patín. Me tiemblan las manos y me sale por la boca una espuma espesa que me resbala por las comisuras de los labios. Son las dos menos cuarto.

Al llegar a la plaza tengo la sensación de terminar la ascensión al Everest sin oxígeno y fumándome un Farias. Me invade la alegría. Me río nervioso. El tic del cuello ya no se repite sino intermitentemente.

Saltándose con torería el “Ceda el paso”, un autobús de Transporte Escolar me obliga al enésimo frenazo y se queda atravesado sin dejarme acceder a la glorieta. Entre estertores, aún alcanzo a reflexionar sobre lo pesadas que son las madres recibiendo a los niños que vuelven del colegio, que parece que vuelven de Afganistán. Las rodillas me golpean una contra otra y me he hecho sangre de morderme la lengua. Consigo bajarme del coche. Son las dos y diez de la tarde.

Suena el móvil. Mi mujer.

- ¡Venga, Dio, que te estamos esperando para comer, que llevas toda la mañana para comprar una caja de leche, pesado!

Se me nubla la vista y sólo percibo un torbellino de formas y colores. En ese mismo instante, el ciclista de antes, que iba mirando las piernas de una dependienta de la droguería que salía a tirar unos cartones al contenedor, impacta contra mí.

Ya en Comisaría, el Policía Municipal, muy majo, me consolaba mientras acababan los trámites. 

- Hombre, un mal día lo tiene cualquiera, pero pegarle fuego al coche, aplastar con un mazo el móvil y hacerle tragar a un ciclista el bombín de hinchar las ruedas tampoco se puede hacer… Compréndalo.

miércoles, 19 de octubre de 2011

El cristal imperfecto

Nos vamos a ver hoy.
Tirito de alegría.
Descuelgo y toco nueve notas de ilusión.
Silencio.
Un tono.
Silencio.
Dos tonos.
Descuelgas.
Silencio y más silencio; una eternidad de silencio.
Miro el aparato, todo correcto.
Rompo yo.

¿Qué tal está mi cachondona preferida?
Con José Alfredo.
Empezamos bien.
Respiro fuerte y en calma a la vez.

Pues llámame cuando se vaya.
No se va a ir.
Mis cejas se disparan hacia un arco de suspicacia.
Vuelvo a respirar fuerte y en calma a la vez.

¿Cómo que no se va a ir?
Ha vuelto.
Tirito, pero de desazón.
Empiezo a no poder respirar, ni fuerte ni en calma.

¿Otra vez?
Vino hecho un cuero y llorando.
Vislumbro  las otras veces.
No tengo saliva, saboreo hierro en la boca.

Si no ibas a volver a verlo en tu vida.
Merece otra oportunidad.
¡La órdiga! Vuelvo a ver esas otras veces.
Algo dentro empieza  a pesar mucho.

Pero, si no iba a cambiar nunca.
Ahora va al psicólogo.
¡Diantre, qué pericia!
Está aprendiendo o ha mutado.

No decías que era un egoísta que sólo iba a lo suyo.
Va a pagar la mitad del alquiler de  la casa.
¡Cáspita,que belitre! (Creo que últimamente leo demasiado castellano antiguo)
Huelo al profesional del coco detrás.

¿No estaba con otra?
La ha dejado.
Sí, resuenan. La frase y las consecuencias.
Mi aguante va desmayando.

Te hacía daño.
Eso ha cambiado.
Mil ocasiones volverán a hacerlo, se engaña.
Mi sangre se licua y se acelera a la vez.

Si no te respetaba.
Ahora es una persona nueva.
No tiene ni idea de lo que es el respeto, ¡si pudiera demostrártelo!
Intento encontrar en mi mente una bañera de gel frío donde sumergirme.

Si no te merecía, lo hemos hablado muchas veces.

De nuevo… otra eternidad de silencio.

Sabes, me encontraba muy sola…

Ahora el paréntesis mudo es mío.
Tardo en contestar, supongo que estoy asimilando esas palabras.

