La concesión del Premio Planeta a Eduardo Mendoza en el año 2010 tuvo un principal beneficiario: el Premio Planeta, que se vio dignificado en su palmarés con un escritor superlativo, que compartió un poco de su prestigio, logrado a base de muchos años, con un galardón bajo permanente sospecha.
Al contrario de otros escritores que vendieron su alma al diablo por el Planeta, Mendoza nos obsequia con una novela en la línea de sus mejores obras, en la que un inglés experto en arte del siglo de oro español llega a una Madrid (Madrid es femenina, no se equivoquen) convulsa por la situación inmediatamente anterior al alzamiento rebelde contra el gobierno de la república, para participar en una turbia transacción. A partir de ahí, y como se dice en un pasaje, parece que “en este país no pasa nada sin que ande por medio ese puñetero inglés”.
Apasionante trama en la que José Antonio, Azaña y el mismísimo Franco interaccionan con el inefable Anthony Whitelands (Antoñito para los amigos) entre otros personajes para confeccionar una imagen veraz, amarga, aunque a pesar de todo, amable, de un país al borde del abismo, pero sin perder el orgullo.
No es una novela cómica, pero mantiene la finísima ironía que arranca sonrisas en cualquier rincón insospechado. Y la ciudad de Madrid queda en deuda con el autor, por el hermoso retrato que, como si de una amante se tratara, le realiza.
El premio no es para Eduardo Mendoza, es para todos nosotros.
Riña de gatos. Madrid 1936 – Eduardo Mendoza
Planeta, 2010. 427 páginas.
Mendoza es mi héroe.
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