Pienso muy rápido hacia atrás; vuelvo a nuestro colegio, a nuestros nombres juntos dentro de aquel corazón, madera fresca recién arañada en el gris sucio de un banco del parque.
Pienso años en el corto y firme paso de una aguja.
El tic me alumbra los desvelos, las esperanzas, las desilusiones, las lágrimas, las escuchas, las atenciones, los consuelos, la risa, los miedos, los ánimos, los apoyos, los mimos, las resurrecciones…
El tac me recuerda que quiero estar. Siempre el estar. A pesar de todo estar…
Mi espera, seis letras que comienzan una palabra de nueve…  esperanza.

Yo no, te digo al final.

Callo, trago la hiel de mi mentira. Quema hacia abajo. Vuelvo a beber del mismo viejo odre.

Hablamos. Me dices

Hablamos. Te digo.

Cuelgo y llamo a mi amigo desaliento. Me lo coge a la primera.
¿Nos tomamos una copa?

Cuelgo y maldigo la óptica que te hizo esas gafas.

Roy Batty

martes, 18 de octubre de 2011

La noticia del día: ¿Su novia es todavía más vieja? Lárguese


LA RAZÓN, 18 de octubre de 2011

"Ihre Braut ist noch älter? Nix wie weg" ("¿Su novia es todavía más vieja? Lárguese"), reza el texto impreso sobre una fotografía de Cayetana Fitz-James Stuart y Alfonso Díez el día de su boda, celebrada el pasado 5 de octubre en Sevilla.

La promoción, que convida a realizar una escapada dejando a la pareja en casa, asegura que "cuanto antes reserve, más joven llegará a su destino vacacional".

El paquete incluye vuelo y cinco días de estancia en un hotel ibicenco, en una habitación de categoría superior con vistas al mar, desayuno y traslado del y al aeropuerto.

El turoperador germano, especializado desde 1987 en viajes de última hora, logró en ejercicio 2009/2010 una facturación de 394 millones de euros (unos 543 millones de dólares) con un total de 941.000 clientes.

Las ofertas de L'TUR, cuyo eslogan reza precisamente "Nix wie weg" ("Lárguese"), pueden reservarse hasta pocas horas antes de la salida a precios de hasta un 50 por ciento menores que en los catálogos.

Esta promoción concreta, protagonizada por la Duquesa de Alba y su tercer esposo, es "válida hasta fin de existencias", como puede leerse en la letra pequeña del anuncio.


El que no corre, vuela…

Testimonio gráfico: "La siguiente la pago yo. Primer Año Triunfal"

Aquí está la aportación de José Manuel y los Nómadas a esta locura colectiva y alguno pensará que ya era hora de ver en el blog algo bien hecho. Muchas gracias a todos y tened en cuenta que después del Primer Año Triunfal....¡Viene el Segundo!!!!!!


lunes, 17 de octubre de 2011

El tráfico y su puñetera madre I

Me dice mi santa esposa que se nos acaba la leche. Somos cuatro en casa, y mis hijos parecen terneros en pleno proceso de crecimiento, así que no basta con ir al súper del barrio y traerte dos cartones. Hay que ir al Tercadona y comprar varios pack-ahorro y, ya de paso, una lista de comestibles y artículos de limpieza interminable. Bueno, pues nada, mañana cojo el coche, me acerco en un momento y me lo traigo todo. Me voy prontito, sobre las nueve, que hay menos gente, y con un poco de suerte en una hora lo tengo solucionado y me puedo dedicar a escribir sandeces en el blog.

Bajo silbando la escalera. Hace un día primaveral y me siento un verdadero “primaveras”. Salgo a la calle, camino siete manzanas y media para encontrar mi coche y, como diría Segismundo “¡Oh, mísero de mí, oh infelice!”, un Seat León en doble fila me impide salir. Miro a un lado y otro de la calle. Y en el desierto de Kalahari hay más gente que aquí. Bueno, será cosa de cinco minutos. Me siento, pongo un cassette del Fary para relajarme y me concentro en pensar que el dueño va a aparecer.

Después de la discografía completa de tan insigne cantante, y ya con los nervios levemente destemplados, me decido a hacer sonar el claxon. El único resultado es la retahíla de insultos que me dedica un señor obeso entrado en años que se ha asomado en batín a la ventana del primero. Creo que le he despertado.

Veinte minutos después sale un chico joven, vaqueros, mandíbula cuadrada, barba de dos días, calzado deportivo…Me pide disculpas.

- Perdona hombre, es que anoche ligué y me estaba despidiendo.

El recuerdo de la apasionada juventud hace que se disipe mi enfado. ¿Quién no ha perdido la noción del tiempo en brazos de una hermosa mujer?

- Nada, nada, si no tengo prisa…

El chaval se da la vuelta para despedirse y yo levanto la mirada, que el morbo es el morbo. El viejo gordo en batín que se estaba acordando de mis muertos hace unos minutos se asoma a la ventana, le arroja una rosa y grita:

- Adiós, Adonis.

Me quedo pensando en si debo arrearle un guantazo morrocotudo al Adonis, al carcamal o a los dos. Pero en lo que dudo, el guayabo se ha subido en el Seat León y arranca haciendo ruedas, arrojándome de paso a los ojos toda la polvorilla.

Me siento en el coche. He perdido casi una hora. Pero la puedo recuperar. Si me meto por la calle estrecha y salgo directo a la glorieta, M-30 y al Terca.

Entro en la calle y frenazo en seco. Un Nissan espera a que se abra la puerta automática de un garaje. El mecanismo de apertura ha sido diseñado por un perezoso amazónico con graves problemas de reumatismo y la puerta parece la de los castillos de “El Señor de los Anillos”, que hacen falta doscientos para moverla. Me corto las uñas mientras espero. Cuando ya solo me queda la del dedo gordo del pié izquierdo, la maldita cancela termina el recorrido. Pongo primera. La conductora del Nissan se azora y se le cala el coche. Y la puerta se cierra a la misma velocidad, pero sin dar tiempo a que la interfecta llegué a meter siquiera un ápice del morro del turismo. Vuelta a empezar. Para cuando la vía queda expedita me he depilado el entrecejo, retocado los padrastros y completado el sudoku del periódico. Se me han ido otros veinte minutitos. Arranco.

Veo la calle libre, pero, maldición, por la transversal se incorpora delante un vehículo de autoescuela. Y el piloto debe ser la primera vez en su vida que se sube a un coche. Tres cuartos de hora para cincuenta metros, y unos treinta frenazos bruscos. Acabo el tramo más tenso que la goma del tanga de Falete. Como nada es para siempre, gracias a Dios, quince minutos después se desvía en la siguiente a la izquierda, no sin dejar paso a un Ford Focus que sale por prohibida. Ánimo, que ya te queda menos, Diógenes, me digo.

domingo, 16 de octubre de 2011

Escapada por Burgos. 3ª Jornada: Desfiladero de Ura - San Pedro de Arlanza - Barbadillo del Mercado - Castrovido

Iniciamos nuestra ultima jornada volviendo a la carretera CL-110 dirección Covarrubias, a unos 6 kilómetros, llegamos a Puentedura, donde nos desviamos hacia nuestro primer destino, el municipio de Ura. Estacionamos el coche en la entrada del pueblo y lo recorremos andando hasta el final, donde nos saldrá un camino por el valle de la derecha. Este sendero nos llevara por el Desfiladero de Ura, acompañados por el río Mataviejas, entre sabinas y buitres leonados, hasta el pueblo de Castroceniza. Ida y vuelta serán unos 5 kilómetros, en un camino sin ninguna dificultad técnica. Para disfrutar de la naturaleza y la tranquilidad.

Reanudamos la marcha por la CL-110 para detenernos 15 kilómetros después en una curva muy cerrada que hay junto a un edificio en ruinas. Se trata de lo que queda del monasterio de San Pedro de Arlanza. Perteneciente a la orden benedictina, fue fundado en el año 912 y estuvo en funcionamiento hasta la desamortización. Viendo lo que queda de la edificación nos podemos hacer a la idea de la importancia que debió tener en su momento. Se puede visitar por dentro siempre y cuando no sea lunes.

Se va acercando la hora de comer y hacemos un alto en Barbadillo del Mercado. Tras la comida nos damos una vueltecita por el pueblo para quitarnos de encima la modorra. En el centro nos encontramos con la Iglesia de San Pedro, que junto con el rollo jurisdicciona. No hay ni un alma por las calles, solo tenéis que verlo en la foto. Saliendo por el otro extremo del pueblo, casi frente a un antiguo apeadero de ferrocarril que esta en desuso, y en medio del campo, podemos ver la ermita de San Juan Bautista, de origen visigótico. Vista por fuera en una edificación cuadrada con una sola puerta pequeña con arco de herradura.

Volvemos al coche, tras pasar Salas de los Infantes y circulando por la CL-113, vemos en lo alto de un cerro lo que parece ser una torre o pequeño castillo. Ya puestos a investigar, este puede ser un buen motivo. Tomamos el desvío hacia Castrovido, pasando por un puente en el que solo coge un coche y justo. En el pueblo preguntamos como se sube y nos indican que el señor del bar tiene la llave para poder entrar dentro. Tras encontrarle y hacernos cargo de la llave iniciamos la subida por un sendero que sale tras la ermita (al lado, fijarse en las tumbas antropomorfas). Mucho calor, pero en unos 15-20 minutos llegamos a la torre. Desde arriba se tienen una estupenda vista de toda la zona, incluidas las obras del embalse de Castrovido.

Seguimos tras la huella del románico, 14 kilómetros después llegamos a Vizcainos. El motivo de nuestra parada es ver la iglesia de San Martin de Tours que data de finales del siglo XI y principios del XII. Podréis pensar que no son más que iglesias de pueblo, y no dejareis de tener razón. Pero hay algo en el arte románico, quizá sea lo armonioso de las formas y la falta de elementos que lo hagan excesivamente recargado lo que me atraen. Por no hablar de los lugares tan privilegiados donde se suelen encontrar, normalmente alejadas de las aglomeraciones, siendo posiblemente uno de los motivos por los que han llegado en buen estado hasta nuestros días.

Muy cerquita de este pueblo tenemos Jaramillo de la Fuente. Si la anterior era para tenerla en una postal, esta es para tenerla en un póster. La iglesia de la Asunción de Nuestra Señora presenta uno de los pórticos románicos más bonitos de la provincia. Es tal la tranquilidad que desprende que si os fijáis hay hasta una vaca comiendo el césped frente a la iglesia. Saliendo por el otro extremo del pueblo, a unos 300 metros, hay un manantial de abundante agua.

Continuamos nuestro recorrido, ya esta empezando a caer la tarde cuando llegamos a la ermita de Nuestra Señora de la Viñas, en Quintanilla de las Viñas. Es otro ejemplo de arte visigodo, siglo VII, muy similar a la que vimos tras la comida en Barbadillo del Mercado. Fue declarada monumento nacional en el año 1929. Esta cerrada y solo podemos verla por fuera. Así que tras hacerle la foto de rigor continuamos la marcha.

Comienza a esconderse el Sol y aún nos queda un último objetivo. Llegamos hasta Cubillejo de Lara y nada más pasarlo nos sale a la izquierda una pista de tierra, tras 4 kilómetros alcanzamos un monumento funerario que llaman "Dolmen". Se trata de un sepulcro de corredor construido en el neolítico, hace unos 5.000 años. Consta de un corredor de unos 10 metros que desemboca en un círculo rodeado de piedras hincadas en el suelo.

Se nos hace de noche y volvemos a la casa rural. Hoy hemos aprovechado el día intensamente. Mañana toca volver a los quehaceres diarios. Es impresionante la riqueza artística y cultural que tiene en nuestro país y que apenas conocemos. Os animo a investigar para que nos contéis vuestros descubrimientos.


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